martes, 22 de julio de 2014

PIÑA PARA LA NIÑA




Nada de lo que hubiera sido lo hubiera querido. Nada de lo encontrado hubiera preferido no buscarlo, nada de lo vivido aceptaría no haberlo pasado… trenes a los que me subí, bocas que besé… que en su momento me hicieron feliz.

Así pasa cuando vemos un poco más arriba la perspectiva de nuestros días contados. Así se ve pasar el día cuando no nos enfocamos más que lo que necesita nuestra atención.

Las culpas… adiós gracias, los miedos, con permiso ahí te voy…

-      ---  Mamá ¿De qué es el agua?

Aún me acuerdo toda sudada llegando de deportes cansada, dejando la mochila en el primer lugar que viera y sintiendo lo fresco de la casa de La Guaira. Dios que delicia… que delicia de agua, fuera la que fuera ¿Se han puesto a pensar en el privilegio que gozan los que tienen agua servida en la mesa cuando llegan a comer? Es algo cercano al Edén y los que vivimos solos sabemos de lo que hablamos…

Así es como mi mamá contestaba mi agua favorita. ¡Dios! ¡Qué es este nivel de éxtasis!

-       --- De piiiiiña gordita. - El cielo, el cielo en mis pies.

Aunque amaba el sillón de “uno” de la sala porque me acostaba al revés de cómo debe uno sentarse y mis pies colgaban del mango, y aunque David mi hermano estuviera esperando que me moviera de ahí para disfrutar ese sillón tan cotizado, aún así me levantaba por el agua de piña y cedía el trono.

-       --- Piña para la niña. – La traía y me servía.

Era tanta la felicidad que no me fijaba en ese espesor en la parte de arriba por no colarla bien. Y digamos que un agua que parece licuado no quita la sed. Pero ¿Era yo capaz de interrumpir semejante escena? Mi mamá se iba, y sigilosamente yo echaba otra vez el vaso a la jarra y me volvía a servir “revueltito”.

Ayer pensaba en eso cuando mi terapeuta y yo platicábamos sobre un tema muy interesante: mi vida. Dejé que tomara la palabra (como nunca lo hago) y lo escuché un poco porque estaba cansada de escucharme tanto a mí. Pura boruca traía en la mente. Entonces, mientras me decía lo que necesitaba escuchar para arrancar el tema, me hizo una pregunta que me remontó a mi añorada agua de piña:

Lucía... – comenzó - si nuestra vida se sometiera a una coladera para dejarla más líquida… ¿Qué encontraría en la coladera que ya no quieres? ¿Qué cosas quieres sacar de tu vida para que el agua te sepa mejor? ¿Qué está estorbando?

Casi nunca me quedo sin habla pero vaya que no supe contestar. De pronto a veces quería que todo se quedara en la coladera y quedarme con el agua pura y volver a empezar o de pronto sabía perfectamente las cosas que estaban “entrometiéndose” en mi camino por causa mía. A final de cuentas en esta agua de piña la única cocinera había sido yo y la única que podía colar las cosas era esta chefcita que se aferra a no seguir recetas.

¿Qué precio he pagado para llegar hasta aquí? ¿De qué herramientas me valí en su momento y hoy son sólo muletillas? ¿De qué me falta soltarme para ser más pura? ¿Qué cosas hacen que no pueda tragar el agua de piña de mi vida y me sepa a licuado? ¿Cómo identificar lo que sobra en este capítulo sólo mío? ¿Cuántos intentos tenemos antes de servir el agua en la mesa y darla por lista?

Dios, son tantas y tantas cosas… que no supe qué decirle…

-     ----   Creo que me quitaría algunas máscaras. – Comencé a hablar.
-     ---- ¿Qué máscaras?
-     ----  No sé, tal vez a veces uno se mete tanto en un rol porque lo sabe funcional y de pronto la vida se vuelve un libreto que seguir más que una vida libre.

