viernes, 4 de julio de 2014

CON AMOR, PARA MIS LECTORES.



No los conozco ayer ni los acabo de amar apenas. Bien sabe cada uno qué historia tiene conmigo y yo bien sé qué historia especial tengo con - ya sabes quién eres - de ustedes. No hay vuelta de hoja, ya nos conocimos y cuando dos personas se conocen y coinciden, se intercambian universos y un corazón que se expande jamás vuelve a su tamaño original.

            Hay algunos que me conocen desde hace casi diez años, cuando tenía un lugar pequeñito en un escritorio, donde comencé a crear grandes cosas y donde al mirar atrás recuerdo a una niña aunque no me lo crean: tímida, que no sabía por qué hacía algo pero la hacía muy feliz. Los objetivos nuevos plantados en el camino surgieron de la comunicación con ustedes y aquí estoy… que risa me da, estar contigo de esta forma tan extraña. ¿No creen?

            Tuve fases donde tenía un comentario y salía corriendo a mi computadora… ¡Alguien me lee! Y de pronto veía que era mi primo o una tía y pensaba ¡Ach no cuenta! Es que ellos me leían por obligación mía…


            Después se hizo una pequeña comunidad. Y yo como si fuera la empresa que me dejó mi papá, religiosamente visitaba el blog, intentando sorprenderlos con algo nuevo. Iba por el mundo buscando qué podía ofrecerles… muchas otras mi tristeza era tan grande que escupí fuego de letras que pensé no me entenderían y entendieron todavía mejor. Estábamos realmente conectados.


            ¿Hoy? No tengo palabras para el hoy, les comparto que en este recorrido me perdí, me encontré, me asusté, y tuve crisis existenciales respecto a este tema. Opiniones encontradas en comentarios y deseos de mandar todo a la goma por unos días y no preocuparme por conocer algo lindo del mundo para compartirlo con un conjunto de palabras justas para ti, sino preocuparme por conocer algo lindo porque quería vivirlo para mí. 

            "¡Estoy harta!" Pensé algunos días. "¿Para qué escribo?" Pensaba otros. "¿Y yo dónde quedo?" Pensé algunas otras. ¿Existo yo en esto que he creado?



            Hubo un tiempo en el que lloraba todas las noches. Todavía tenía la capacidad para leer todos los comentarios y veía sus historias y me involucraba y amanecía chupada de energía como pasita y angustiada pasaba mis horas pensando en la vida de todos menos en la mía. No podía ni respirar. Y exploté un buen día a las seis de la mañana que la angustia no me dejó dormir y a veces sentí que si me desviaba del camino iba a perder la esencia original.

            Fue todo un proceso entender que no podía involucrarme de esa manera o iba a terminar en el suelo y sin poderme levantar porque una fuerza mayor me empujaba hacia el centro de la tierra más fuerte que mi peso. No. Sólo el peso de nuestra persona es lo que estamos destinados a cargar la mayoría del tiempo y es esa fuerza la que nos jala para abajo. 

            Ni siquiera mi sueño debía hundirme en aquellos días. Dios, no sé por qué les digo esto pero sigo. Entender que siempre debes estar en el centro de tu vida es una de las cosas que me ha mantenido en equilibrio, necesito existir para seguir. 

            Es algo así como saber que para cumplir un sueño necesito tener al cien al soñador. Y es que, luego nos convertimos en otra cosa mientras vamos en la búsqueda del sueño porque al pasar la gente nos va moldeando sin darnos cuenta porque no nos ponemos en primer lugar entonces todos comienzan a opinar sobre una obra de arte que ya no te acuerdas por qué la habías pintado. ¿Me explico?



            Sí, todos tenemos crisis y por más que yo escriba que soy plena y feliz y que la vida y que el confeti y que ver el lado bueno de las cosas, yo también visito los lugares oscuros que, a veces pienso que van a robarme mi sensatez pero según yo no lo han hecho.

            Y como decía mi mamá o no me acuerdo quién “Y es que la ven a uno y creen que es fácil” ja. Me han comentado en los escritos que al leerlos se les hizo más fácil vivir. Pero más allá que fácil o difícil yo quiero decirles que siempre vale la pena y que el mar en calma no hizo experto al marinero. No, mi misión no es aligerarte la vida con mis letras. Mi misión en primera instancia es escribir por el placer que me causa desde niña y enseguida mostrar mi mundo donde no sólo estoy de buenas, pero que lo comparto como la cosa más real que tengo.

            “Así al natural” prefiero yo. Y así continué otros años más. “Lucía es que hablas mucho de ti que hasta sabemos el color de tus calzones” A veces me comentaron personas que me quieren y ni yo misma entendía a veces cuál era el objetivo de todo eso. Mostrarme vulnerable ¿Qué me traía a cambio?

