lunes, 16 de febrero de 2015

CÓMO AMANECÍ: A veces cuando pierdes, ganas.



Amanecí más segura de algo. En la vida, aprendemos a caminar de los dedos de nuestros papás, luego tropezamos pero somos bebés y nuestras células se regeneran al mil por hora, así que sin importar tener las rodillas cortadas jugamos, patinamos, corremos y metemos carrera, pateamos el balón, nos peleamos y nos contentamos. La verdadera gloria de la infancia es que todo el tiempo estamos intentando algo nuevo.

Pasa que crecemos y tenemos miedo porque las experiencias nos inculcan la suma de sentimientos negativos por tomar una decisión supuestamente incorrecta, eso a diferencia de cuando éramos niños y no teníamos miedo a equivocarnos.

¿Y si no resulta? Dice nuestro corazón en las noches. Es algo así como si una a alarma antidolor quisiera protegernos y no veo nada de malo en ello, probablemente nace del amor propio pero ¿Acaso no nacimos para vivir? ¿Es parte de vivir no arriesgarnos a nada? No lo creo.

Hay una frase de una película que me encanta y por eso cuando me preguntan ¿Cuál es tu película favorita de romance? Contesto que esa.

-       ¿Pero si se trata de una pareja que se le mueren los hijos luego se muere él y ella se suicida?

Entonces contesto:

-       Si alguien está dispuesto a ir al infierno por mí, eso lo encuentro más romántico que una escena de estar compartiendo un helado o bailando una balada de cachetito.

Y es que “Más allá de los sueños” tiene una frase principal en su peli y dice así: A veces cuando pierdes, ganas.

Y es que, sólo cuando Robin Williams arriesgó todo por ella fue que la ganó. Y traducido a la manera de cómo amanecí quiero decirles que últimamente he intentado cosas diferentes…

Me he salido de mi zona de confort, me corté el pelo y me fui a Asia a un viaje que no he podido asimilar porque fue, fue demasiado. Al regresar cosas cambiaron en mi vida y entendí que muchas veces lo único que necesitamos para encontrar lo que buscábamos es salirnos de nuestra zona de confort y experimentar que tal vez no estamos equivocados en intentar de nuevo.

Cuando te sales de tu zona de confort, en mi caso, comencé a sentirme sola porque hasta mis pláticas hacían menos sentido aunque siempre he contado con personas que me rodean que llevan una vida espiritual tan padre que al menos me sentía entendida, pero al final un poco sola.

Pero la verdad era que sólo yo estoy viviendo este cambio y esta nueva vida y estas ganas de retomar ese placer de intentarlo todo como cuando éramos niños. Y específicamente amanecí pensando en que a pesar de sentirme aún más rara, más sola, en una frecuencia diferente, encontré que en esta frecuencia existen personajes y situaciones diferentes acercándose a mí y eso me hace extremadamente feliz.


Sí, estoy cambiándome de piel como algunos reptiles, y sí, es extraño, requiere un esfuerzo mayor, requiere mucha concentración y mucho dedicar tiempo a uno mismo, requiere tener valor para dejar lo que ya no sirve, las muletillas de la vida son tan cómodas a veces, requiere autodefinirte y requiere mucho valor pero, al menos esta semana ha valido la alegría y no la pena y amanecer cobra todavía más sentido.

Además, me he dado cuenta que sí, a veces cuando pierdes: ganas.

¿Y tú cómo amaneciste?


miércoles, 11 de febrero de 2015

CÓMO AMANECÍ. Compartiendo mis apuntes.




Todos somos alumnos de la vida 
y a una tal Lucía la de Flor 
siempre le ha gustado compartir sus apuntes...




Nacemos puros, nos envolvemos en nuestra familia y aprendemos de nuestra escuela y ¡PUM! Somos hijos del sistema. Aprendemos a fingir, a contestar por inercia un “bien, gracias” y ¡PUM! Nos desconectamos de nuestro “serts”.

¿Qué tenemos qué hacer para poder ser? En eso amanecí pensando.  A veces son tantos roles los que tomo en el día que llegando a casa no sé quién es la que se duerme: Lo que esperan los demás de mi, lo que espera el niño que me gusta que me guste, lo que mis papás necesitan para estar orgullosos de mí… ¡Es tanta carga!

Con el peso de la sociedad acuestas es difícil que alguien pueda recuperar un poco de su pureza. Y, dentro de todo este embrollo estoy segura que, irónicamente ahí radica la clave del éxito. La pureza de nuestra esencia es perfecta.

