miércoles, 28 de mayo de 2014

¡SIN CULPAS!


Últimamente me he dado la tarea de no ser tan dura conmigo misma y he recibido el descubrimiento de que hago mejor las cosas cuando soy más considerada conmigo.


De chiquita era toda una sargento con mis tareas, si de pronto me equivocaba ya al final, arrancaba la hoja entera, no soportaba los errores. No me los permitía. Vaya niña testaruda, si supiera lo que ahora sé, me habría permitido “equivocarme” más.

Y luego la culpa es fiel compañera de los perfeccionistas entonces no pasaba una hora sin estarme culpando por algo y que me doliera la pancita. “Por qué le dije esto” “hablé de más” “no debí haber hecho esto”.

Últimamente todas esas frases han tenido que salir forzosamente de mi mente y con trabajos las he corrido de la casa de mi alma. ¡No señor! Les digo mientras barro y las veo debajo de los muebles o de mi cama.

Hoy que he sido menos dura he intentado más cosas “total si no sale bien ni modo” y he comenzado a crear, más allá de hacer todo un plan estratégico de lo que creo.

Me siento un pincel más libre porque al saber que puede equivocarse, se desliza con más autenticidad, con más ligereza y lo sorprendente es que sólo así descubro que la originalidad nace cuando nos permitimos el error, el ridículo… cuando nos permitimos ser quienes somos y callar las voces de los demás. Sólo así el creativo puede aparecer.

Me siento una alma tímida harta de haberse callado tanto y que ahora dice “con permiso, con permiso… quítense todos voy a crear…”  Y dibujo mi vida como me da la gana. Patino sin coreografía… nado sin respirar como se debe, me visto sin combinar.

¿Y saben qué?
¡ES INCREÍBLE!

martes, 27 de mayo de 2014

INTENTANDO SER LIBRE





Dios ayúdame… ¡Dios ayúdame!
Casi nadie sabe pero tengo la cualidad de hablar sola en las noches… no sé que tanta cosa digo y me despierto yo sola, a veces me río y de la risa me despierto pero desde hace un mes me he despertado a mí solita con un ¡Dios ayúdame!

Mi corazón saltando de más y preocupaciones en la cabeza me hacían pronunciar esas dos palabras que me despertaban. Y es que en la oscuridad siempre hace falta un poco de luz para saber por dónde andar y últimamente he estado en tinieblas.

Dejé todo lo que me ataba y desprenderme de personas o situaciones o hábitos es todo un cambio a veces más fuerte que el de un adolescente que crece dos metros por semana y su abuela no lo reconoce y le cambia la voz. Créanme, lo que les digo es cierto porque lo estoy sintiendo.

Desde que llegué de Europa tenía una frase en mi cabeza “quiero ser libre” pensaba entre las callecillas del viejo continente que era una mujer con distintas ataduras que no le servían de nada y que podía ser una mujer que tal vez sin esas ataduras comience a crear una nueva polémica pero estoy dispuesta a pagar el precio de dejar de ser una marioneta.

Me creía muy auténtica y no es que no esté en busca de ello pero me sobraban muchas cosas… me he dado cuenta que lo que me falta en esta vida es deshacerme de lo que me sobra para darme cuenta de todo lo que tengo.

Comencé por alejarme del mundo y tener más tiempo a solas, después de todo, estaba planeando un plan secreto para ser más libre y era sólo mío y no quería compartirlo.

La gente luego pregunta por mí, que por qué no voy al cafecito, que por qué no fui a la fiesta. Pero es que yo y yo teníamos un plan y estábamos construyendo una nueva vida y eso no es fácil.

Al darme cuenta que la clave estaba en perder lo que me sobraba de golpe una ola psicológica se armó en mi vida y la vi y no le tuve miedo porque era producto de mi imaginación… ¡Llévate todo ola grande! ¡Llévate todo ola mía! Y sintiéndome más valiente que nunca aunque yo estaba diminuta a diferencia de aquella gigantesca masa de agua, no tuve miedo de ver como azotó en mi cuerpo llevándose lo que no necesitaba incluyendo a mis amígdalas. Y así fue como terminé en el hospital.

