La vida y sus ciclos y etapas me hacen pensar
que todo es un sube y baja y que la estabilidad consiste en vivir cada
situación lo mejor que puedas. Llegan oleadas de tristeza, llegan días
felizmente inesperados, llegan momentos en los que te ves al espejo y no te
encuentras… hay días de todo.
Yo y mi berrinchuda cabeza muchas veces no
entendemos eso. Nos asustamos cuando amanecemos y no sentimos el alma u otros
días donde nos preguntamos por qué es que no quiero levantarme de la cama o
hacer lo que más me gusta.
Luego hay otros días que sin razón alguna canto
como pajarito todo el día y quiero besar a todas las personas que me encuentro
– en los cachetes eh – y gritarle al mundo que “Doe, a deer, a female deer
Ray, a drop of golden sun
Me, a name I call myself
Far, a long long way to run…”
Ray, a drop of golden sun
Me, a name I call myself
Far, a long long way to run…”
Hoy
he entendido algo diferente. No puedo –
y no quiero - controlarlo todo, me rindo. He proclamado una y mil veces que
si uno tiene actitud que si uno lucha por sus sueños y que si uno intenta todo,
todo lo consigue. Y sigo creyéndolo es sólo que me faltó presentarme con el
destino:
Hola
destino, perdona que no te haya tomado en cuenta algunos días, hola universo,
hola clima, hola llanta baja, hola circunstancias, hola hormonas, hola día
nublado, hola canción mala del radio… hola noticia rara, hola personas que ya
no quieren estar conmigo, hola y gracias circunstancias que me han enseñado,
hola TODO.
A
veces creo que en mi controladora manera de pensar, me faltó soltar poquito el
estrés de la espalda y dejar que las noticias también se escribieran conmigo y
pensar como timbiriche “si no es ahora será mañana”.
No
estoy hablando de mediocridad o postergar, estoy
queriendo dejar al universo que entre a jugar conmigo. Jugar en plan jugar
como lo hacemos de niños. Me explico:
¿Se
acuerdan cuando éramos niños? Yo me acuerdo cuando yo era niña grande y mi mamá
solía mucho darme niños a cuidar, ya sea mientras ella daba una clase a las
señoras y me dejaba a sus hijos o no sé, siempre me gustó ser niñera y estudiar
sus peculiares maneras de pensar, porque yo ya tenía diez y era grande jaja.
Después
trabajé de payasita en fiestas infantiles y sí, tenía que seguir jugando con
más niños y la verdad es que los que más me divertían eran los nobles que
llegaban a poner su disposición al juego y formar las reglas juntos…
Sin
embargo había niños que, manipuladores y egocentristas, querían dominar todo el
juego con frases como:
-
Y que ya te dormías.
-
Y que te
levantabas y te ibas a trabajar.
-
Y que yo era
la mamá y tú el bebé.
-
Y que llorabas…
Prácticamente no me
dejaban jugar, sólo me decían qué hacer.
Pues bueno
públicamente quiero pedirle una disculpa al universo porque estaba haciendo lo
mismo con él. Quería controlarlo todo y
que no se me escapara nada porque no quería perderme nada de la vida y
disfrutarla toda pero resulta que me di cuenta que estaba jugando sola.
Me funcionó un
tiempo, mi terquedad me llevó a los lugares que quería conocer y viajar y
escribir un libreto y que se cumpliera a tal cual… pero también eso me provocó no dormir, trabajar de más, desconfiar de
todo porque tenía miedo que las cosas no me sucedieran.
Universo. ¿Me
perdonas? Tal vez ni siquiera te afecté porque eres más fuerte que yo pero ¿Me
disculpas?
Aprendí a hacer eso
en Cambodia. Entender que la vida necesita fluir como el agua, cumplir sus
ciclos como las plantas y ser constante como el sol pero con sorpresas como las
nubes. No sé… me faltaba observar lo que
la vida quiere darme y no reclamar por lo que yo quería que me diera.
No, probablemente no tengo lo que yo creo que
para mí es necesario pero sí, dentro de todo este embrollo algo extraño me dice
que tengo lo que necesito ahora.
Dios sabe que he
tenido días en los que pienso tanto que de pronto siento que se me va a
aparecer y me va a decir en modo tierno pero directo: ya cállate. Sí, necesito
callarme y por eso no he escrito tanto.
He sido “la fuerte”, “la idependiente”, “la que se
sale con la suya” tanto tiempo que estoy cansadita de París. Me aseguraba
noche y día que todo me saliera bien y que no tropezara y que tuviera las
sorpresas necesarias en mi día y que mi canción favorita estuviera puesta
cuando la necesitaba… que bueno que me
quiera y me cuide pero no le permitía al universo sorpresas porque no confiaba
en él.
Universo, vida, Dios,
amor… energía, como sea que se llame, esa inmensidad que al menos a mí me ha
invadido tantas veces es la que quiero dejar entrar otra vez si es que te
saliste. En fin, amanecí queriendo hacer las pases. Ya no quiero ser la niña
que dice “y que te dormías, y que te levantabas e ibas a la escuela…”
El miedo nos hace quererlo controlar todo porque
pensamos que no va a funcionar porque nos falta confianza. Tal vez necesite
trabajar más en equipo, delegarle a la vida lo que quiera darme porque todos
necesitamos confiar en ella.
Seguir buscando lo que añoramos, seguir soñando
lo que deseamos, seguir trabajando por ello, pero, de la mano de una fuerza
mayor, en eso amanecí pensando.
Hay Lu! Siempre tan acertada. Soy yo en tu escrito. Es tan difícil quitarse de la silla del ego y dejar que sea Dios quien tome el control. Y como dices el mismo miedo te causa controlarlo todo y luego no te das cuenta que no estas disfrutando las cosas de la vida por querer siempre que sean como tu planeas.
ResponderEliminarHay que ceder, hay que rendirse...
Siempre gracias Lu!
Ya somos dos!
ResponderEliminarWOW!! <3 Que manera la tuta de aterrizar mis pensamientos y sentimientos desde tu perspectiva!! Gracias!!! <3
ResponderEliminarMarry me.
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