viernes, 1 de febrero de 2013

LOS ESCRITORES SE ROMPEN CABEZA Y CORAZÓN

Siguiendo con el mood de la FIL, los dejo con un escrito que hice hace tres años y  que habla un poco sobre valorar el esfuerzo que hacen los escritores… pero primero lean el de ¡A leer! y después este… si ya leyeron el de “¡A leer!” entonces ¡Empezamos!
Acabo de terminar la película sobre la vida de Jane Austen. “Becoming Jane”. No pude dejar de identificarme a cada paso con ella como ya lo he mencionado en varios escritos. Pero su biografía llegó a sorprenderme tanto que inició mi inspiración, esa que va y viene cuando le da la gana.
Todo tiene sentido. Pensé. Una persona que escribe tiene que tener mucho tiempo. Justamente hoy dediqué todo mi día a la escritura y tan sólo salían párrafos de mediana calidad que me hacían enfadar y servirme otro caldo de verduras.
Hace mucho leí que los escritores pagaban un alto precio por su oficio, y ese era el aislamiento que llevaba a la soledad. Mi hermana mientras yo escribía mi libro interrumpía una y otra vez con comentarios que en otro momento me hubieran parecido incitantes a conversar. Pero ahí estaba el genio que rodeaba un rompimiento brusco de inspiración por alguna pregunta como “¿Ya viste qué bonito está el árbol de navidad?” “¿Tu crees que…?” palabras que no entendería puesto que uno de mis personajes principales estaba muriendo de la tristeza así que lo último que deseaba era no ser invadida por un comentario mundano y coloquial que obstaculizara el sentido que quería darle a mi personaje.
Ayer fui a un lugar que se llama “Pare de sufrir”. Mis amigas bailaban con sus novios y yo me senté en una mesa de Coca-Cola frente a un hombre vestido con traje antiguo y sombrero de estilo maleante que me observaba desde media hora antes. De pronto un hombre guapo antes de que hablara se acercó a mí y me preguntó cómo me llamaba.
- Lucía
- Mucho gusto yo soy Gerardo. Y ¿Qué haces Lucía?
Pensé que el hombre había sido muy valiente al acercarse a mí porque a decir verdad mi cara no mostraba la simpatía necesaria para que lo hiciera, de hecho podría invitar a que desapareciera la gente a metros a la redonda, pero yo no estaba de genio, estaba cansada y hay veces en las que me gusta ser espectadora.
- Nada, y ¿tú? – Se hincó para poder platicar ya que yo estaba sentada.
- Llevo cinco años viajando por el continente americano y acabo de llegar, empecé en Canadá, después en Buenos Aires, Colombia y muchos otros lugares, y ya sabes, se hace uno mañas… – me sonrió.
- ¿Qué clase de mañas? – Lo vi con cara de “no me salgas con nada pervertido o te golpeo”.
- Bueno pues a ganarse la vida como puede, yo fui mesero, después pasé por varios trabajos como leer la mano y artimañas de ese tipo.
- ¿Leer la mano? ¿Qué dice la mía? Ve por esa silla y siéntate.
Fue por su silla y se sentó, yo le presté mi mano y no quise mostrar mi “yo” para ver si era cierto o era un charlatán. Que bueno, la verdad no sé si creer en esas cosas así que lo único que pensé era que iba a ganar más con esa conversación que mirando al sombrerudo que no se veía con buenas intenciones.
“Eres una persona muy sensible”. ¡Claro! ¿Cuál era la novedad? Es un cliché de ser mujer. “Tienes el área creativa muy desarrollada y posees habilidades para la escritura pero tu conciente no deja trabajarlas como debería… tu inconsciente tiene más cosas que ofrecer pero no lo dejas escribir. En el amor eres muy flexible… todo te parece, estás a la expectativa de cualquier cosa, no tienes nada definido entonces como tus alcances son tan grandes al final te quedas sin nada. No tiene malo no ser flexible, pero debes tener firme tu criterio y dentro de él, ser lo flexible que desees… pero no dejar a tu criterio en segundo plano porque no tienes nada definido… eso también pasa en el ámbito laboral, tienes miedo de tomar algo definido así que estás indefinida. Pero no te preocupes, una línea de la mano puede cambiar en dos semanas de forma radical aunque no lo sepamos….”
Yo le pedía una explicación respecto a la razón por la que estaba diciendo todo eso… a decir verdad me estaba dejando llevar por sus explicaciones y la intriga de saber que alguien estaba describiendo una parte de mí que conocía perfectamente bien pero no quería aceptar me daba coraje. ¿Quién se creía para definirme?
