viernes, 1 de febrero de 2013

JORGE Y DEMIÁN BUCAY, MI MEJOR MOMENTO

Para que me crean que fue mi mejor momento en la vida miren mi tuit.
Hacía frío y tenía en mi estómago sopa de nervios y emoción. ¿Será posible? El momento había llegado, ese que no esperé, que creí no llegaría y por eso no lo imaginé y ahora como reloj de arena sólo esperaba mi hora, el momento en el que finalmente lo conocería en persona. ¡Yupi!
Esperando me acordé del día en el que hice consciente su existencia y en segundos reviví la escena.
-       ¡Criss ya llegué! Entré a su cuarto de paredes pistache con cortinas a cuadros rosas que acababa de estrenar.
-       ¡Yo escogí la tela! ¿No te encantaaaa?
-       Sí, te quedó muy padre el acomodo de la cama también – me acosté.
-       Luchis, estaba leyendo un libro buenísimo. – Dijo la espigada prima de ojos azules con pestañas de muñeca. – Guey te lo juro que te lo echas en una semana está súper chiquito. Es de Bucay.
Ahí. Justo ahí escuché su nombre… o su apellido en este caso. ¿No les ha pasado que ya han escuchado repetidamente el nombre de algunos escritores, actores, o personajes de “jolibud” pero no los hacen suyos hasta que se fascinan por esa película donde sale él o ella? Entonces hicieron suyo el nombre. Ese día, a pesar de ya haberlo escuchado, lo hice mío… ¡el nombre!
-       ¿Y de qué trata? – suavemente me trasladé a la escena ella y yo tiradas en la cama que le había costado no se cuantos pesos y al poner tu espalda sobre el colchón sentías como cada centavo iba valiendo la pena abrió el libro verde oscuro, delgado como de bolsillo y me leyó emocionada.
En ese cuarto pistache con cortinas de cuadros nuevas fue que Criss, Jorge Bucay y yo compartimos nuestro primer momento juntos. “Ya lo terminé llévatelo te lo doy”. Y cuando menos lo pensé me hice amiga de ese autor dedicándole algunos escritos en mi blog tiempo más tarde.
Que buen día – pensé volviendo en mí – y ahí sentada recordé la suerte que había tenido esta mañana, cuando después de entrevistar a Guadalupe Loaeza le dije a la amable señorita Gizel (de editorial Océano), que amaba a Bucay y a su hijo que acababa de publicar un libro también y había empezado a leerlo justo la semana pasada en el aeropuerto.
-       ¡No puedo creer que los dos están aquí y no pueda verlos! – Le dije. – Ella sonrió de ladito y tomó su celular sin decirme nada.
-       ¿Jorge? – Dijo al teléfono. Está aquí la reportera Quién que quisiera hablar contigo y con Demián. – ¿Diez minutos? OK yo le digo. – Colgó y volteó a verme – Tienes diez minutos.
No supe que decir. Es curioso a veces cuando uno tiene una emoción tan fuerte no pueda convertirla en palabras. Pero todavía faltaban tres horas para que llegaran padre e hijo entonces fui a sentarme a unos sillones negros que estaban para descansar y prepararía mis preguntas. Donde ahora me encuentro.
Que cerca estaba de mi sueño, no podía creer la accesibilidad de poder platicar con ellos, de que supieran que los leo, no quería nada más que entendieran lo mucho que habían hecho por mí, porque hasta la fecha no me he hecho ningún tatuaje porque voy en contra de lo permanente, pero frases suyas se habían impregnado en mi actitud, transformándola en algo mejor. ¡Puliéndime! Es la palabra.
Llegó el momento, subí a la parte de arriba de la editorial y esperé. Cuando menos lo pensé estaba frente a mí Demián, el hijo de Bucay, el que había recibido un libro suyo en las oficinas y yo había dicho ¿Me lo puedo quedar?
Repetí mi sopa de nervios con emoción y le dije lo primero que se me vino a la mente (como buena rubia).
-       No le digas a nadie pero te amo a ti y a tu papá.
-       ¡Heyyy! Que aquí hay una niña que nos ama.  – Dijo bromeando.
