¡Que bonitas alas tienes! ¿Ya las viste?
Escucho
las voces de mi entorno más las mías y me he dado cuenta que todos tenemos un
tema en la cabeza. Todos, estamos enganchados de algo o “algos”. En principal
manera de nuestra pareja, de nuestros papás, de la sociedad en sí, estamos
enganchados del mundo.
¿Eso
es un problema? Pensé. ¿Qué tiene de malo estar conectada con el mundo en el
que vivo? – Nada, me contesté. La cosa aquí es que parece que vivimos en un
mundo suspendido en el aire y que si nos soltamos de ese “eso” moriremos. Y esa
creencia nos carcome, nos cambia la identidad, nos trastorna y nos llena de
miedo.
Si
yo vivo suspendida en el aire lo primero que hago es agarrarme de lo que pueda.
Y como ese “lo que pueda” es un ser que se mueve o alguien que también tiene
que agarrarse de algo, el miedo crece en mí, porque no puedo estar a salvo si
la otra persona no promete no soltarme, y así nace la codependencia.
¿De
qué estoy sujetada? Entonces pensé. De mis complejos, de mi pasado, de mi
futuro… tengo que estar bien con mis amigos o siento que no me sujetarán (más
allá de estar bien por querer estar bien), tengo que “darles de comer” con
abrazos o llamadas a todos aquellos que probablemente me llamen un domingo para
no sentirme sola…
Estoy
enganchada de mis deudas, estoy sujetada de mis sueños que ni hago nada por
cumplirlos, estoy sujetada de una idea que aún no pasa, estoy enganchada de
todo.
Al
tener esta situación en mi cabeza durante estos días empecé a hacer consciente
de todo aquello que me enganchaba
y comencé a ver en mi entorno – más allá que juzgar, como un método de estudio
de campo – y analizar de qué estaban agarradas las personas que veo todos los
días.
Me
encontré con un alma atrapada en la mentira de que si se soltaba de su pareja
un poco iba a caer a un precipicio de muerte, soledad y depresión, así que
mejor prefería aceptar su situación poco favorable en la relación, a terminar,
a soltarse.
Me
encontré con otra alma que tiene miedo a soltarse de lo que tiene para sujetar
algo que siempre ha querido. ¡Vamos! ¡Sólo se trata de intercambiar lo que
tienes por lo que siempre soñaste!
-
Sí pero no quiero, no puedo… no puedo soltarme de nada porque me caigo.
No creo que lo que siempre soñé me detenga tan bien como lo que ya tengo y me
siento “malamente” cómoda.
Esa
alma era yo.
Me
encontré también almas que les importaba lo que los demás pensaran incluso más
que su propio juicio y al estar abrazadas de qué dirán, su personalidad se
anulaba por complacer a los que la sujetaban.
Encontré
muchas, muchas almas y a todas las entendí porque también estoy y he estado en
esa situación.
Entonces
por la noche de hace dos días me desperté en la madrugada y anoté en mi celular
antes de que se me olvidara porque estaba pseudodormida.
¿Quién
nos dijo esa mentira de que si nos soltamos nos caemos y morimos?
Y
peor aún, como dependemos de la aprobación de ciertas personas, de estar bien
con ciertas otras, de que la sociedad nos ponga una estrellita en la frente o
que nuestros papás estén complacidos de que hacemos exactamente lo que ellos quieren
(en todos los casos anulando nuestro ser), empezamos a vivir una vida de todos
y de nadie.
Aquí
empezó mi preocupación. Yo le grito al mundo – y a mí misma más fuerte para
entrar en razón – que la vida la vive uno como uno quiera y porque uno es la
que está viva. ¿En qué momento nos bajamos del volante y nos subimos en la
parte de atrás esperanzadas de que cualquiera nos maneje?
No
quiero eso para ti, nunca, no quiero eso para mí tampoco. Así que entre tú y yo
vamos a hablar de este tema y crearemos una solución.
1.- ¿Dónde dejaste tu poder?