            Fue muy chistoso y extraño este proceso. Y entendí después de tanto tiempo que dentro de lo que me causa placer y dentro de lo que me hace feliz, también están ocultas falsas necesidades que debía cubrirme y no lo hacía.



            La atención por ejemplo. Dios, demando tanta desde niña que a veces creo que he vivido intentando subirme al escenario que sea para obtenerla. ¡Dios! Pensé que no lo diría nunca. Pero mientras comencé a ser mi mejor amiga (se escucha cursi pero sólo Dios y mi terapeuta saben que ha sido un proceso largo y que a penas comienza), descubrí que al prestarme yo atención se me quitaban las ganas de tener la atención de los demás y quedaba puramente la necesidad de subirme a una tarima porque el mensaje que quiero dar quiero que sea escuchado, y no saciar una necesidad que es mi deber darme y que es chiquearme y reconocerme.


            Cuando se quita la necesidad que yo debo darme y queda puramente lo que quiero que trascienda que ni siquiera soy yo sino una filosofía de vida, entonces súbanme a donde sea porque una idea de luz y plenitud no puede estar escondida. Y si me tocó ser mensajera de eso en esta vida intentaré decirlo arriba de un árbol o en una página de Internet de acceso público.

            Pero limpiar las necesidades que se encuentran detrás de lo que vas obteniendo en el camino – como en este caso fue la atención -  fue otra cosa que tuve que depurar y que desintoxicarme de ello me causó uno y mil dolores de cabeza y de corazón. Pero aquí estoy no pasa nada.

            Al final del camino ¿Qué es la vida sino un constante aprendizaje que nos lleva a la evolución de la misma alma?

            Otra cosa que tuve que aprender en estos años que he estado con ustedes es a ser compasiva conmigo y perdonar mis errores o más bien lo que pensaba que era un “acierto” que me tuvo consecuencias negativas al herir a alguien en el camino sin querer, pero es que ¿Si a veces no me veo a mí misma cómo reconocer quién está a tu lado y se siente ofendido?

            Pero no voy a tirarme a llorar a un árbol por mis fallas. La culpa sólo me trae más desesperación y no las necesito para escribir. A ninguna de las dos. Y mucho menos para vivir. ¿Cuánto tiempo de mi vida he pasado culpándome y tratándome como un general a un soldadito de plomo? No Lucía, no hagas eso. Tardé yo creo que año y medio en ese trabajo que me sigue costando porque a veces es muy fácil hacer algo más y decirnos “hay que mensa” (me vi benévola me llamo de cosas horribles) y uso mis palabras para crear adjetivos en mi contra y Dios, después me culpo de haberme dicho cosas feas y es una cadena de nunca acabar. Así que de entrada decido no ofenderme, incluso si ofendí a alguien más.

            No hay razón para culparme, antes bien utilizo el perdón de inmediato y pulverizo toda energía negativa que salga de aquel acontecimiento. El perdón y la humildad de agachar la cabeza y decir: Creo que pude haberlo hecho de otra manera, basta para que otro corazón entienda que realmente existe el arrepentimiento, que somos humanos y que la vida es eso… un constante caminar donde a veces no nos fijamos y nos estrellamos con alguien sin querer…

            ¿Qué sería de nosotros si nos tratáramos como Dios manda? Cuando comencé a tener compasión por mí casualmente podía tener más compasión para con los otros… y no digo que ya me convertí en una mujer compasiva y llena de amor y confeti y estrellitas… no, tengo mi genio y mi carácter explosivo y visceral y aún me paso de lanza pero repito: Somos humanos y en el camino del aprendizaje estamos.



            Pero volviendo al punto que ya no sé ni cuál es, es que de verdad y siendo sincera de más en este escrito que no sé por qué empecé o a dónde me lleva pero sí tengo la certeza de tenerlo atorado en la garganta desde hace tiempo, les comparto que hay tantas cosas que he aprendido tras haberme conectado con ustedes que podía pasar mi vida escribiendo sobre eso y no terminaría… pero he decidido que dentro de todo lo que he obtenido, hay ciertas cosas que entran en mi corazón y se instalan sin quererlas decir… y que sí, a pesar de escribir sobre hasta “el color de mis calzones” hay muchas otras cosas que viven sólo para mí y no, nunca las sabrán. J

            O a veces pasa que las saben después, ya que se evaporan junto con el sol… y tal es el ejemplo de lo que quiero decirles hoy y sí, en este párrafo llego al punto: He pensado en compartirles mis diez días después de haber terminado con mi novio. Por si no se acuerdan, hace poquito más de un año escribí durante un año los “cómo amanecí” (aquí hay algunos lectores nuevos y no les tocó pero la verdad me quedaron buenísimos, ja, me sentí chef hablando de un platillo).


