martes, 27 de enero de 2015

CÓMO AMANECÍ: Pasando al pizarrón.





Hay días que dan risa, otros que no tanto. A veces se está feliz sin razón, otras estamos de mal humor y no sabemos por qué. A veces podemos llorar teniéndolo todo, otras reír en el peor día... y es que la vida, las circunstancias y nuestra actitud hacen una trenza bien, bien bonita.

Es mentira que gente que admiras no tiene días desgarradores o actitudes equívocas, no es verdad que los adultos siempre somos un ejemplo. A veces somos el ejemplo de lo que no se debe hacer y bueno, es parte de existir no ser perfecto o tal vez es perfecto ser así, tal cual somos.

Amanecí otra vez a las cuatro de la mañana, ya no tenía sueño, no sé si es el cambio de horario que no me he acostumbrado y ya debería pero ¿Les confieso algo? Es algo extraño pero estoy amando levantarme a las cuatro y media de la mañana. Al “cabos” me duermo como a las nueve de la noche es algo extraño y me encanta, a ver cuanto me dura.

Besayuné y me fui al gimnasio. No había salido el sol… ¡Le gané! Sí, me sentía una ganadora y hoy es uno de esos días en los que independientemente de todo uno hace su tarea y la hace con ganas. He aprendido que en eso consiste la vida, en hacer lo que a uno le toca. En pasar al pizarrón. 

No, el miedo no sería nuestro aliado en este proceso así que dediquémoslo a callarlo. Y es que siempre que grita el miedo, luego no escuchas lo que sí tienes que hacer. No fuimos hechos para nada, tenemos trabajo. Yo, tú.

Y para poder ponernos en acción necesitamos estar completos, o al menos casi. Y eso es lo que a mí me andaba faltando. 

¿Qué es estar completos? 

R= Es no sólo tener amor propio y voluntad, no es sólo chiquearte o cuidarte de lo que te hace daño, no es sólo evitar malos ratos e intentar vivir saludablemente y tener lazos afectivos sanos… además de todas esas cosas debemos de ser verdaderamente nuestros mejores amigos, nuestros partners, nuestros BFF o a mí me gusta decirle "besties". Ejemplifico:

¿Te acuerdas de ese amigo o amiga que te sacó del infierno aquella vez? El que te prestó dinero, el que se metió al fango contigo, el que te defendió y se metió en problemas por ello, el que te dio cachetadas psicológicas para que despertaras, el que te abrazó cuando ya no podías más y te apretó tan fuerte que te pasó energía cósmica que te hizo ponerte de pie, o el que se acostó contigo cuando no podías más y al menos te hizo compañía…el que fue compasivo, el que no te juzgó, el que te apoyó y te defendió hasta el fin: Eso, eso es un bestie y eso tienes que hacer por ti.

Es difícil lo sé, tiendo a veces cambiar de carril y dar vuelta a la derecha al papel de víctima donde le hecho la culpa a todo mundo de no tener esto o aquello… pero no, ser víctimas no es un estilo que nos convierta en protagonistas y como dije en párrafos anteriores, no fuimos hechos por nada, así nomás, para que hagamos nada.

Y entre el descubrir nuestra vocación y misión de vida y entre llenarnos de las herramientas que necesitamos para ser los héroes de nuestra historia y en lo que aprendemos a ser nuestros mejores amigos, sí, hay muchas lágrimas de por medio, bajones de ánimo y pérdida de fe, pero, amigo mío, amiga mía, el no saber a dónde ir es parte del camino, el crecer lleva dolor de huesos, el querer rendirte es un llamado que siempre llega y algunas veces contestamos, el sentir que no puedes es parte de la prueba y el reprobar a veces es necesario y el sentirte que tal vez esa misión no es para ti es parte de una zona de confort que a veces necesitamos - pero no para siempre-… y querer inconscientemente insistir es parte de tu todo.

En el fondo de nuestro corazón hasta las personas más cansadas de luchar saben que no pueden parar… y los que son más introspectivos –yo todavía no tanto en ese aspecto – descubren que la vida se vive sin estar buscando premios por nuestras acciones. Quien encuentra el verdadero sentido de vivir sabe que no necesita una estrellita en la frente.

Ojalá algún día aprenda un poco de todo lo que estoy diciendo. Pero en eso amanecí pensando. La fe es extraña porque aún cuando se pierde se tiene… ¿No lo han sentido?

¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

lunes, 26 de enero de 2015

CÓMO AMANECÍ: Con actitud.





