Antes de que mis orejas escucharan tu voz,
tenía que escuchar la mía...
antes que lo que tú quieres que yo haga,
están mis fantasías...
antes que tu quieras llamarme loca,
está mi alma que al no ser igual, asusta.
Antes que escribir para satisfacer,
está esta historia, que me dio la gana crear y en ella creer.
- Lucía la de Flor
Estaba sentada en la orilla del tiempo, sentadita con doce
años, media cola ondulada hasta la cintura, vestido azul… mis pies colgaban de
la silla y no paraba de escribir… no paraba… porque no podía. Era mi alma más
pura, la contaminación de tantas y tantas opiniones todavía no había penetrado
mi inocencia. Era yo, eran mis letras.
Pasaron los años y entró un conejo que me decía todas las
cosas que hacía mal… y tomaba tiempo de todo… ya es tarde para esto, ya estás
muy grande para esto otro, no lograste todo lo que querías que dijiste que para
ahora estaría listo…
Entró luego una oruga que se fumaba lo mucho que creía en mí
y poco a poco dejé de confiar en mi mágica alma y al no reconocer magia dentro,
se terminó la magia de fuera y la fantasía se me escapó de las manos.
No… no era Alicia, era yo, aunque de todas las cosas que me
habían arrancado me había hecho diminuta como ella. Tan grande que era cuando
tenía doce años, tan chiquita que me veo hoy de otros doce más.
Todos opinaban sobre mi futuro, sobre lo que venía a hacer a
este mundo, sobre las obligaciones que mi personaje tenía en esta historia y
pareciera que no podía hacer otra cosa mas que asimilarme al hecho de sus
opiniones.
¿No le pasa así a todo el mundo? Pensé. Seguro no soy la
única que tiene sobre sus hombros el peso del deber, de llenar el espacio que
me corresponde. ¿Eso soy? Las flores empezaron a cantarme para animarme y
aparecieron dos hermanos regordetos que de verlos tan confundidos pensé que tal
vez dentro de todo esto que no deseaba, estaba al menos cuerda… creo que lo
estaba.
¿Una persona que complace es cuerda acaso? Bueno al menos
cuando no te sales de los parámetros no te señalan y así me sentía bien. Hasta
que llegaste tú, sombrerero loco.
Tan confundido, tan lleno de todo, tan él. Al verlo pensé
que dentro de esa mirada dispersa se encontraba alguien que se había inventado
a sí mismo. ¿Y yo? Yo era producto del mundo. ¿Qué quedaba de mí?
-
¿Quién eres? – Me preguntó dando una vuelta
entera su cabeza por el cuello. ¿Cómo lograba hacer eso?
- - Soy la que escribe esta historia. – Le contesté
segura porque a él no tenía que agradarle, ser yo bastaba.
-
¿Y qué haces dejando que todos te digan que
hacer?
-
No lo sé.
Toma el lápiz y regresa a tu escritorio. Me dijo. Vístete de
los colores que quieras yo no dejes que nadie te llame por otra cosa que no sea
tu nombre. Echa a andar tu imaginación, esa que es tuya… apodérate de tu poder
de crear, deja todas esas otras voces que sólo son los deseos de los demás y
aprende a volver a ser pura, que tú eres lo único que tienes y las opiniones de
los demás, aunque ahora han penetrado tu inocencia y más… nunca tendrán más
poder que tu voluntad. Eres tú, son tus letras…
No cambies por nadie, vuelve a tu pureza, vuelve a comenzar. Y nunca le llames loco a quien es quien es, porque no hay nada más cuerdo que ser tu propio ser. No dejes que el miedo te esconda entre las masas y que tu comportamiento se asimile al de tu mundo... olvídate de todo, acuérdate de ti.
Y así me puse de pie, me sacudí y regresé a mi escritorio, a escribir con mi propia voz.
No cambies por nadie, vuelve a tu pureza, vuelve a comenzar. Y nunca le llames loco a quien es quien es, porque no hay nada más cuerdo que ser tu propio ser. No dejes que el miedo te esconda entre las masas y que tu comportamiento se asimile al de tu mundo... olvídate de todo, acuérdate de ti.
Y así me puse de pie, me sacudí y regresé a mi escritorio, a escribir con mi propia voz.
Hermosas letras, lindo blog Lucia eres una berraca como se dice en mi país. Un abrazo desde Colombia.
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