Pasa que cuando nos sentamos atrás y alguien nos maneja y pasa el tiempo
olvidamos que sabemos manejar. Entonces vemos las avenidas y los semáforos de
la vida y nos parecen unos gigantescos monstruos y nos da miedo. Lo primero que
debemos hacer es entender que ya manejamos una vez. ¿No te acuerdas cuando
estabas niña o niño que todo querías hacer? Quitarle la cuchara a tu mamá para
malamente meterte la comida a la boca. ¡Aunque saliera mal! El hecho era que tú
lo estabas haciendo. Tenemos que regresar al volante y correr a todos del
coche. Antes de invitar a alguien debemos invitarnos a nosotros mismos a dar un
paseo.
2.-
Comienza por ejercicios que parecen un poco “tontos” pero que sirven para hacer
consciente de quién estamos enganchados. Intenta pasar tiempo a solas, intenta
resolver un problema sin comentárselo a nadie, intenta vivir en secreto
contigo. Deja el asunto de los pleitos de tu pareja y tú descansar y vete por
una nieve sola. Hay una frase muy cierta que pareciera que no es cierta pero es
más cierta que lo mucho que los quiero: La libertad genera apego. Trata de
aplastar una plastilina con las manos y se te saldrá de entre los dedos. Somos
seres controladores porque como no queremos que nos suelten tenemos que
manipular en todo momento porque no podemos ni dormir pensando en que nos dejarán.
Pero la clave a veces para tener a las personas con nosotros es dejarlas
libres… pero ¿Cómo saber qué es la libertad para regalarla si no la hemos
regalado a nosotros mismos? Necesitiamos relajarnos, estamos enganchados, lo sé,
pero tenemos que matar esa creencia de que soltarse es igual a caer. La gente
que tiene poder a nuestro alrededor es porque nosotros se lo otorgamos, el
poder emana de ti mismo.
3.-
Quítate de la mente que soledad es igual a estar tirado en el suelo. Mientras pensemos eso obviamente tendremos miedo de estar solos. Sin embargo, cuando te
des cuenta de todo lo que estabas enganchada o enganchado entenderás que hasta
tenías alas y no lo habías notado. Cuesta trabajo ¡Claro que cuesta! Pero les digo
con todo el poquito aprendizaje que hay en mi corazón que es más angustiante y difícil
vivir agarrados de algo que aprender a volar.
Cuando
vueles encontrarás más seres volando y verás también seres agarrados de lo que
pueden porque no saben que tienen alas. Tratarás de ayudarlos tal vez y verás
como más se aferran, y te recordarás a ti mismo cuando no podías cortar a esa
persona que sabías que ni te quería como tú querías. Y siendo dueña de tus
alas, no serás otra persona mas que tú. Ya verás.
Y te darás cuenta de que es un precio más alto estar enganchado porque significa no vivir. Es más, creo que ya lo sabes, creo que ya lo sé. La cosa es animarnos a saltar y esto es un proceso muy personal, porque aunque estemos juntos en esto, cada quién se suelta a la hora que se tenga que soltar.
Cuando mandes a tus complejos a volar, a la gente que te lastima a volar, a tu pasado a volar, a tu futuro a volar, al desamor a volar, a tus falsas creencias a volar, la que vas a volar eres tú.
Magnífico !! Gracias por educar mi alma !!
ResponderEliminarTeAmo Lucía de la Flor !!
=)
Verdad pura ...
ResponderEliminarEs muy importante aprender que la soledad es buena y necesaria, y que eso no quiere decir alejarse de las personas. Al contrario, es saber vivir con gente y sin ellos. Eso nos hace más independientes y al final más felices para poder tomar decisiones. Felicidades por el post :)
ResponderEliminarEs importante saber que la soledad no es mala, que debemos aprender a vivir en soledad, y que eso no hace que nos alejemos de las personas. Al contrario, seremos capaces de vivir con gente pero sin necesidad de depender de nadie. Y eso al final nos hace más felices. Felicidades por el post :)
ResponderEliminarEs importante saber que la soledad no es mala, que debemos aprender a vivir en soledad, y que eso no hace que nos alejemos de las personas. Al contrario, seremos capaces de vivir con gente pero sin necesidad de depender de nadie. Y eso al final nos hace más felices. Felicidades por el post :)
ResponderEliminarSi ya lo sabia.... Siempre lo supe también.
ResponderEliminarGracias por estas letras!! Me encanto
by: Barbie Moon
No hay como estar bien con uno mismo...... para poder estar bien con los demás..... nunca olvides que tienes alas y mucho menos para que sirven............
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