viernes, 1 de febrero de 2013

¡RIQUI RAN!

Obviamente dedicado a mi tía Lupe, a Laura Barba que me sugirió escribir sobre la felicidad plena y no siempre referente a la pareja y a Valeria, una personita que hermosamente me comentó que podía crecer más como escritora y que podía echarle más ganas. ¡Gracias a ustedes tres!
Este escrito es también para  todas esas personas que amanecen “tristes” por ser 14 de feb o suplican al mundo que alguien les mande una rosa… lean esto y se van a dar cuenta que el secreto de la felicidad está en dar. De veras, lean… me revuelvo y cambio mucho de temas pero si leen cuidadosamente creo que sí logré darme a entender. Los quiero.
Si me dicen que recuerde a mi tía Lupe, las cosas que me vienen a la mente son sus ojos azul grisáceo, la farmacia, partido en medio con dos chabetas a cada lado, las nuevas hojitas de la Virgen, el padre Mata… y su impresionante “¡Riqui ran!”.
- “Riqui ran, riqui ran, los maderos de San Juan, piden pan… no les dan…”
Y no se que más pasaba que acababa con la palabra “pescuezo” y haciéndote cosquillas.
¡Pero ojo! el riqui ran se le practicaba más a bebés que a niños en sí.
La tradición cuenta que se colocaba al bebé frente a ti, (o en este caso frente tía Lupe) y ella tomaba sus manitas y lo mecía para atrás y para delante mientras cantaba el riqui ran. Era infalible no provocar una sonrisa del infante en cuestión.
Pero el problema era cuando ya estaba uno grande (grande seis años). Ya tienes la edad suficiente para entender que no eres un bebé y que los riqui rans no son para ti. Es entonces que te toca ser espectador y aguantarte las ganas de gritar “¡Yo también quiero!”
¿Qué feo no? Desear algo y tener pena de pedirlo y con tan sólo seis años. En fin… el punto es que hoy, a las ocho de la mañana, poniéndome crema en las piernas (porque es una costumbre que a veces se me pasa), ¡PUM! Pensé en el riqui ran, en mi tía Lupe, en que es impresionante cómo desde pequeños necesitamos ternura, y que también desde pequeños tenemos miedo a pedirla.
No podía creerlo, de verdad ahora que lo escribo se me invade el alma de asombro. Me transporto a la escena…
El infinitamente cómodo sillón a rallas zigzag pastel (vean la foto, sólo que ese sillón no es, pero sí es la tía Lupe con Lucía la de Flor y Pelín, su hijo). Tía Lupe vestida de salmón (se me figura) y memito o algún primo más chico que yo, de esos que odiosamente aún llevaba un diminutivo en su nombre; meciéndose con una sonrisa que no puede con ella mientras mi tia lo mira tiernísima pronunciado el celestial riqui ran de una manera chiqueada y lenta…. “sssshiquiii… shaaan” levantando sus cejas para admirar cada gestito de aquel niño.
¡Qué envidia! Yo al lado de ella, con un peinado de limón, boca de caramelo, panza de pollo, zapatos de charol, cabello cenizo. Suplicando un riqui ran en mi interior. Culpándome por haber crecido y no ser tan linda como santiaguito o memín.
De pronto…
Volví a dónde estaba: Ocho de la mañana, poniéndome crema… descolgando un vestido recién planchado. Negro.
Colocando una diadema en mi cabello. Negra. Tratando de ser bonita… para el mundo… para que me quieran… para que la gente me de “riqui rans” al pasar. Para ser atractiva…
Y una lluvia de información venía a mi cerebro… ¡Y QUERÍA PARAR MIS ACTIVIDADES Y ESCRIBIR! Pero tenia que llegar al trabajo.
La claridad: saber que seguía siendo esa niña caramelo… como la de la canción… que buscaba el amor de “Una tía Lupe” …que tal vez hoy se llame “galán”… “admiración en el trabajo”… “que mi papá esté orgulloso de mí”… “que mis amigas me necesiten…” “saberme amada por Dios”… por el mundo, por un niño pequeñito que sonríe de coche a coche… por un ex novio, aunque sea nada más por ego.
