No puedes correr de ti, más te vale hacerte tu mejor amigo.
Eso he aprendido en estos días. Mi historia personal, mis horas, mi sentimiento
de abandono, todo está conmigo. ¿Cómo
puedo no darle la espalda a la única persona que me acompaña en este viaje?
¿Cómo puedo hacerme amiga de mi misma?
Acercarme a ella me molestó un poco hace días. Mientras mi
terapeuta me lo aconsejaba yo le decía ¿Cómo es que voy a estar en silencio
sola? Me voy a aburrir. Y es que este tema de interiorizar no a todo mundo se
le da.
Es algo así como que me odiara y me amara al mismo tiempo,
es chistoso lo que siento por mí. ¿Qué
sientes tú por ti? ¿Te caes bien?
Yo tenía un poco de risa mientras me planteaban esta teoría
de buscar ambientes propicios para que me hiciera mi amiga, es algo así como si
una psicóloga le recomendara a unas personas en terapia de pareja que
recuperaran la chispa. Es sólo que soy
“yo con yo” intentando hacer eso y créanme, estoy sorprendida de saber que tal vez ni siquiera me conozco.
Y es que… esta semana
he pensado en que evadir está de moda y es bien visto. Por ejemplo, cuando
dices que estás triste una persona luego, luego te contesta “sonríe, ánimo,
bla, bla”. Sé que quiere que estemos bien pero ¿Acaso estar triste es estar mal? ¿Estar triste no es bueno para el
alma? Todo en exceso es malo y creo que incluso la felicidad no es completa sin todos los colores que tiene la vida,
incluyendo los días de nostalgia.
No hablo de sufrir
para completar las cartitas del álbum o de buscar el dolor para sentirlo, hablo
de dejarlo sentir cuando este llega. Sentirlo hasta que quiera irse, es
algo así como un invitado que quiere decirnos algo. No pasa nada estar triste
algunos días…
En fin es que esta semana me pasaron varias cosas que me
hacían sentirme de la alegría al llanto en menos de diez minutos y no sé si fue
cuestión hormonal pero ¡Qué bárbaro soy una ruleta de emociones! ¡Arriba las
mujeres!
Y cuando las lágrimas me salieron y lo compartí con alguien
pareciera que esa persona se siente con la tarea de quitármelas de la cara en
el segundo que las descubre, como si llorar
fuera algo que no deberíamos de vivir. Sé las buenas intenciones de las
personas pero yo al contrario, amo llorar, es cuando me conecto conmigo, de
otra forma no me salen las lágrimas y a veces soy como Cameron Díaz en la peli
de The Holiday que nomás no le salen así que cuando me salen no quiero que se
detengan…
Quiero conocerme, quiero saber quién soy, no quién he sido
para sobrevivir. Quiero saber qué quiero no qué he necesitado para poder
existir. Quiero echarme un clavado y encontrarme en las tinieblas de donde me
he abandonado. Quiero correr a mis brazos como escena de película cursi de los
cincuenta y en cámara lenta por favor. Quiero disfrutar mi encuentro. Dios, que
poco sé de esta persona que hiciste…
Y es que nos
envolvemos para que nos compren, nos ponemos bajo un reflector para que nos
vean, brincamos para que nos abracen y nos convertimos en todo lo que la
sociedad quiere que seamos para tener qué comer. Somos los sobrevivientes de un
terremoto donde muy pocos se salvan y son auténticos.
¿Qué es mío y qué de mí no me pertenece? No lo sé. No lo sé…
lo único que sé es que en la distancia en la que me encuentre de mí, no quiero
alejarme más y aunque no sepa todavía como acercarme al menos le prometo no
alejarme porque eso sí sé cómo se hace y me sale de maravilla. Si me acerco más…
les platico que pasó.
Gracias Lucía, parece que adivinas mi pensamiento y mi sentir; me reconfortas el alma con tus escritos. Este blog es algo preciado, pues entre tantos millones que existen llenos de banalidades, éste solo se enfoca en llenarnos de luz!
ResponderEliminarQuiero conocerme, quiero saber quién soy, no quién he sido para sobrevivir. Quiero saber qué quiero no qué he necesitado para poder existir. Quiero echarme un clavado y encontrarme en las tinieblas de donde me he abandonado.
ResponderEliminarwouuuu !!!!!! .... Dany C