Abrí los ojos, veía borroso, la gente se había alejado, la había alejado. No me entraba el alimento, no podía pensar y sólo un ¡Dios ayúdame! Me vino a la cabeza pero no me gasté el cupón.

Y así, solita, he estado en silencio en estos días, sin poder redactarlo todo porque no todo está asimilado. Entendiendo que primero debo entenderme yo. Que mis palabras vendrán cuando tengan que llegar… que la ola se llevó también mi inspiración, que nunca me había sentido bien sin nada, sólo conmigo.

Y en esa nada me sentí todo.
Y en esa nada estoy…
Y desde esa nada les regalo estas letras… producto de una ola imaginaria que necesariamente creé, de una ola que se llevó todo lo que me sobraba y me salvó. De una ola que me invitó a vivir mejor.

Intentar ser más libre es un golpe que, como duele, no a todos les gusta recibir.


martes, 20 de mayo de 2014

DISCULPE USTED


Perdón, me distraje, dejé de ponerte un poquito de atención por unos segundos que para mí fueron eternos… disculpa por hacerme la sorda, la ausente, la que no le interesa lo que tiene enfrente. Disculpa si no cumplí lo que antes sentía que era mi obligación, perdón por tirar de las manos lo que el mundo pensaba que me tocaba cargar.

            Disculpe señor si ya no le canto, perdona lector si ya no escribo tanto, estaba pensando que entre tanto que tenía que pagar había una deuda más grande que mis letras. Así que la disculpa más grande va para mí, disculpa niña que mi atención se desvía por una eternidad que para el mundo parecen segundos, disculpa por hacerme la sorda, la ausente, la que no le interesa lo que tiene dentro. Por eso hoy tiro todo al suelo, porque hoy simplemente más allá que cargar con las expectativas del mundo necesitaba un abrazo, pero no de cualquiera, un abrazó mío, un olvido de los demás para acordarme de mí.

viernes, 16 de mayo de 2014

SIEMPRE FUI YO


Ser tú mismo siempre requerirá de fuerza 
interior porque fuerzas exteriores querrán 
moldearte, porque los seres normales 
no amenazan... en cambio alguien que vive 
su esencia, retumba como un tambor 
y brilla como una estrella...

-Lucía la de Flor




Vaya que si crecer duele pregúntenle a un adolescente que no soporta sus rodillas en desarrollo y tiene que comer el doble y dormir siesta con baba en la boca.  ¿Qué si los humanos cambiamos? ¡Claro que cambiamos! Cambiamos hábitos, cambiamos de la risa al llanto, cambiamos de dirección y también nos transformamos mientras estamos viviendo. ¿La esencia permanece? ¿Qué es la esencia? Dice el diccionario que es lo más importante de un algo, un conjunto de características necesarias e imprescindibles para que algo o alguien sea lo que es…

¿Somos los mismos todo el tiempo? A veces no lo sé, antes mi color favorito era el rosa, ahora el verde pistache y antes estaba enamorada de los hombres ahora de la vida… es algo extraño. Pero dentro de todo este embrollo donde pareciera que no nos conocemos, existimos e inconscientemente defendemos nuestra substancia fundamental, esa que los expertos en perfume llaman esencia.

En cuanto a mí, no sé que he hecho conmigo exactamente pero me gusta ser una persona que tiene comunicación interna (a veces de más, a veces creo que de más y no tengo nada) pero que logro ponerme en contacto conmigo olvidándome de todas esas reglas que quieren convertirme en otra persona. Sólo tú y yo.

Recuerdo bien cuando David mi hermano se robó una moneda de Francisco I. Madero de quinientos pesos y se fue al mini súper de la esquina y se compró cosas. ¡Ladrón! ¡Ladrón! ¡Ladrón! Empezamos a decirle los demás hermanos envidiosos incluyéndome yo. Lo dejamos temblando en una esquina con sus Cheetos que ya ni pudo disfrutar.

Después llegó mi papá y sacó a todos y le cerró la puerta quedando sólo David y él en el cuarto. Más de una hora, nosotros gozábamos de que sabíamos que lo estaba castigando. Sólo David sabe de lo que habló con mi papá pero salió con una sonrisa en la boca. Estoy segura de que tuvieron una plática tierna y compasiva y también estoy segura de que le dijo que no permita que nadie lo orille y le grite como lo hicimos nosotros.