Su acento argentino me pareció divertido, su pelo era más corto a diferencia de la contraportada del libro, pero su cerebro era el que me interesaba, el que quería extirpar en diez minutos.
-       He comenzado a leer tu libro en el aeropuerto y me ha encantado, son cosas que tal vez pueden no ser una sorpresa pero necesitas escucharlas una y otra vez. Y tal vez parezca un halago poco usual pero en esta semana que lo leí si cambiaron muchas cosas en mi vida.
-       “Ueeeeeno” (acento argentino) de eso se trata. Pero anteh que naada (sigue el acento) quiero que se sepa que shó no soy un ejcritor. Mi padre lo es, sho no. Shó más bien ejcribo sobre lo que veeeeoooo , lo que le succcede a mis amigoooooos lo que ejcucho cuando doy teraaaapia. Pero mi padre sí que tiene una falsa modehtia de no shamarse ejcritor.
Reímos, hablamos sobre inspiración o disciplina a lo que él decía que creía más en la disciplina porque la inspiración no era confiable, podía traer ideas pero llevarlas a papel requería de compromiso. A él le había tomado más de dos años publicar y su “Mashor” reto era que el libro fuera coherente a lo largo de todo el texto porque  eran temas diversos y se necesitaba una misma línea a lo largo del camino.
Y para que los que se pregunten de qué se trata el libro se los explico “Shó” como en la portada lo dice, son enfoques y estrategias para afrontar distintos conflictos pero como lo explica Lucía, son ejemplos de casos de personas como las caricaturas de bosque mágico ¿las vieron alguna vez? “Te vuelves pequeño, más pequeño, pequeñiiiiito”
La caricatura trataba cada vez de un caso en especial como “Agustín le tiene miedo a la oscuridad pero esta noche en bosque mágico lograremos que pueda dormir con la luz apagada y ¿porqué no? que haga amiguitos nuevos”. Y cuando el niño dormía soñaba con el bosque mágico que lo ayudaba a resolver sus problemas.
De igual modo el libro pero con casos de adultos. Miedo a los cambios, a las pérdidas, al amor, miedo al éxito, a la soledad, al sexo, a decir que no, a recordar, a olvidar… creo que todos en alguna ocasión hemos tenido algún miedo de este tipo si no es que todos revueltos.
Lo que hace Demián es analizar el problema desde una mirada diferente y cuando menos lo piensas tú también ya “miras de nuevo” pero para los hombres que llegaron hasta este renglón y piensen en superación personal y cosas de “señoras” deberían saber lo práctico que es y lo mucho que les serviría. En fin, a mi me ayudó y como dice Demián “Si alguien ya mira de nuevo entonces mi libro valió la pena” ya lo hizo y cuando “shó” menos lo pensé se había acabado mi tiempo. Nos tomamos una foto, me firmó el libro y me dice “ahí viene mi padre”.
De entre los pasillos con una panameña y una como guayabera blanca salió mi héroe. Caminando hacia la editorial, hacia donde estaba yo. ¿Temblé? No sé pero cuando menos lo pensé estaba arriba conmigo.
Muy bien sentémonos – al mesero – “un café muy caliente y una coca cola zero muy fría…” Vaya que novedad – pensé – su poema del café y la cocacola, pues si es escritor, ¿qué podía esperar?
-       ¡Qué feliz me haces! – Le dije.
-       Mira, eres la mujer de mi vida, si sólo con eso te hago feliz, siempre estuve buscando a una mujer que fuera feliz tan sólo con eso. ¿Cómo te llamas?
-       Lucía
-       ¡Lucía como mi nieta! Ya por eso te mereces todo mi amor.
-       Dice tu hijo que tienes una falsa modestia al no llamarte escritor. (tenía diez minutos y debía adentrarme al tema).
-       No es falsa modestia es… mira un tipo que pinta una pared no es un pintor, un pintor es alguien que hace de la pintura su forma de expresarse artísticamente, mi hijo habla así de mí porque él sí es un escritor, es escritor para mí desde que escribió su primera poesía a los ocho años.
-       ¿Qué es ser escritor?
