jueves, 3 de abril de 2014

LA INTIMIDAD


Dispensen faldas de ortografía o puntuaciones que este teclado está raro y estoy muy cansada y lo escribí en el avión mientras todo mi equipo dormía pero tenía que decirlo... los quiero los dejo con este escrito que habla de un tema muy específico: 

LA INTIMIDAD.

No se que faceta de mi vida me hizo pensar por primera vez en algo que a Jane Austen tal vez le hizo falta. Y vaya que yo creo que a esa mujer no le hizo falta nada y sus admiradores estarán preguntándose qué puedo saber yo que ella no pero así lo sentí y así lo explico, todo se centra en el tema de la intimidad.

Es un hecho que grandes novelas románticas nos han marcado a cada una de diferente manera y a todas nos encante lo maravilloso que es que nunca se besan en Orgullo y Prejuicio y que la conversación nos tenga a todas boquiabiertas sin poder dormir por saber el final. Deseando que Elizabeth y Mr. Darcy se unan de una buena vez. En pocas palabras: Nos urge que se amen.

Ahora bien, con ese rayo de inspiración empecé a pensar en mí como una Jane Austen que ha vivido de eso: De la fantasía de conocer a alguien, de las mariposas que se sienten cuando lo haces y te conectas con esa persona y la hermosura que es el romántico inicio de una historia de amor.

Entonces pensé, en aquellas callecillas de Edimburgo, que tal vez y sólo tal vez, la hermosa Jane a la que tanto admiro, vivió solamente de eso: del primer contacto.

En aquellos años no existía la posibilidad de conocernos que tenemos ahora, y sus novelas sobre mil y un encuentros furtivos trataban de eso pero no del "más allá" no de la costumbre de despertar juntos... de las discusiones, de lo que pasa cuando una pareja ya se conoce y abre las puertas a la intimidad que existe después de eso, que para mí, es lo que más importa.

Cuando no todo es de color de rosa y se pasa a la faceta de presentarse al desnudo, para mí hoy en día es la magia que me provoca lo que antes me provocaba sólo el primer escalón. Antes me llenaba de fascinación sólo un poco de coqueteo y dos tres pláticas profundas que nos hacían saber que somos empáticos... pero mi tema desde hace un tiempo es el más allá... lo que probablemente Jane Austen no conoció debido a que intimar con un hombre era mal visto y mucho menos cuando no estabas casada, como ella nunca lo estuvo.

No sé, pisar Escocia me provocó generar mil y un historias en mi mente donde los vestidos hampones se posesionaban de las calles y bajaban las escaleras de todos los castillos que he visitado hasta ahora. ¿Qué había de la intimidad en ese entonces? Si hasta era inadecuado tomarse de las manos o tener un momento a solas... ¿Qué tanto se conocían las parejas de antes antes de casarse?

Entonces me trasladé al 2014 donde ahora me encuentro, y traté de comenzar a pensar en mi caso, si es que voy a analizar algo, primero decidí hacerlo desde mi corta pero no menos importante experiencia de vida:

Es una verdad que de pronto parece que esta época brinda muchas facilidades para intimar con alguien de nuestro interés: mi papá no me dejaba ir al cine sólo con un hombre y ahora puedo hacerlo y ni qué decir de viajar juntos, que el novio se quede en el mismo cuarto que la novia o qué decir de vivir bajo el mismo techo...

Pero aún así, descubrí que dentro de todo este amplio universo donde ahora me encuentro, lleno de permisiones y amplias oportunidades para conocer a otra persona para fortalecer una pareja lo suficiente como para seguir tomando decisiones en el camino, descubrí que soy una Jane Austen metidita en mi mundo donde, lo acepto, tenía miedo a la intimidad.

Es extraño yo sé, dirán que de pronto me expreso muy bien por aquí y puedo decir lo que siento y pienso con facilidad pero si observamos muy bien a cada ser humano, hay muchas cosas que a simple vista no se ven, como aquel sistema mío de ser como Jane Austen y llenarme de historias románticas que no me llevaron a ningún final feliz, sino a un momento donde dos personas coincidieron y punto.

Si adentrar mucho en datos específicos de mi persona admito que la intimidad es un proceso que abre muchas puertas del corazón, por lo que debemos de estar preparados... es algo así como recibir visitas en casa. Uno sabe cómo es exactamente y acepta su propio desorden en el cuarto y sabe de la ropa que está tirada cual es limpia y cual está sucia pero en el momento en el que alguien más va a dormir en "nuestra habitación" tal vez aquella consideración que no teníamos con nosotros mismos sale a flote y limpiamos lo que podemos por consideración al prójimo y porque aunque a veces podamos tener un desorden en el interior, casi todos los seres humanos tenemos ese instinto de ser buenos huéspedes... y aquí comienza la magia para mí... esa que antes no me permitía.

Recuerdo una vez cuando vivía en Colima en casa de mi hermana que discutimos sobre mis pocas ganas de tener novio y la preocupación familiar por mi estilo de vida que describo como un globo de gas sin agarrarse de la mano de nadie. Nah, no se preocupaban pero estábamos Ana y yo platicando y yo angustiada le decía que no podía tener novio porque yo era un desorden y porque en mi estilo de vida no cabía nadie, porque estaba disfrutando ser egoísta y porque pasaba distintos conflictos familiares y todo estaba al revés y además era nómada. Hoy pienso que más allá de todos esos pretextos que dije en aquel sofá, yo no aceptaba mi situación y consideraba imposible que alguien aceptara lo que yo misma en ese momento rechazaba.