Salió con sus Cheetos o algo traía en la mano feliz de su compra a base del gran robo que nosotros decíamos. No nos dirigió la palabra y se fue al jardín a jugar o algo. Fue todo un acontecimiento.

Hoy entre este escrito y mis sentimientos de despegarme de lo que quiere o espera el mundo de mí, regresando de Europa decidí encerrarme en el cuarto sola conmigo y hablarme tierno y decirme todas esas cosas que a mí me dieran la gana. De autodefinirme, de no permitir que  nadie me etiquete, de dejar que disfrute mis Cheetos y de entender que en esta vida estamos a prueba y error pero lo único que no podemos permitir es que alguien defina lo que somos e incluso lo que queremos.

Yo soy yo y lo poco o mucho que conozco intento que exista. Y así será porque no puede ser de otra manera. Aunque ser uno mismo y no moldearse al promedio del mundo trae graves consecuencias. Incluso los padres veo que a veces aconsejan a sus hijos a comportarse “normal” como todos, para no meter a su hijo en problemas, para que no le echen carrilla, para que su autoestima no se destruya por ser diferente. Pero ¿Acaso no somos todos diferentes?

Cuando me gradué de sexto de primaria mi mamá y yo amábamos ver a “Los pioneros” así le decíamos, era un programa de televisión de esos antiguos que los personajes salen con grasa en la cara. La familia… ¿Qué? Dejen la googleo. ¡Ya! La familia Ingalls. Nos gustaba verlo (a mi mamá más) y pues entre ella y yo decidimos que me iría vestida igual, de los pioneros, como vestido del acto académico y ella me lo haría.

Compramos la tela, a mí me gustó mezclar dos telas que ni al caso, mi mamá no estaba de acuerdo pero no le hice caso, sabía que de pronto estaba arriesgándome porque iba a verse exagerado pero no me importó, sabía también que mis compañeras ya llevarían un vestido “más juvenil” y yo usaría uno que podría ponerse perfectamente una niña de seis años y que hasta sería “más propio para su edad” pero no sé por qué no hice caso y hoy entiendo que mi corazón gritaba ¿Qué es propio? ¿Quién carajos dice que es propio?

No les miento, tenía miedo, estaba segura que de alguna u otra forma era implícito que llamaría la atención y sabía que no de buena manera y les soy sincera, entre complacer a mi madre y que no se burlaran en la escuela tuve unas ganas de saber qué quería yo.

Pasa a veces que cuando empiezas un proyecto el entusiasmo existe y después vienen esas preguntas como ¿Era mi sueño o el de alguien más? ¿A quién se le ocurrió la idea de un vestido pionero? ¿Qué van a decir mis amigas? ¿Para qué arruinar un día que pudo ser feliz sólo por el miedo al qué dirán? ¿Por qué no mejor me pongo un vestido normal? ¿Por qué no ser normal?

No sé, pero había muchas voces en mi cabeza y demasiado estrés para tener menos de trece años. Y de pronto lo que había empezado tenía que terminarlo o iba a irme encuerada a mi graduación. No obstante no le bajé dos rayitas a mi atuendo, sino que seguí firme en lo que no sé si yo, pero ya había decidido. ¡Un sombrero! Quiero un sombrero con flores, le dije a mi mamá.

Lo hicimos juntas, compramos las flores artificiales, silicón y el sombrero. Y así aparecí en mi gran evento. Claro que sabía que lo que traía puesto eliminaría la posibilidad de gustarle a algún niño de la escuela puesto que iba vestida demasiado infantil pero corrí el riesgo, también tuve dos que tres miradas de las maestras, comentarios y hasta mi mamá se defendía con un “ya ves como es ella” ¿Esa era yo? No lo supe esa vez. Tal vez a mi mamá, aunque sea por unos segundos, también le afecto estar en la mira.

Hace poco me mandó Michelle, una amiga de primaria esta foto (Gracias Mich). Al contemplarla entendí todo y sonreí, entendí todas las veces que por querer agradar al mundo no fui yo, pero también entendí que incluso cuando sobreviví al mundo adaptándome a él, llevé mi esencia conmigo. Al ver esta foto pensé: Siempre fui Lucía la de Flor. Siempre tuve una corona de flores en la cabeza de algún modo y me gustó ese estilo vintage y siempre de algún modo hice el “ridículo” como puede llamarlo el mundo, para defender mi fórmula única, mi esencia.