“Quería ser diseñadora pero estudié comercio” Escucho eso tantas veces. “¿Eres feliz?” pregunto y la respuesta no la compro, no lo creo del todo. “Algo me falta” casi siempre contestan todos.

Yo he descubierto que “eso que nos falta” para ser felices está adentro de nosotros pero nos cuesta trabajo echarlo a andar para que exista. Y mi conclusión del día es que necesitamos electroshock para revivir lo  que nació para existir, lo que es nuestro. 

Nadie va a luchar por ti mas que tú, llega un punto en el que por más que nuestros papás nos dieron la vida ni ellos pueden hacernos existir. 

¿Quién soy? ¿Qué me gusta? Y el problema es que casi nunca interiorizamos porque tememos encontrarnos con cosas feas, traumas, cicatrices o peor aún, heridas. Y cada que veo un caso así o yo misma soy un caso así, me siento como esos niños chiquitos que se tapan los ojos y los adultos tenemos que hacerle: "¿A dónde se fue Dominique?" "¿Alguien la ve?" y entonces la niña se destapa los ojos y todos tenemos que hacerle "¡Aquí estáaaa!" 

Igual son las heridas, es irónico que por no quererlas ver no existan.

Y aún así tratamos de permanecer en la frecuencia del sistema porque ahí no trabajas el tema de la interiorización y ahí no duele. No, no quiero eso para ti, no quiero eso para mí. Me he fijado que muchas personas pasan la vida sin existir y es como un suicidio emocional aniquilar lo que eres cada hora porque sin tener que estar muerto lo estás. ¡No quiero eso para nadie!

Por otro lado, las personas a las que admiro: escritores, terapeutas que han estado en mi vida y “gurús” del alma... todos, todos han coincidido en que pagar el precio para ser tú es algo sumamente complicado pero el único camino para la plenitud. No se puede existir si te anulas día con día.

Pero para hablar de ti y para decir quién eres o expresarlo, necesitas saberlo. Y eso implica el viajecito interior ese que todo mundo nos evitamos.

Pero ¿No estás cansado ya de estar buscando un pilar o un sostén o seguridad por el mundo cuando habita dentro de ti? ¿No has pensado que todo ese amor que estás buscando no te haría falta si te conocieras? ¿No quieres una relación sana y no co-dependiente? Todo eso radica de hacer válida tu persona y descubrir que naciste para ser amado sí, pero también para amar.

La diferencia entre buscar que te amen o buscar amar también se descubre ahí. En ese período fastidioso de interiorización pero no podemos perder más tiempo…

Así que amanecí pensando en que todo comienza con el poder de la decisión. De llamarle al terapeuta que te decía tu tía y te daban ansias, de levantarte a hacer ejercicio todos los días, de meditar, de llorar algo que no has llorado, de terminar con tus lazos afectivos nocivos, de buscar el bienestar para que en un ambiente sano puedas conocerte…

Eso implica soledad y si de entrada a algunos les da miedo está más complicado. Pero al menos yo, nunca me he basado en que algo esté difícil o fácil para hacerlo, sino en lo mucho que lo amo.


Si te hace click lo que digo y amaneciste igual o parecido, te mando un abrazo, si no te mando dos.  Y sé que no soy ni pretendo ser un ejemplo de nada, hablo de lo que vivo, de lo que yo también busco, de a donde quiero ir, de lo que me hace querer vivir, de lo que me duele, de lo que aprendo, de lo que quiero aprender, de lo que escucho, de lo que leí… al final de cuentas, todos somos alumnos de la vida y a una tal Lucía la de Flor siempre le ha gustado compartir sus apuntes...


Los quiero.
@lucialadeflor

martes, 10 de febrero de 2015

CÓMO AMANECÍ: Hello Universe!!!!



La vida y sus ciclos y etapas me hacen pensar que todo es un sube y baja y que la estabilidad consiste en vivir cada situación lo mejor que puedas. Llegan oleadas de tristeza, llegan días felizmente inesperados, llegan momentos en los que te ves al espejo y no te encuentras… hay días de todo.

Yo y mi berrinchuda cabeza muchas veces no entendemos eso. Nos asustamos cuando amanecemos y no sentimos el alma u otros días donde nos preguntamos por qué es que no quiero levantarme de la cama o hacer lo que más me gusta.