Brotaron las ideas como cascadas que salían de mi cerebro y tronaban en mi corazón.
Entonces pensé en Sara, que cumplió siete años ayer y le hice un video.. Resulta que cuando lo vio se fue llorando a su cuarto porque le dio sentimiento.
Para mi asombro, le dije a Ana (su mamá), que no pensé que reaccionaría así. Que me disculpara. Colgamos… yo me quedé pensando en que subestimamos los sentimientos de los niños.
JAMAS IMAGINÉ QUE UN NIÑO TUVIERA NOSTALGIA. PENSÉ QUE ESO ERA COSA DE GRANDES… DE PERSONAS CON PROBLEMAS Y RESPONSABILIDADES QUE VIVIAN UN MUNDO MADURO…
Que inmadura fui. Pero me costó 24 horas entenderlo. Porque hoy, a las siete de la mañana, mientras me ponía crema en las piernas, recordé que los mismos sentimientos que tengo ahora, los tuve a lo seis.
El miedo a no ser tierna no ha escapado de mí. Tal vez cuando creces se convierte en miedo a no ser sensual, o capaz, o amada, necesitada, especial, indispensable…
Pero todas esas cosas no son más que sed de ser tiernos para que gente nos abrace sin pedirlo … sino porque simplemente ¡SOMOS IRRESISTIBLES!
Y si a caso no nos sentimos así, recurrimos inmediatamente a dietas rígidas, depilaciones con máquinas raras, tintes, maquillaje, esteroides (si se es hombre)…o preferimos tirarnos en el sol con aceites de dudosa procedencia mientras podríamos estar jugando en la alberca…
¿No sería más fácil pedir? Tía Lupe… ¿Me haces riqui ran?
Creo que el problema es que tenemos poco umbral de dolor hacia el rechazo… no estamos capacitados para que nos manden a la fregada y un “¡No!” podía traumarnos de por vida, crear una herida que nos haga sentir “heces” (disculpen la palabra pero es el ejemplo perfecto), y con ello vivir desdichados por el resto de nuestra existencia.
Así que es más inteligente recurrir al bronceado canceroso o incluso a una cirugía plástica que nos devuelva la seguridad y por la que apostamos recibiremos ternura.
Después pensé en mis últimas citas. La verdad ese es un tema medio extraño porque por una razón o por otra cada una es un chiste para contar. Pero lo que quiero aprovechar de ellas para complementar mi punto, es el hecho de que no me culpo por sacarme las cejas, ponerme agua oxigenada en el sol cuando voy a la playa para hacerme más guera y a veces negarlo, verme en un espejo por atrás para ver como me ven cuando voy adelante, no recargar tanto mis muslos en la silla para no verme más piernona que mi cita en cuestión, no ponerme tacones tan altos cuando él es chaparro o simplemente echarme sola a llorar los días que me siento gorda y fea.
Seguía untándome crema… pensando que era normal, era mujer y mi instinto femenino me iba a llevar por esos caminos para hacerme sentir bella y viva.
Comencé a justificarme por querer maquillarme o caminar coqueta (como la de jeans) y descubrí que al final de cuentas querer atraer era un instinto meramente animal. Come on! ¡Los pavo reales lo hacen! Entonces me quedé tranquila y suspiré poquito.
Mujeres quieren ser conquistadas, mientras los hombres buscan que ellas no puedan vivir sin ellos (porque por más de que se quejen que a veces somos intensas y queremos atención, en el fondo eso les da seguridad).
¡PERO TODO ESTE “JUEGO” SIEMPRE ME HA CAUSADO UN CONFLICTO ENORME! (Y creo que no soy la única).
Y es que a veces tengo la pregunta que pasa una y otra vez en mi cabeza…
¿Y SI QUEREMOS DAR PRIMERO? Es decir, dejar por unos minutos querer atención de pavo real y convertirnos en un labrador miel con un juguete en mano y poner cara del gato de Shrek. Simplemente porque queremos regalar y regalarnos un buen rato… y estar tan convencida de ello que no temes ser quien lo pida…
Ya escuché la voz de mil amigas, mis primas, mis hermanos…
- ¡Luego no valoran!