-       Es alguien quien frente a una hoja en blanco es capaz de crear una obra de arte – su tono de voz subía y bajaba, sabía como utilizarlo bien y en conjunto con sus manos parecía que no era una entrevista sino que me contaba un cuento – un escritor tiene el don, yo no lo tengo, yo soy un terapeuta que escribe y trato de hacerlo lo mejor que puedo y si me preguntas si hoy leo lo que escribí hacer veinte años digo “¡Hay! ¡No me gusta como lo he escrito! Hoy pienso eso porque aprendí, como se aprenden todas las artesanías, porque antes que escritor soy un artesano de palabras.
-       ¿Oye Jorge, y tú en qué crees más en la inspiración o en la disciplina?
-       Voy a tener que decir en la inspiración porque yo disciplina no tengo – ríe – en realidad solamente escribo cuando sé lo que voy a decir, en ese sentido parece que es inspiración, pero bueno también trabajo lo que escribo, no me inspiro de tirón, de todas formas siempre tiene que haber disciplina.
-       ¿Dónde te gusta inspirarte? ¿Qué necesitas?
-       Como yo no tengo un espacio donde le dedique a escribir, en realidad las ideas pueden venir en cualquier momento, viendo una película, leshendo un libro, viendo a los ojos a mi nieta, puede venir despertándome de un sueño… pero sobre todo, la inspiración me vino mucho cuando escuchaba lo que mis pacientes me decían, lo que les pasaba y lo que yo creía como su salida. ¡Pero hay quienes todos los días de 9 a 1 escriben! Yo nunca en la vida pude decir “mañana de 1 a 3 me pongo a escribir” cuando intentaba eso me sentaba, checaba mails, ordenaba los lápices… ¡nunca pude!
-       ¿Y de tu libro?
-       ¡Mi libro!  ¡El candidato! Fue mi primera novela Lucía, trabajé más de tres años y medio y fue mucha investigación pero la idea inspiracional me llegó en un momento cuando estaba leyendo el “Yo el supremo” de Roa Bastos y pensaba en ese dictador de argentina. Aprendí escribiendo el candidato de que creas un mundo y los personajes no existían antes de ti, pero existirán después. Esa frase de que “los personajes cobran vida” yo pensé que era un mito pero no es así, en medio de la novela yo le digo a un personaje que haga tal cosa y el personaje dice “eso no lo voy a hacer. Eso no va conmigo, si lo hago, lo hago de mentira pero eso ni yo me lo creo ni se lo va a creer nadie” Entonces es cuando es mejor que los personajes vayan contando la historia.
Pausa. Respiro, hago mini conciente que estoy ante mi celebridad consentida y que este momento es invaluable y que ya pasaron más de diez minutos y él sigue de todas formas conmigo y entonces voy a las preguntas personales… sigan conmigo. (Sé que soy una columnista que escribe mucho rollo y que los lectores a veces quieren lecturas cortitas pero ¡no puedo resumir el momento que marcó mi vida! ¿O sí? ¡No se vayan que viene lo mejor!
-       Jorge ¿qué es lo mejor que puede sucederle a un escritor en su jornada?
-       Lo mejor… – volvió a usar ese tono poeta -  …que le puede pasar a un escritor y lo digo siempre aunque no sea escritor… es mirar a los ojos de quien te lee. – me miró.
-       No digas que  me vas a hacer llorar. – exclamó la rubia. Él sonrió.
-       ¿Si escribieras tus memorias serían felices o melancólicas?
-       Interesantes no, pero felices siiiii. Melancólicas siiiii. Llenas de grandes momentos siiiii. Sobre todo intensas, no di
go que he tenido una gran vida, intento vivir cada minuto de ella, planteo vivir cada minuto hasta el día de mi muerte de manera intensa, incluso el minuto

de mi propia muerte. ¡Me encanta la frase de Neruda! “Confieso que he vivido”. No se si he vivido tanto como él pero lo intento que cada momento sea el más importante. ¿Arrepentirme de algo en el sentido literal? No. Hay cosas que me hubieran gustado que fueran diferentes, especialmente cosas que pudieron dañar a otros pero no, tendría que haber hecho otra cosa y eso es una mentira, si tomas una decisión es porque en ese momento crees que es lo mejor.