Gueros días chulos, ya volví.  No voy a hablarles todavía de nuestro viaje asiático porque todavía no lo proceso pero sí voy a decirles cómo amanecí. 

Me desperté a las cuatro de la mañana, me había quedado dormida creo que como a las nueve, no sé, llegué a mi casa después de un domingo familiar donde les conté cómo me la pasé mientras mis casi diez hermanos estaban en la grandota mesa de la casa. 

Fue un buen domingo, pero estaba cansada, llegué a mi casa y caí, ni siquiera pude ver quién ganó en miss universo. Así que me desperté a las cuatro de la mañana, supongo que todavía no me acoplo al horario de aquí o no sé...

¿Han visto la escena de comer, amar, rezar donde ella se levanta a media noche a rezarle a Dios? Así empecé: Dios… fíjate que. Duré unos quince minutos, otros quince me quedé sin hacer nada y luego pensé que si quería tener un buen inicio de semana necesitaba volver a dormir y así lo hice. Me levanté preparé todo para el gym y me subí a mi Chevy. Otra vez volví a hablar en voz alta, insistiendo y haciendo muchas preguntas al universo. Y es que, les soy sincera, últimamente mi cerebro piensa tantas cosas a veces tan extrañas que estoy cansada de mi mente. Creo que me hace falta confiar un poco en el universo y relajarme otro poco más.

Un poco angustiada llegué al gimnasio y puse la lista de “feeling good” de spotify y corrí lo más que pude, sintiendo el sudor caer como si fueran mis angustias. Pensé entonces que tal vez con actitud llegamos a lograr las cosas aunque a veces no creamos, no sé cómo explicar, y es que mientras iba en el carro para acá sentí que tal vez muchas veces no sabemos ni qué onda con nuestras vidas y casi siempre creemos que por la edad que tenemos deberíamos de tener todo mega estudiado y listo y la verdad es que no es así. La vida no es tan predecible y los caminos no tan específicos y debo de repetirme una y otra vez que eso está bien.

Corrí más. Entendí que independientemente de todo lo que piense mi mente, de la mucha o poca fe que cargue sobre mis hombros, no iba a soltarme de algo: Actitud. Creo que la actitud me ha salvado muchas veces. Siempre hay la opción de tirarse al suelo o la de levantarse temprano a correr y mientras lo haces darte cuenta que “Here comes the sun”.

Entonces amanecí pensando en que me gustaría compartir un poco de actitud. No es que ustedes carezcan de ella, créanme, yo creo que hoy el mundo entero se levantó con más actitud que yo, pero cuando me refiero a compartir es que la verdad sí me puso de buenas entender que cuando no entiendas debes de sostenerte de tu actitud. Y es que cuando iba en el Chevy en voz alta dije: Dios, no sé de qué sostenerme. (Ni crean que se me puso aguita en los ojos mientras escribí esto).

Todo va bien, no es que esté pasando una tormenta ni nada, pero mi mente a veces no se para y no sé porqué llega a atormentarme. (Y aunque se oiga triste escribí esto riéndome porque sí, mi mente aunque sea un torbellino sé, que al final “here comes the sun”).

Es loco. Pero bueno, mi vida nunca ha sido normal así que no es anormal lo que digo. Lo único que puedo terminar diciendo es que es extraño que a veces he analizado mi vida y cuando no creo y estoy decaída, actúo como si sí  creyera. Haz de cuenta, cuando creo que no voy a lograr algo, actúo como si sí lo fuera a lograr y a veces funciona. Entonces creo que la respuesta a la pregunta “¿De dónde me sostengo” es: De mi actitud. Y que venga a decirme cualquier persona si no nació con ella porque lo regaño diciéndole que existe en cada uno de nosotros.

Ese “mood” de vestirte más guapa cuando estás dolida, ese suspiro que te echas en las canciones tristes pero que te empujan a creer que algo bueno va a pasarte, amo ese echarle el doble de ganas cuando no sabes ni que onda para que al final siempre la incertidumbre se disperse en medio de tanta actitud.

Así que comienzo esta semana diciéndoles que dentro de cada uno existe ese fabuloso espectáculo de optimismo que a veces nos olvidamos porque dejamos que las cosas externas nos definan. No señor, nosotros definimos y decidimos con qué actitud tomar todo.

Fin del comunicado. Amanecí dos veces, una a las cuatro de la mañana enredada en mis pensamientos y otra corriendo sudando mis preocupaciones. Una buena manera de llegar a la oficina. ¿Y tú cómo amaneciste? ¿Quieres amanecer otra vez? Se vale. Porque no es lo mismo despertar que amanecer. Los quiero.