Tener el valor de vivir tu unicidad cuesta, y cuesta caro. Pero más caro me habría resultado que hoy hubiera visto esta foto y me hubiera echado en lágrimas por no respetar lo que vine a hacer al mundo, lo que soy yo, lo que me define. Seguro habría visto esa foto frustrada y no alegre y tendría todos los años perdidos en mis hombros. Así que pensé que todo se compensa, porque ese día sí me sentí insegura y sí pensé que mi atuendo estaba de más, pero hoy sonrío y me alegra haberme arriesgado. Porque el que no arriesga, ya saben que le pasa.

Y como esos muchas revelaciones estoy teniendo desde que llegué de Europa y pensé tantas y tantas cosas. Decidirme a ser más libre me ha costado caídas físicas y psicológicas pero en estos días en cama que mis amigos me preguntaban cómo estaba les decía que me sentía débil psicológica y físicamente pero que estaba contenta porque sabía que de algún modo estaba en el camino correcto y que estar débil no significa ser débil. Estar triste no significa ser tristeza y no tener fuerzas no significa que no era fuerte.

Me reconocí incluso en el fango (No exagero esa operación me salió más complicada de lo que pensé y se me complicó más cuando me colapsé por otros temas que pude haber tratado cuando estaba fuerte pero se me presentaron mientras estaba en cama).

Pero como una de mis frases favoritas me repito: El mar en calma no hace experto a un marinero.

Y así empiezo mis primeras letras ahora que no tengo anginas y que puedo decir con menos filtros lo que hay en mi corazón: Una búsqueda de libertad, una admiración hacia mi persona por ver esa foto y saber que sigo respetando mis sueños de niña y una gran responsabilidad hacia mi misión de vida.

Así amanecí hoy. En este canal estoy. Así estoy respirando.










jueves, 15 de mayo de 2014

LIBRO LUCÍA LA DE FLOR


FRASE:
“Me enamoré de la vida y no sé si decirle que la amo o esperar a que ella lo haga primero…”


LA AUTORA

            En honor a su madre Flor -quién se fue al cielo cuando ella era chiquita- fue que Lucía Orozco comenzó a compartir en un blog ese pequeño universo lleno de divertidas anécdotas y metáforas que reflejan en cada párrafo su naturalidad, ingenio y sarcasmo que terminan sorprendiéndote con una profunda reflexión, haciéndose llamar así: Lucía la de Flor.

Además ha creado un lazo empático especial con sus lectores, con quien tiene un contacto personal mediante redes sociales, un programa de radio, en la revista Quién y sobre todo en su blog, que es el que estás leyendo www.lucialadeflor.com donde escribe actualmente con esa hipertextualidad tan suya.
           
            Actualmente es conocida por la güera de melena larga que entre anécdotas y risas muestra su manera de ver el mundo, enfrentar los problemas y las trivialidades de cualquier ser humano y también como una autora que no se queda en su escritorio sino que se le ve hasta en la sopa, platicando sus historias. Siendo así una de las autoras más jóvenes y dinámicas de Jalisco.


 RESEÑA DEL LIBRO:


Estaba haciendo pis cuando se me ocurrió la frase “Me enamoré de la vida y no sé si decirle que la amo o esperar a que ella lo haga primero…” La puse en mi blog como muchas otras ideas que rondan en mi corazón y las plasmaba en ese diario virtual de dominio público. ¿Por qué? Por una fuerza instintiva a escribir, a compartirme con miedo pero curiosa de saber qué pensarás. ¡Como mandando una señal de humo sin saber por qué!  Tres años después he recibido tantos comentarios llenos de amor, que me quebré de rodillas al suelo, entendiendo que mis historias repletas de alegría para ti habían sido recibidas con el mayor cuidado y atención posibles, y una inmensa felicidad me llenó todita.