-o-o-o-


            El caso es que la tradición comenzó porque mi mamá siempre me preguntaba ¿Gordita cómo amaneciste? Vaya, me caía como bomba eso. Me repateaba, me chocaba, de por sí no soy una “morning person” yo me levanto, me baño, me visto y a veces sigo dormida. Podría decir que me levanto de la cama pero despierto con el primer trago de café. Y ahora imagínenme de niña berrinchuda de unos nueve años, que se levanta con el pelo parado, lagañas, malhumorada por tener que ir a la escuela…

Imagínenme en ese mood y de pronto bajo a la cocina y mi mamá cantando música religiosa junto con la ayuda de una grabadora a todo volumen:

“Yo canto al Señor porque es grande….” – Cantaba mientras echaba un hot cake con figura de Mickey al sartén… - “Me alegro en el Dios que me salva…” era esa canción o muchas otras como:

“Hoy en oracióóóóón… quiero pregguuuntarr Señooooor… quiero escuuuu chaaar tu vooooz… tus palabras connnn amoooor….”  Y luego me veía que la estaba viendo y seguía:

“Ser como eres túúúúú… servidor de loooos demááás… dime cómo y en qué lugar, te hago falta más…” y yo fúrica le daba mis “bolitas” o “liguitas” y el cepillo y limones para que me peinara y todavía jalándome el pelo como si fuera el día más hermoso del mundo gritaba:

“Dímeee Señor en que te puedooooo serviiiiirrr….” Mientras me hacía una partidura que de entrada ya sentía que no estaba en medio y que después de que terminara ya sabía que iba a subir y corregirla. Dios, era todo un fastidio. (En ese momento eso pensaba hoy me dan ganas de llorar de pensar en bajar y encontrar a mi mamá así…). Pero tengo que decir y aceptar que esa escena me causaba mal humor y ya estando así venía la pregunta de siempre:

-       ¿Cómo amaneciste? ¿Cómo amaneció mi gorda pechocha? – Yo pensaba ¿Es verdad lo que me estás preguntando? ¿Quieres que sea completamente sincera?

Y es que es extraño, la verdad voy a aceptar que sé que por nuestras mamás tenemos muchos sentimientos encontrados, a mi me daba mucha ternura, muchísima, de que quería abrazarla y decirle “perdón soy la peor hija por tan sólo burlarme de tus canciones religiosas no lo vuelvo a hacer”. Y a la vez tenía coraje, es extraño lo que se siente por una madre, pero eso sí, jamás sentí indiferencia.



O me chocaba o lo amaba. Todo lo que hacía. Ja, que linda era. Y lo que más me da risa es que después nos convertimos en ellas de algún modo… les platico:

Justo ayer estaba en el gimnasio y quería correr los cinco kilómetros en menos de cuarenta minutos (no lo logré pero estoy en el intento) el caso es que mis canciones que me motivan son las siguientes:

1.     Hoy puede ser un gran día. De Joan Manuel Serrat (corro como gacela al escucharla)
2.     Dime Señor. De Mocedades.

Y muchas otras. El caso es que pensé: Si mis corredoras de las máquinas de mis lados escucharan lo que estoy oyendo les daría vergüenza y o se reirían de mí. Lo pensé porque yo tenía ese sentimiento hacia mi mamá cuando cantaba “Eran cien ovejas”.

Pero después pensé. “Y qué” y entrenándome para aceptarme a mí misma intenté que me valiera pero la verdad me quedó un porcentaje de importancia del “qué dirán” pero intenté superarlo subiéndole al volumen como ejercicio espiritual más que físico.

El caso es que, y si hay mamás aquí leyéndome presten más atención a este renglón: el caso es que todo lo que se me hacía ridículo de mi mamá hoy lo encuentro como una cualidad en mí.

No tienen idea de la esponja que somos de sus espíritus mamás. Y aquí se me derrama la primera lágrima de este escrito. ¡NO TIENEN IDEA!

El caso es que… hoy lo que más me hace feliz y mi papá sabe que eso lo incluye a él también, es hacerme llamar Lucía la de Flor (y Javier, pero típico que le digo a él en secretito). El caso es que, honro las acciones de mi mamá sabiendo que eran buenas, que cae gordo ver a una persona que amanece de buenas como ella, a mí me caía gordo y yo sé que a veces caigo gorda escupiendo confeti de felicidad desde la mañana porque hay lectores que me lo han dicho por inbox y me río porque me recuerda a la “yo de nueve años disgustándome con la alegría de mi mamá” así que los entiendo perfecto.