Entonces empezó con la teoría del billete de lotería la cual me pareció fabulosa. “¡Es como el billete de lotería!” Dijo. Hoy compro el billete y al día siguiente me doy cuenta que no era el ganador pero cuando lo compré en ese momento no lo sabía, es lo mismo con las decisiones, las tomamos apostando a que es lo mejor que podemos hacer y después nos podemos dar cuenta de que no pero en ese momento no teníamos idea.
“Como un paciente religioso que me contó el padrenuestro” Dijo Bucay que él cristiano, quien era su paciente, le decía “¿Sabe doctor? Esto lo aprendí en la iglesia, danos hoy el pan de cada día, y yo lo entiendo como danos hoy el pan de hoy, no me des el de ayer ni me des el de mañana…”

“Hay que vivir el hoy, y en el hoy la única realidad que existe y es tangible y concreta es este momento en el que somos tú y yo hablando. Todo lo demás Lucía, es un recuerdo, puede ser real o no. Lo que va a pasar es parte de nuestra fantasía del futuro, lo único que hay aquí y ahora somos tú y yo, tus ojos y tu sonrisa, te guste a ti o no, y me guste a mí o no.”
Pausa otra vez. ¿Les ha pasado cuando de chiquitos se meten un golpe de aquellos y no lloran hasta que ven a su mamá? Ah pues así me sentía pero de la felicidad. No iba a llorar hasta dejarlo a él y hablarle a Criss mi prima, sí, la del colchón caro y delicioso. Así que me enfoqué en lo que mi escritor estrella me acababa de decir “Lo único que tenemos ahora es tú y yo” y volví a la entrevista después de este mini viaje astral.
“Si uno puede aprender a vivir esa realidad puede aprender a disfrutarla o a padecerla pero a vivirla.” Seguía hablando.
-       ¿Estás nerviosa? – me notó y se rió.
-       ¡Sí ya no sé ni cuál es la siguiente pregunta!  Volviendo al candidato.
-       Bueno pues el candidato, empieza como un juego, lo digo siempre, la escribí siempre para mí, para compartirla con mis hijos con mis amigos pero mi editor que me quiere y le gusta lo que hago y creo que sobrevalora lo que escribo me dijo “oye terminaste tu novela” porque no me la das? La voy a presentar en un concurso. Yo le dije que estaba loco que no me hiciera pasar vergüenzas, soy un tipo medianamente conocido sabes.
Era un concurso de primeras novelas en España que se hace con seudónimos así que nadie se enteraría nunca de que Bucay la había escrito y como él no pensaba ganar, la mandó. La novela ganó bajo el seudónimo de Simón.
-       Que padre voy a leerla que emoción. – Le dije.
-       Y eso que todavía no te dije que te la voy a regalar yo. – Se rió. – Y así te vas a dar cuenta que muchas veces aunque no sepas el final (porque habíamos hablado que estoy escribiendo un libro y no sé el final) le puedes preguntar a los personajes. Siéntate con ellos, pon algunas sillas vacías y pregúntales, yo no sé describir personajes pero hice una historia clínica de cada uno me creerás. – reímos.
-       Fue lo más divertido que he hecho en mi vida Lucía.
-       ¡De veras!
-       Sí, si tú me preguntas qué te gustaría hacer yo te contesto otra novela, por lo menos una novela más.
Terminamos, firmó mi libro, nos abrazamos, bajé las escaleras, no podía respirar, tomé mi celular, marqué, estaba llorando, no podía creer lo cerca que se puede estar de cumplir un sueño, me sentía  en shock.
-       ¿Bueno?
-       ¿Criss?
-       Lucía ¿qué tienes?
-       ¿Estoy llorando de la felicidad en dónde estás?
-       En la FIL.
-       ¿En la FIL? ¡Yo también! ¿En qué parte?
-       Editorial Océano ¿Tú?
-       ¡También!
¡Que coincidencia! Pero después de lo que me había pasado nada me parecía extraño. Ambas volteamos a todos lados hasta que nos vimos y colgamos el teléfono, nos abrazamos y le platique sobre la emoción de lo que sentí, misma que si describo me tomaría más que todo este texto. Sólo puedo repetir una cosa: Los sueños no están tan lejos de lo que pensamos.
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