            Así que aquí mismo rectifico esa frase, y afirmo que la vida me amó primero y lo ha hecho todos los días, los buenos, donde el sol parecía que brillaba sólo para mí, y los “malos” que con ternura me enseñaron lo que ahora sé.  Es por eso que con este libro quiero gritarle a la vida: ¡Te amo yo también! ¡TE AMO Y TE AMARÉ SIEMPRE!

            Los dejo con tres años de relatos donde la vida y yo nos enamoramos, por lo que declaro que este libro es una HISTORIA DE AMOR y como tal, abarca los días nostálgicos, los alegres, los inspiradores y los mágicos. Son tuyos, ya no me pertenecen...


Una entrevista del libro en Colima... ¡JA!


SI YA LEÍSTE EL LIBRO PUEDES ESCRIBIR AQUÍ UNA RESEÑA:

¿CÓMO ADQUIRIR EL LIBRO LUCÍA LA DE FLOR?

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En la editorial Halo Publishing International
Calle Emerson #148 Suite 602
Del. Miguel Hidalgo
México DF 11570
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Sólo efectivo y en horario de oficina. Para cualquier duda marcar antes de ir.

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domingo, 4 de mayo de 2014

EL DESAYUNO PERFECTO


Por Lucía la de Flor



Las rodajas de jitomate las corté perfectamente, saqué la tablita, no fue en el pretil como otras veces, las espinacas más caras de Superama se calentaban en el aceite de oliva y batí los huevos en un plato hondo. Limpié la mesa y de cuando en cuando mis ganas de llorar no se podían contener pero luego no me salían más que tres lágrimas de las cien que tenía dentro. Quité las cosas de la mesa, el letrero del Taller de Manolo con el teléfono apuntado y el servilletero de Coca Cola. Puse flores. Y claro, en el ipod estaban las canciones que tengo en mi lista de “forever songs” porque puedo oírlas muchas veces y no me cansan. Son canciones para siempre… o no lo sé ¿Algo de esta vida lo es?

                Me preparé un té e intenté por medio de este desayuno en amarme. Necesitaba amarme. Fumaba mis recuerdos y expiraba lo que ya no puede ser que en realidad no quiero que sea, pero la nostalgia del pasado o la idea de saber que algo no es futuro me llenó de sentimientos encontrados. Y en lo que pensaba todo esto se me quemó poquito el “omelette”. O no sé qué era.

                Saqué la leche y el jugo de piña y al final decidí por servirme jugo con agua como siempre lo hago pero esta vez en una copa ¿Estaba celebrando algo? Mi pijama roja con corazones blancos… blancos como lo puro que no fue lo nuestro ¿O si lo fue? Alejandro Sanz, Florence and the Machine y Babasónicos me acompañaban ¿Estaba realmente sola?

                La música no sonaba lo suficientemente fuerte como la necesitaba, quería que retumbara y que temblaran mis pulmones y vaya que me jacto que mis bocinas tienen buen volumen pero esta vez no me fue suficiente. Le picaba al botón de “más” para ver si subía acaso. Pero no, ya no hay más. Ya no hay más y mi corazón no sé si por eso estaba roto.

                Le tomé foto a mi desayuno y comí. Necesito nutrirme porque dejarme abajo sería lo peor que podría hacer. Una cosa es que me dejes tú y otra cosa que me deje yo.

                Tuve una semana pesada, mi cerebro pensaba y pensaba y a veces no sé cómo callarlo y de lunes a sábado lo llené del estupefaciente universal y entre tequila y luces y algo de humo le pedí a mi cerebro que por favor me dejara poquito, un tantito tranquila.

                Es mucha la información recibida en estos días, de mi vida, de lo que quiero, de lo que no quiero, de lo que me hace ser, de los recuerdos que me definen, de los que tienen que no definirme y no puedo controlar, de las nubes negras que llegan a mi casa y luego después se van y el sol sale diciéndome con el poder de ochenta mil rayos que la vida va a estar bien.

                Yo lo sé, no sé por qué de pronto en lapsos me preocupo por ello, no debería, no debería, no debería…

                Fue un desayuno perfecto, vaya que lo fue y lo sigue siendo, si es necesario que me ame un domingo que despierto con la noticia de que hay más besos en tu boca no sé de qué me quejo si también hay más en la mía.