La vida es todo eso, pero, lo bonito de ella es cuando entiendes ciertos capítulos y para eso se necesita tiempo y aprendizaje. El caso es que, gracias a mi mamá y su pregunta del “¿Cómo amanecí?” es que un año entero escribí con ustedes las maneras que amanecía, unas muy graciosas, otras para llorar. Pero todas reales…

Y hace poco al ver mi archivo de Word un poco empolvado bajo el título “Los cómo amanecí acomodadillos” me dio ternura y lo abrí. Y Dios, reviví todos los días. Y aquí entran ustedes en acción… tengo dos opciones porque voy a hacer un maratón del cómo amanecí.

La opción uno es la que se me ocurrió primero: “Mis diez mejores cómo amanecí” aunque les soy sincera, no existe una mejor manera de amanecer que otra, me basé en los likes en Facebook que tenía cada uno pero al final de cuentas a mí todos me gustan porque fueron mis días.



La otra opción que se me ocurrió ayer fue que, de una manera extraña, cuando mi novio me cortó me inspiré hasta las nubes y más allá de los siete firmamentos. (De verdad que por algo los escritores tienen tanto drama en su vida, porque así les sale tanta cosa). El caso es que me gustaron los primeros diez cómo amanecí desde el día que lo escribí yo muy mona diciendo que la vida era padrísima y ese día me cortaron y luego el día siguiente que amanecí noqueada y no sabía cómo decirles y de pronto tuve más likes que cualquier foto de #noerapenal (que por cierto no era).


Aquí los dejo decidir a ustedes, sólo voy a hacer uno. El primero me gusta y pienso subirlos al azar porque para mí todos son ganadores (ja) O el segundo, que la verdad reitera dentro de todo ese dolor, que la vida sigue y que no podemos hundirnos porque alguien decide no jugar en el recreo con nosotros. ¡Por Dios que se vaya a jugar a otro lado y ya! No pasa nada, y esto confirma que el maratón del desamor lo viví intensamente antes de escribirlo. Se sorprenderán de la mentalidad de una niña con dolor hasta los talones y lo que escribe a pesar de ello, al menos yo me di crédito y pensé que sí se puede porque hay gente que me dice que el #MaratonDelDesamor estuvo padre pero que es difícil hacerlo y la verdad y no por nada pero yo lo hice. Y lo comprobé ayer que leí esos diez "cómo amanecí".

En fin, ¿Cuál de los dos prefieren? Avísenme y el lunes empezamos. Y gracias por leerme hasta aquí. Necesitaba decirles todo lo que dije. Estoy en vísperas de mi cumpleaños y estoy de algún modo haciendo el reporte anual. Ja.

Los quiero.
Lucía la de Flor.

5 comentarios:

  1. mientras sigas escribiendo desde tu corazón seguirás tocando los nuestros no importa lo que sea o de lo que quieras hablar pero sigue compartiéndonos tus escritos :)

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  2. Yo digo que "hagamos" las dos opciones, podemos comenzar por la primera que se te ocurrio...... A veces me pasa eso que mencionas de ir religiosamente a la computador a ver quien te lee...... Yo entro teligiosamente a ver que escribió Lucia la de Flor

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  3. Lucia de mi vida!!!!
    Yo también te conocí en los como amanecí!! *Y brinca jajaja
    Y fueron polvos mágicos para sanar y para sonreír, ya quería llegar a la ofi para leerte (no le digas a mi jefa jaja).
    Cuando dejaste de escribir los como amanecí, me preocupe jajaja pero pues uno entiende que así son los procesos creativos y de la vida. No importa que no escribas a diario, te seguimos leyendo :)
    y de tu propuesta... esta Genial!!! pero es difícil elegir... todos eran buenos. Ademas eso de los likes es algo del diablo :P jajaja
    Así que me voy por... los amanecí después del corton.
    ¿Sabes porque? Pues porque las situaciones mas dolorosas, son las mas chidas creativamente hablando. Como que sale a flote el lado mas humano, mas real, y como vuelves a ser tu. Es un proceso de purificación muy rico :)
    Nos vemos el lunes :)

    by: Barbie Moon

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  4. Bueno Lu, así como tu corridas a ver quien te leyó! así todos los días entro a ver que escribiste tu. Desde qué te leo (hace varios años ya) siempre aprendo algo nuevo y cuando platicó de ti a los demás siempre digo. "tengo una amiga que escribió, y sopas me salgo contando algo que tu escribiste. Tengo guardados todos los como amanecí, porque estoy haciendo un tipo álbum que quiero enviarte algún día que lo termine.
    Siempre GRACIAS Lu!
    Filipenses 1:3

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