viernes, 5 de septiembre de 2014

3 CUADRAS

"A mis 21 años la vida parecía una fiesta a la que no fui invitada, un ritmo que no lograba bailar, una noche donde la luna no me alumbraba, un lugar al que yo no pertenecía... un mar donde no sabía nadar..."


"Ahorita vengo." Dije. Lucía, 21 años, Guadalajara Jalisco.
La música sonaba, los adolescentes hacían lo suyo, a mí me explotaba el mundo en la cabeza. Qué fácil sería no estar interesada en descubrir la vida desde las entrañas. ¡Qué bonito sería ser normal! Me agarré el pelo, me sentía a punto de un ataque cardíaco. Esta fiesta no era para mí.

“Estoy a tres cuadras de mi casa” pensé. No sé con quién iba, no sé quién cumplía años y en realidad no sé por qué estaba ahí. Veía a todos tan felices, pero a mí me hacía falta algo. Necesitaba encontrarme entre tanto escombro, desgraciadamente no soy como los demás que no se cuestionaban nada, parecía que las preguntas que había en el corazón de todos los integrantes de una fiesta promedio en la perla tapatía, se habían incrustando en mi cabeza y con esa tempestad de voces salí del lugar.

Caminé hacia mi casa, era tanto mi pánico que las lágrimas estaban secas, porque sí, cuando lloras es porque de algún modo ya entendiste algo, pero en mí no había la más mínima comprensión, necesitaba ir a mi zona mágica, necesitaba la única cosa que podría calmarme y esa cosa se encontraba en mi casa, lo bueno que a tres cuadras.

¿Qué me pasa? ¿Por qué esta actitud pseudodepresiva? Todos están divirtiéndose, es sábado por la noche ¿No debería hacer eso una niña de mi edad? Más voces como estas se columpiaban en mi mente jugando con ella, revolviéndola toda. Y si mi mente no era mi aliada ¿Quién estaba conmigo?

Odiaba pensar de más, odiaba sentir de más, odiaba ser tan intensa. Eran súper poderes que percibía como maldiciones. 

No había lugar en el mundo para mí y yo sólo quería pertenecer. Así que estaba dispuesta, a esa edad, a dejar mi identidad en un rincón a cambio de ser aceptada, estaba dispuesta a mimetizarme con todos para caber o tener al menos una clasificación. Estaba o estaría dispuesta a hacerlo pero a la hora de la hora sabía que no lo hacía, no me tomaba ese veneno que me igualaría, que sí, sería más fácil todo, pero en mi corazón sabía que yo tenía algo más complicado que hacer, porque no podría no hacer lo que vine a hacer aunque no sabía en ese momento qué era.

Llegué a casa, pensar tanto me había olvidado de lo larga que puede ser una cuadra, porque cuando algo se vuelve eterno termina pronto. Y de tanto pensar y viajar por mi mente me teletransporté, me brinqué la reja porque como siempre no tenía llaves y entré a la casa porque sí, en mi casa nunca pusieron seguro, siempre estaba abierta, y no, nunca nos robaron.

Estaba a aproximadamente seis pasos de mi salvación. El teclado, la computadora, Word. Puse la canción de “By your side” y comencé a llorar. Pensé en hablarle a Mariana. Pero sabía que eso era sólo para desahogarme y sentirme bien y mi misión era escribir con las consecuencias que eso me ocasionara.

“¿Por qué no puedo ser como todos?” Comencé en las primeras líneas. Y redacté treinta páginas y tal vez eran las cinco de la mañana pero escribí mi vida como la veía en ese momento: trágica, sin esperanzas y llena de soledad.

Trágica porque mis caminos eran dos: Ser yo misma y que todo mundo conociera mi locura y la criticara y la señalara y la discriminara, o abandonar lo que me hace ser, hacerme como todos, escuchar su música, bailar y tomar y poder tener un novio normal. Si escogía esto último habría sido infeliz sabiendo que me maté a mi misma y a lo que me hace ser.... sabría que sería la primera que se discriminó, que me eliminé del mundo por no soportar el precio de ser señalada. Pero claro, tendría mi novio como mis amigas y esas cosas de las niñas normales que las hacen tan felices.

Si escogía lo primero estaba condenada a la soledad, a la incomprensión, a volverme loca con tantas voces internas, a deprimirme, a no vivir por estar pensando, a no existir por estar tan metida en mí. A cruzar la barrera de la locura y morir de un corto circuito.