                En eso apareció Amy cantando “my tears dry on their own” y pensé ¿Qué tiene eso de malo? Quisiera sacar  más lágrimas de hecho. No me salen, no me salieron nunca como debían, hay más jugo del ojo en mi cuerpo del que debería de haber pero sacarlo es una vía muy dolorosa, que quisiera vivir porque no hacerlo es más tormentoso que el dolor… ¿Qué hay peor que el dolor? Entonces pensé.

                Esta cabeza que me dio Dios no para de pensar y la velocidad con la que intento escribir no le hace justicia a todo lo que siento. Pero bueno, ni yo misma tengo coordinada la evolución de mi vida, mientras mis lágrimas salen lento y por temporadas, mi cerebro viaja a la velocidad de la luz y mi corazón intenta dormirse porque no puede con todo. ¿Cómo haber osado pedirle a la vida que camináramos juntos si ni mi propio cuerpo lo hace?

                Así que después de desayunar me serví tequila a ver si mi cuerpo se ponía en sincronía para poder escribir lo que realmente hay en mi mente, voy bien pero hay más todavía. “You have a bad day” empezó a sonar y pensé que tal vez eso era, la vida estaba pasando para que fuera así sólo que hacerlo oficial me daba miedo. Me gustaba vagar por el camino de “tal vez en un futuro todo se solucione, tal vez es sólo un reajuste, tal vez al estar separados nos demos cuenta de que lo que vivimos es un imán que nos volverá a juntar porque sí, porque no sé pensar de otra manera…”

                Pero no, todo es una aferración al pasado. Que terca soy. Mi debilidad en esta vida han sido las despedidas y para bien o para mal no me gusta que sucedan. Me da tristeza ver cómo el presente se hace pasado y luego siendo pasado no vuelve a ser presente. Aunque realmente no desearía que lo fuera. Es toda una contradicción, una de tantas de las que dije que viven en mi cerebro. Si alguien pudiera entenderlo quisiera que me lo explicara.

                Y ¿Sabes algo? Creí que yo era culpable. Soy demasiado, no soy una niña normal, vengo con el paquete de un cerebro que siempre está pensando y un alma que no deja de exagerar, un corazón con buena memoria y con la capacidad de revivir los momentos con más ¿Más qué? No sé, en todo este embrollo pensé que yo estaba mal.

                No te echo la culpa mi amor pero si de algo estoy segura es que no estaba mal. No supe amar de otra manera y cometí el error de en tanto amor dejar de hacer mi voluntad. Callarme un poco de lo que mi cerebro dice, matizar con superficialidades lo que mi corazón sentía para que no se viera tan loco de amor e intentar olvidar tus besos al mismo tiempo que los daba para que no te dieras cuenta de que no había nadie que los pudiera recordar.

                Asegurada con esa llave que yo misma me hice y no estudié yudo, me hice más nudos y algún día esto tenía que explotar. ¿En qué momento de esta historia pensé que ser yo misma era una desventaja en el amar? Hoy mientras desayunaba y como muchas otras veces ya lo había entendido me reafirmé que mi alma tiene que estar entera bajo cualquier circunstancia, pero sobre todo en el encuentro “furtivo” con cualquier alma.

                ¿Por qué ocultar lo más maravilloso que tengo? ¿Por qué asimilarme a tus caprichos donde los míos no cupieron? ¿Por qué permitir que en voz baja o con sólo gestos me estuvieras achicando para estar en un tamaño natural? Naturalmente cómodo para ti, que necesitabas que no brillara para que pudieras tú brillar.

                Necesitaría más desayunos como el de hoy para perdonarme. Para poner en sintonía a mi mente y a mi corazón. Si es que algún día eso puede lograrse.

                ¿Cómo es que algo a veces se disfraza muy bien? Hasta yo creí que era amor. ¿O lo fue? Si esto fue amor entonces mi cerebro me exigiría una razón válida para que no estuviéramos juntos. Válida dije, y con válida me refiero a una montaña más grande que el tamaño del amor que sentía por ti, una que fuera tan gigantesca que le diera sombra a mis sentimientos de tal modo que… no, ni siquiera la montaña hubiera sido válida. Cuando el amor existe ¿Hay alguna razón más válida que el amor mismo para separarse?