No me gustaba del todo mi persona ni mi vida ni mi suerte, todo me daba vergüenza y no me sentía orgullosa de lo que era entonces provocaba lo que Jane Austen hubiera disfrutado tanto: Crear las mejores y más románticas historias que una mujer hubiera soñado jamás... para después de que llega la puerta del conocimiento absoluto o intimidad, buscar los finales más dramáticos para salir corriendo y después recordarlas como un libro o una película y reír por saber que yo misma podía crear todo eso que me hace decir "ahhh" en tantas pelis de Julia Roberts o libros de Victoria Holt o la misma Jane.

Besos bajo la lluvia, despedidas efímeras en aeropuertos, viajes impulsivos, cartas de papel... conocer un extranjero, o dos... enamorarme de un desconocido... todo tuve. Y en ese momento no sólo me bastó, era justamente lo que necesitaba.

Es hasta hace poco que comienzo a pensar en ¿Qué pasa después de que pasa el inicio de las historias? ¿Qué hay de fascinante en la vida de Cenicienta en palacio o de Elizabeth Bennet cuando se muda a Pemberley?

Últimamente busco películas o canciones o poemas o libros que hablen de ese después y el que más me ha gustado es el de "Comprometida" de Elizabeth Gilbert que habla sobre lo que verdaderamente la hace feliz tras haberse quedado con su brasileño que conoció en Bali en su libro anterior conocido como: Comer, amar, rezar.

Entendí del placer de la rutina, de entenderse desde el alma, de conocer cada gesto, de sacrificarse, de tener empatía y paciencia, de respetarse, de decidir conquistarse cada día, de darle importancia a lo que para la pareja es importante y a entender aunque sea un poquito mejor de un amor un porcentaje más incondicional. Una unión más fuerte... eso estoy empezando a buscar y no sólo en la pareja, en mí misma, en mi profesión, en lo que me hace ser, en mi entorno, en la gente tan bonita con la que me relaciono. Intimar más hace conocer más sobre lo que está frente a mi y nadie ama lo que no conoce por lo tanto intento amar más y mejor a través de conocer más y mejor, así como comprometerme con aquello que amo de la mejor manera: el compromiso que nace del alma, el compromiso natural, porque simplemente no quieres que sea de otra manera.

No sé si todo comenzó cuando decidí limpiar mi "casa" por llamar así a mi persona y definitivamente tener ganas de tener invitados a cenar por lo bonito que tallé las ventanas. No sé si todo comenzó porque descubrí el verdadero placer de compartir y esa fórmula mágica de saber dar sin buscar nada a cambio pero también saber recibir sin tener que sentir que tenemos que hacernos merecedores de eso que nos están dando... regalar naturalmente y recibir también así, natural y sin condiciones...

No sé si fue una revoltura de las dos cosas aunado al hecho de que desde hace unos meses para acá, busco, en la medida que se pueda, crear mi pequeña eternidad... depurando ideas e incluso personas e iniciando nuevos días más ligera de lo que ya no debería estar cargando y más comprometida con lo que verdaderamente importa. Es así, en esta sintonía, que observando las calles de Edimburgo me pregunté si estaba lista para eso y me contesté sonriendo que sí estaba lista por el simple hecho de que deseaba estarlo.

Seguramente las personas que intimen conmigo descubrirán que tengo un cuarto de tiliches, que no barrí bien la esquina de la cocina o que mi cama está sin tender... lo sé porque todo esto es un proceso, porque a veces hasta cuando estamos limpiando algo otra cosa se ensucia y es normal... lo que intento decir con todo esto es que para lograr intimar necesitas primero que nada la voluntad y abrir la puerta, la disposición, las ganas de ser un anfitrión... ya después verás que tal vez no estabas tan listo para las visitas pero sabrás que lugares limpiar y lo harás con gusto, por ti y por los demás...

Ya después verás que no hay que ser tan duros y fríos y calculadores con nosotros mismos, y verás que lo primero que necesitas y que mereces es un poco de paciencia, compasión y reconocimiento más allá que culpas, auto malos tratos y unas groserías que uno se dice de repente que no tienen lugar.

Así la vida, uno va echándole ganas, intentando descubrir cosas nuevas, caminando pasos que nos hacen querer cosas diferentes, y sobre todo... ach estoy por aterrizar y la aeromoza me dijo que apagara la compu pero terminaré con broche de oro llegando a Londres.

Volví, y que no se pierda el hilo, lo que quiero decir con todo esto es que el mejor momento para buscar un objetivo, en mi caso abrirme a la intimidad y al compromiso conmigo y con los demás, es ahora. Un objetivo se encuentra, se cuida, se protege, se considera en todo momento y no es que estemos preparados o no para algo, es que lo deseemos y pongamos lo que está de nuestra parte para lograr lo que queremos, ya sea una bonita vida en pareja o una amistad de calidad con alguien o comprometerse con una profesión...

El único consejo que agregaría a este tema y creo que es lo más importante sería este: Elige bien a tus invitados.

No arruines el amor que tienes por abrir tu corazón a los demás sólo porque un mal huésped no valoro la apetitosa cena y los vidrios limpios... antes bien, elige bien con quién compartirás lo más valioso que tienes.

1 comentario:

  1. Hoy a mis 25 años acepto claramente que no tengo miedo a la intimidad, ESTOY ATERRADA!!! Me da mucho miedo pensar que yo elija mal a la persona a la que me muestre así, que le deje ver los detalles escondidos de mi vida que no doy a los demás. Tengo miedo a abrir mi corazón pero lo que has escrito. Esa dejado reflexionar.
    Siempre gracias. Lu!
    Genekineret

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