Así que sí, por eso era trágica. Esa vida también tenía la característica de carecer de esperanza. ¿Qué iba a esperar de un camino de opresión o de locura? ¿Qué bueno trae uno u otro? No puedes esperar de una vida donde tú sola atas a tu corazón ni tampoco puedes esperar un final feliz de quien no doma sus sentimientos…

Lloraba, lloraba, lloraba… cuando se es adolescente se llora mucho por tanto cambio hormonal y era algo que me chocaba a esa edad pero hoy en día me quejo de no poder llorar tan a gusto como lloré en esos tiempos… cuando se te pone la cara roja, la almohada se empapa, los ojos se hinchan y vienen suspiritos después del llanto… esos involuntarios que suenan como: “hihihhihi ahhhhh”, que bendición un lavado de alma así.

El caso es que me dormí a las cinco de la mañana pensando en que el caso “Lucía Orozco” no tenía solución.

Años pasaron y en la escala del tiempo ese día está muy, muy atrás de mí. Esos documentos se perdieron en esa computadora que nadie quiso arreglar. Y hoy que me acordé de ese momento y lo traje hasta la silla donde estoy sentada reí por saber hoy en la actualidad, que agradezco el camino que elegí, y los nuevos que tracé, que sí, muchas veces una pasión también duele, una cualidad también te cobra lágrimas y una misión también tiene caminos de espinas… pero ¿Quién querría anularse del mundo mientras tenga vida?

¿Quién aceptaría discriminarse primero para que nadie más lo intente? ¿Quién temerá más a lo que puedan decir que aprisionar lo más valioso de su locura? ¿Por qué valdría más una vida normal que una aventura extraordinaria si es lo que me hace latir más el corazón? ¿Por qué elegir si se puede trazar un camino nuevo que tenga un poco de los dos o de una opción tercera o cuarta? 

¿Por qué sufrir por ser diferente cuando eso es lo que nos hace especiales? ¿Por qué llorar por el desprecio de alguien que no acepta nuestra locura? ¿Por qué callar los fuegos artificiales que sabes producir? ¿Por qué hacerte chiquita?

Mi misión de vida llevó un largo camino de espinas que todavía recuerdo, aceptar mi personalidad una chaqueta mental que todavía me saca de mis casillas… amarme, una soledad que pagué y que duele, duele a mares, pero que me ha dado a cambio ese amor del verbo propio que acompañada de las faldas de mi mamá no hubiera conocido.

            Así que hoy le doy gracias a ese impulso que obedecí que me hizo regresar a casa tres cuadras llenas de ansiedad, que me hicieron sentarme en la computadora a convertirme en escritora y que me dieron las llaves de mi libertad porque una vez que eres libre dejas de ser normal, pero tampoco deseas serlo.


Gracias por leer.


Les comparto la canción que escuché diez veces cuando escribí esas 30 páginas de confusión que ahora agradezco.




4 comentarios:

  1. Cómo te extrañaba Lucia Orozco!!
    Mica.

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  2. Parece un juego del destino que el llegar a amarte tanto y aceptarte con todo y locura, aunque eso te haga parecer anormal ante las personas que "te aman", se dé así en un día cualquiera, un domingo en la mañana o un martes por la tarde. Pero no, es pasar por un largo camino, por desilusiones, soledad, personas que juraron estar siempre se van, hasta a veces uno mismo se va y se abandona y luego se vuelve a encontar. Parece un juego del destino de repente poder tomar la decisión de ser tú mismo y feliz. Pareciera que llega como una idea cualquiera, como un golpe de suerte cuando creíste tal vez que ya no se podía! Es hermoso recordar que no! Que tomar la decisión de ser feliz y mantenerte así, feliz y auténtico es la suma de muchas batallas en contra de los demonios y monstruos internos y externos.

    Creí que era la única loca que llegó a sentirse tan ajena al mundo. Gracias por alentar a los loquitos jaja (; !

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  3. ¡Gracias! Por compartir, por animar. Sé muy bien lo que se siente y significa no encajar. El precio de la soledad y del dolor son altos y duros, pero vale la pena pagarlos aunque sea una cuota que se pague en abonos.
    Porque quién querría ser normal dejando de ser quien se es de verdad. Yo, por lo pronto, no. No estoy dispuesta, aunque a veces me falte la valentía de seguir mi corazón.

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  4. Hola soy de la ciudad de Mazatlán de http://www.lasgaviasgrand.mx un lugar muy agradable, por curiosidad encontre tu blog y me parece muy interesante. Estare revisando los articulos, muchas felicidades!

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