- ¡Va a jurar que le encantas!
- Se le va a subir
- Luego se dan su taco
- Que le cueste…
- ¡Espérate a que te hable!
Y yo que en mi seguridad hago caso, me quedo con las ganas de algo que aprendí en un libro hermoso que está basado en un cuadro de Rembrandt.
“La parábola del hijo pródigo”. De Henry M. Nowen (algo así no quiero investigarlo en Internet si está bien escrito o no).
La pintura se basa en una parábola de La Biblia que trata de un hijo berrinchudito que pide la parte de su herencia y se la gasta como tú y yo sabemos… jajaja…. Viajes, música y rock and roll…
Y después regresa con su Padre y le pide misericordia. Y obviamente después de haber leído como se gastó todo sin importarle su papá… te dan ganas de que lo ahorquen.
¡Y LO QUE HACE EL PADRE ES HACERLE UN RIQUI RAN AL DEGRACIADO!
Obviamente me dan celos. Y me remonto a la escena de la niña caramelo, el bebé sonriendo y la tía Lupe chiqueándolo. ¡NO ES JUSTO!
Bueno, pues este sentimiento es el que tiene el hermano mayor, que se quedó trabajando las tierras del Padre mientras el chiquito despilfarró todo.
Y al final, el libro hace una invitación. Dice que pasemos de ser hijos pródigos, a la etapa madura del hijo mayor que decide quedarse y después a una etapa aún más madura:
A TRATAR DE SER CARIÑOSOS COMO EL PADRE ES CARIÑOSO.
Y del mismo modo, con las relaciones de pareja, a veces pienso que por aquello del miedo al rechazo, creamos una regla infalible:
SI QUEREMOS AMAR… ANTES PEDIMOS SER AMADOS. ¡O UNA SEÑAL DE QUE SEREMOS! UNA PEQUEÑA GARANTÍA QUE NOS DE EL “SIGA” PARA DAR.
Y creo que por eso he tenido problemas en mis citas. Por más miedo que tenga al desamor o rechazo (que creo que todos hemos probado de esas aguas). A veces omito esa regla y me entrego con detalles que muchas veces no son valorados. Y mis amigas y mis hermanos me dicen:
¡Te dije!
Puede que tengan razón pero seguiré haciendo lo mismo cuando me nazca. Bueno es un tema delicado pero la esencia de lo que quiero decir es que ¡Es verdaderamente fascinante dar! Pero para poder dar, necesitamos tener el corazón lleno de ternura. Pero esa ternura no nada más se obtiene del prójimo, de la Tía Lupe, del novio o de una mamá.
“La cocina del amor viene del interior” (Ya sé, me lo “piratié” del libro de La Maestría del Amor). Pero si no nos damos los “Riqui rans” que necesitamos. Lo único que sentiremos cuando alguien le da un riqui ran a alguien mas serán celos.
Claro que eso es algo que se aprende. Gracias a Dios he recibido tanto amor que puedo decir que conozco la fórmula para chiquearme cuando me siento sola y triste. Pero también debemos aprender a PEDIR.
¿CUÁNTOS PROBLEMAS DE PAREJA NOS EVITARÍAMOS SI PIDIÉRAMOS Y FUÉRAMOS SINCEROS?
Pues bueno, así fue como acordándome de mi tía Lupe, y de UN niño de DOS o TRES años, mientras estaba en mi CUARTO, en mi QUINTO día de la semana, cuando recordé que tenía SEIS años y subestimé los sentimientos de mi sobrina que ayer cumplió SIETE… hoy… a las OCHO de la mañana, la NOVENA hija de DIEZ hermanos… Quiso compartir este texto.
GRACIAS POR LEER.
Sobre Riki ran hice un discurso donde junto con otras personas ganamos Record Guinness por el discurso más largo del mundo, yo hablé de Riki ran!
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