Hace tres o cinco años eras muy diferente a cómo eres ahora. Antes no entendías el mundo como lo entiendes ahora y tal vez hace cinco años tus manos estaban marcadas diferente. Pero cambiaste.
¿Qué novedad? ¡Todos cambiamos! Lo dejé continuar. “De tu futuro sólo puedo decirte que no veo nada… está muy oscuro el lugar, pero en general no hay ni novio ni hijos… pero como te digo, todo cambia…”
- ¿Ahora estoy cansado podemos hablar de otra cosa? – me dijo.
- No, de hecho ya me voy, gusto en conocerte.
Mal me despedí de mis amigas y me fui con una pareja de amigos para alcanzar ride. Tenía ganas de llegar a escribir y justamente pensé que nada deseaba más que estar en mi cama con mi lap top lista para aumentar más páginas.
Hoy que me desperté pensé en que aunque puse la música indicada para escribir, el día llovía para acabar con el ambiente perfecto y había cocinado caldito de pollo, no tenía inspiración alguna.
No he vivido las experiencias suficientes o se me han olvidado. Sentí coraje. Me hubiera gustado estar enamorada por hoy, nada más para poder escribir una parte del capítulo en el que lo necesitaba. Así que abrí mejor el documento donde estaba el capítulo de lo más amargo de mi libro. No es que estuviera triste, es que era lo que podía describir mejor.
¿Qué hacía Jane Austen para escribir? Dejé todo, le pedí a mi papá una cobija (porque las guardamos en su clóset y se me había olvidado y ya había pasado varias noche con frío por mensa).
Abrí una página de Internet donde veo películas online y busqué Becoming Jane. Para ver su autobiografía y entender porqué hizo tan increíble libro como es Orgullo y Prejuicio, Mansefield Park, Persuasión y Sensatez y Sentimientos.
Vaya película. Mientras la veía entendía que tal vez (y no quiero menospreciar en lo absoluto a una escritora que admiro bastante) pero sus novelas fueron emociones que existieron y no parte de su creatividad, es decir, si existía un Mr. Darcy de carne y hueso y la desgraciada posición de una mujer de poca fortuna, que en este caso era ella, ella y su hermana inseparable, la madre un poco imprudente, el padre que la entendía, los cerdos y gallinas… ¡Todo era verdad!
Y yo que me había sentido estúpida por no poder escribir hoy. Tal vez me estaba exigiendo demasiado queriendo poner en renglones sentimientos que a diferencia de Jane, hace años no pasan por mi cabeza o nunca han pasado y nunca lo harán. Así que tuve un poco de compasión hacia mi persona y me preocupé por el final de Jane…
¿Terminará con Tom? Al principio que presentaron al personaje dudé que un personaje tan peleonero y mundano como Tom, se ganara la atención de  Jane que lo sabía todo a través de sus libros.
Sin embargo, el tonto Tom nunca encontró la seguridad personal que Jane tenía y esta mujer tan mágica lo intimidaba y aunque trató de buscarla en la calle, nunca encontró nadie similar en ninguna emplumada mujer de Londres ni en sus amiguitas de los burdeles.
Pero se amaban. Aunque dos seres así era de esperarse que la sociedad los señalara y rompieran parámetros que les causarían problemas, así que “echarse a la fuga” como cualquier hombre y mujer de ese siglo era la única solución. Que ambos tuvieran el valor de hacerlo era de aplaudirse, porque generalmente alguno de los dos se deja llevar por otra escala de valores que no es el amor hacia él o ella.
¿Y el final? No quiero decir que lo predije pero lo predije. Es imposible que hubieran terminado con juntos y después escribir seis novelas. Las emociones se desvanecerían, y la veneración hacia la pareja del día a día hubiera sido suficiente como para también venerarla de noche mientras escribía.
En cambio, si el amor de su vida no está contigo esto te  llena de sed que se convierte en letras que llenan renglones de conversaciones imposibles y realidades tan irreales como su realidad.
Así que de nuevo me pregunto ¿Quiero ser escritora?
Los sueños cambian ¿Así como la huella de las manos? No lo sé. Lo único que sé es que gracias a Dios tengo sueños. Los de Jane Austen parece ser que no se realizaron… su queridísimo Tom terminó casado con alguien que no amaba y le puso a su hija menor Jane. Y del fruto de esa frustración brotaron una a una las hojas de sus libros.
Así que no temo por los sueños frustrados, porque como le pasó a Jane que a través de su desamor pudo escribir tantas novelas tan hermosas, a veces de lo podrido se saca la mermelada más dulce.
GRACIAS POR LEER…

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