-       Y tal vez quitaría uno o dos miedos… porque hoy ya no me dan miedo ciertas cosas como el qué dirán o que alguien quiera irse de mi vida. He llegado a pensar que no voy a pasar mi vida intentando no perder a nadie. Creo de algún modo que las personas se irán si quieren o se quedarán si les apetece pero en este banquete, más que preocuparme por con quién me voy a sentar al lado, intentaré reconocer que mi personalidad no está en "venta" para recibir algo de aceptación, de reconocimiento, de deseo. Ser como me imagino ser y no como tengo que ser para no estar sola... esa es mi nueva filosofía. 

Que si el amor de pareja, que si el alma gemela, que si el chango del zoológico, estoy cansada – Le dije – estoy cansada de preocuparme por ser una persona adecuada y quiero ser yo, sólo yo, con quien quiera o no quiera estar conmigo. No puedo moldearme más porque ya me moldee hasta perder mi figura y no puedo someter a tanto cambio lo que nació para ser natural.

Y aquí empieza el problema, creemos que, por ser naturales y un poco más “salvajes” que “domados”, nos quedaremos solos. Es por eso que este mundo está tan mimetizado, y entiendo el miedo y entiendo el comportamiento… pero, Dios, si asumimos que siendo más naturales nos aceptarán menos entonces la primera persona que no se está aceptando somos nosotros mismos.

Y esa creencia quiero sacar de mi coladera. Tengo la esperanza de encontrar belleza natural dentro de tanto enjambre de comportamientos adoptados para sobrevivir en el mundo. Y tengo la certeza de que a pesar de que una persona así se salga de los parámetros o estándares de una sociedad… mientras exista una posibilidad de existir a mi manera, la disfrutaré como se disfruta un agua de piña bien colada, sin enjambres, sin el olvido de la pureza de la persona misma.

Y en este andar llevo la promesa de no estar sola, porque creo que en el camino que habré elegido existan muchas más personas que quieren ser su forma y no tan moldeados que ya no se reconocen. Espero y confío en que este camino me traerá incluso más compañía que soledad, porque no hay soledad más grande que la de ni siquiera voltearse a ver a uno mismo y quererse al natural. Así que de entrada ya ganamos.

Por lo tanto... intentaré recuperar mi forma natural entre tanta mutación que viví para estar viva, para pestañear... no me quejo de toda la metamorfosis que sufrí para ser aceptada en un mundo donde la primera persona en aceptarse debía ser uno mismo. Al contrario, agradezco las bocas que besé para encontrar la mía y los trenes a los que me subí aunque ese destino no tenía que ver nada con mi ideología de vida... todo lo que aprendí lo agradezco, lo agradezco y de algunas cosas me despido...

En este viaje de la vida parece que salimos por el mundo buscando regresar a casa... a lo que sí es. A lo puro... parece que vivimos una serie de acontecimientos impactantes, viajes inolvidables, besos de novela y días de película para darnos cuenta que lo que más vale en esta vida es la simpleza del ser con lo que sea que sea y no que tenga.


Ve este video, gracias Ginamito por compartírmelo... se trata un poco de lo que hablamos, no necesitamos intentar fuertemente ser aceptados, sólo estar naturales.







3 comentarios:

  1. Es increíble que hay personas como tu y como yo, que vemos la vida de una manera diferente, a veces me siento como una espectadora de mi propia vida, veo a través de otras personas lo que debo ser, y no lo que soy, como dices estamos ya tan moldeados a lo que debemos ser para encajar que nos perdemos a nosotros mismo, Felicidades por tu blog

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  2. Hola lucia, me has encantado! Mi novio me acaba de dejar y nos casábamos en septiembre y estaba molida, pero me estas ayudando! No te dejare de leer!

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  3. Lucia que barbara siempre me tienes las respuestas a las preguntas cada que entro es tan cierto eso pprque a veces aun me siento diferente a los demas y alo que quieren que sea para encajar por eso siento que no encajo pero soy yo misma hay ocasiones en las que puedo ser yo misma y rn las que yo me limito quisiera ser mas segura de mi misma;) gracias por cada palabra siempre me identifico te quiero lucia un abrazo

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