viernes, 1 de febrero de 2013

MI EXPERIENCIA EN RECORD GUINNESS

¿Se acuerdan del Record Guinness del discurso más largo del mundo que les posteé hace semanas?
Bueno pues les platiqué que había participado pero no les dejé mi experiencia, sino más bien les hablé un poco de lo que hubo y esas cosas pero ¿adivinen qué? Una personita grabó una partecita de mi discurso y por eso le dedico el post y se los comparto a ustedes ¡Gracias Minerva!
Llegué, estaba tan nerviosa que las hojas temblaban. ¿Qué podía pasar? No sé, la adrenalina se había hecho presente y nerviosa daba vueltas en lo que esperaba mi turno. Me regalaron agua de horchata. ¿Qué podía salir mal? – Pensé otra vez. Sabía que no había ensayado, sólo tantito en la oficina pero  ni lo había dicho bien. No había practicado porque justo un día antes había cambiado el discurso por ocurrencias que no me sorprenden en mí.
No era mi preocupación el hecho de que fuera a equivocarme. Tal vez me sentía responsable porque tenía la oportunidad de que me escucharan media hora y quería dejar algo bueno al mundo, aunque suene cursitirijillo.
Da mucho miedo hablar. Pararte en un lugar donde la gente puede tirarte un jitomate. Pisar un espacio que otros podrían pisar con la misma o mayor dignidad. No lo sé.
Es natural pensar “¿Por qué yo?” y reconocer que alguien pudo haberlo hecho mejor. Pero por otro lado pensé que siempre va a haber personas mejores y que en ese momento quien iba a hablar era yo y no alguien más y que la competencia que había creado en mi mente era conmigo misma. Que la gente escucharía si le interesa y si no se iría. Que todos somos libres.
Y precisamente mi discurso trató de tres cosas: El miedo a hablar, el miedo a la muerte y a la libertad.
El primero era palpable, el segundo me refería más bien a la muerte espiritual, a no ser lo que puedes llegar a ser por miedo, porque otros pueden hacerlo mejor. Y el tercero: el miedo a la libertad. Tememos levantar la mano y decir “yo puedo”. Porque eso implica una responsabilidad.
Pero ese día, cuando me topé a Daniel, no tuve miedo de que me invitara a participar. Y cuando me dijo que me daba media hora, aunque supe que nunca lo había hecho, dije que sí. Porque hay una frase que escribí en una cartita de amor de un novio que tuve hace mucho y se ha convertido en la frase que guía mi vida.“Soy una mujer que cambió el miedo por amor, eso me llevó hasta aquí, y de eso nunca me voy a arrepentir”.
Al final, las hojas temblaron solas porque no las usé. Y como buena noticia, una personita que no conocía, me grabó con su blackberry y me mandó este video a mi facebook. ¡Gracias Minerva! A ver si les gusta.
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