                Pensé eso durante meses. Tal vez la respuesta se encuentra en que tiene que ser mutuo.
                Cuando algo no es mutuo del lado donde sí lo es tiene que morirse, dejar en el pasado lo que fue y permitir que el presente no ocupe ese espacio que de todas formas está vacío de ti. A esto le llamo eutanasia del amor. Algo que viví y no se lo deseo a nadie pero a la vez, estoy a favor de ese proceso cuando una de las partes ya está muerta.

                Si mi pierna dejara de servir por una infección rara y se pusiera morada y afectara a mis otros órganos, desearía que me la cortaran. ¿Extrañaría mi pierna? Con todas las fuerzas de mis cinco deditos hasta recorrer rodilla operada, y muslos que mi papá apretaba cuando me quedaba en el carro dormida y tenía que bajarme a la escuela. Cómo me chocaba. Pero todo, cada paso hubiera extrañado si me cortaran la pierna.

                ¿Los recuerdos también se amputan? Hoy metafóricamente me desperté en urgencias, enfermeras y doctores me ponían un tanque de oxígeno y me recorrían por el pasillo de un metafórico hospital. No había nadie que me tomara la mano, estaba sola con los doctores y enfermeras en un lugar que no había conocido.

                Hablaban entre ellos como si yo no los oyera, se referían a mí en tercera persona como si ahí no estuviera y cuando menos me di cuenta me anestesiaron. Hoy en la mañana me amputaron mi amor por ti. Fue una decisión de Dios para preservar la parte que queda de mi cuerpo, como la historia de la pierna. Dios a veces amputa las partes infectadas de nosotros cuando no nos damos cuenta porque de otra forma, al no ser conscientes de nuestras estupideces, terminaríamos suicidándonos inconscientemente.

                Sedadita pude sentir que Dios no sentía feo por hacerme esto, Él estaba deseando que entendiera y sabía que en mi fuerza y en mi sabiduría que no considero pequeña, iba a entenderlo todo. No dudo le haya pedido a las enfermeras que me trataran con la mayor vulnerabilidad posible y al doctor le advirtió más de una vez que yo era su hija.

                Vaya que uno en su grande o poca conexión con Dios, el cosmos o la vida misma, a veces nos cuestan este tipo de amputaciones.

                Al levantarme estaba en mi cama, la cicatriz estaba en mi pecho, supe lo que había pasado, recobré la consciencia y al sentir el vacío de aquel lugar que ocupaba la parte infectada, aunque esté segura de que era algo que iba a podrirme toda, me dolió el hueco del espacio que ocupaba. Como buen ser humano masoquista que soy.

                ¿Le hablo a alguien? ¿Me quedo sola? Era muy de mañana mis ojos todavía no afocaban bien y no sabía qué necesitaba. Aunque sabía que un ejército de amigos llegaría a mi lado en una situación como esta, opté por hacerme de desayunar, con una invitada muy especial, conmigo, y además, para estar a la altura de la invitada, no iba a ser un desayuno cualquiera, tenía que preparar un desayuno perfecto.

                “Las rodajas de jitomate las corté perfectamente, saqué la tablita, no fue en el pretil como otras veces… las espinacas más caras de Superama se calentaban en el aceite de oliva y batí los huevos en un plato hondo… Limpié la mesa y de cuando en cuando mis ganas de llorar no se podían contener pero luego no me salían más que tres de las cien que tenía dentro. Quité cosas de la mesa y puse flores…”

A eso lo llamo hacer el amor conmigo misma. Lo hice, de pronto me sentí con las ganas de prepararme un baño, me desnudé mientras la regadera estaba sacando el agua caliente. Me vi al espejo y me encontré algo más que bonita, yo mis ojos hoy tristes, no dejaron por tristes dejar de ser mis ojos, mi cuerpo que a veces se siente sólo tampoco dejó de ser mi cuerpo, mi tono de piel trabajadora, mi pelo sucio de ayer, pero igual de bonito. Ojeras, y de pronto, me asusté, entré en un pánico indescriptible al ver algo que jamás había visto, la tremenda cicatriz vertical en medio de mi busto. Entonces la recorrí suavemente con mis manos y me miré a los ojos en el espejo pensando ¡Dios mío! ¿Entonces no lo soñé?