Luego hay otros días que sin razón alguna canto como pajarito todo el día y quiero besar a todas las personas que me encuentro – en los cachetes eh – y gritarle al mundo que Doe, a deer, a female deer
Ray, a drop of golden sun
Me, a name I call myself
Far, a long long way to run…”

Hoy he entendido algo diferente. No puedo – y no quiero - controlarlo todo, me rindo. He proclamado una y mil veces que si uno tiene actitud que si uno lucha por sus sueños y que si uno intenta todo, todo lo consigue. Y sigo creyéndolo es sólo que me faltó presentarme con el destino:

Hola destino, perdona que no te haya tomado en cuenta algunos días, hola universo, hola clima, hola llanta baja, hola circunstancias, hola hormonas, hola día nublado, hola canción mala del radio… hola noticia rara, hola personas que ya no quieren estar conmigo, hola y gracias circunstancias que me han enseñado, hola TODO.

A veces creo que en mi controladora manera de pensar, me faltó soltar poquito el estrés de la espalda y dejar que las noticias también se escribieran conmigo y pensar como timbiriche “si no es ahora será mañana”.

No estoy hablando de mediocridad o postergar, estoy queriendo dejar al universo que entre a jugar conmigo. Jugar en plan jugar como lo hacemos de niños. Me explico:

¿Se acuerdan cuando éramos niños? Yo me acuerdo cuando yo era niña grande y mi mamá solía mucho darme niños a cuidar, ya sea mientras ella daba una clase a las señoras y me dejaba a sus hijos o no sé, siempre me gustó ser niñera y estudiar sus peculiares maneras de pensar, porque yo ya tenía diez y era grande jaja.

Después trabajé de payasita en fiestas infantiles y sí, tenía que seguir jugando con más niños y la verdad es que los que más me divertían eran los nobles que llegaban a poner su disposición al juego y formar las reglas juntos…

Sin embargo había niños que, manipuladores y egocentristas, querían dominar todo el juego con frases como:

-      Y que ya te dormías.
-      Y que te levantabas y te ibas a trabajar.
-      Y que yo era la mamá y tú el bebé.
-      Y que llorabas…

Prácticamente no me dejaban jugar, sólo me decían qué hacer.

Pues bueno públicamente quiero pedirle una disculpa al universo porque estaba haciendo lo mismo con él. Quería controlarlo todo y que no se me escapara nada porque no quería perderme nada de la vida y disfrutarla toda pero resulta que me di cuenta que estaba jugando sola.

Me funcionó un tiempo, mi terquedad me llevó a los lugares que quería conocer y viajar y escribir un libreto y que se cumpliera a tal cual… pero también eso me provocó no dormir, trabajar de más, desconfiar de todo porque tenía miedo que las cosas no me sucedieran.

Universo. ¿Me perdonas? Tal vez ni siquiera te afecté porque eres más fuerte que yo pero ¿Me disculpas?

Aprendí a hacer eso en Cambodia. Entender que la vida necesita fluir como el agua, cumplir sus ciclos como las plantas y ser constante como el sol pero con sorpresas como las nubes. No sé… me faltaba observar lo que la vida quiere darme y no reclamar por lo que yo quería que me diera.

No, probablemente no tengo lo que yo creo que para mí es necesario pero sí, dentro de todo este embrollo algo extraño me dice que tengo lo que necesito ahora.

Dios sabe que he tenido días en los que pienso tanto que de pronto siento que se me va a aparecer y me va a decir en modo tierno pero directo: ya cállate. Sí, necesito callarme y por eso no he escrito tanto.

He sido “la fuerte”, “la idependiente”, “la que se sale con la suya” tanto tiempo que estoy cansadita de París. Me aseguraba noche y día que todo me saliera bien y que no tropezara y que tuviera las sorpresas necesarias en mi día y que mi canción favorita estuviera puesta cuando la necesitaba… que bueno que me quiera y me cuide pero no le permitía al universo sorpresas porque no confiaba en él.

Universo, vida, Dios, amor… energía, como sea que se llame, esa inmensidad que al menos a mí me ha invadido tantas veces es la que quiero dejar entrar otra vez si es que te saliste. En fin, amanecí queriendo hacer las pases. Ya no quiero ser la niña que dice “y que te dormías, y que te levantabas e ibas a la escuela…”

El miedo nos hace quererlo controlar todo porque pensamos que no va a funcionar porque nos falta confianza. Tal vez necesite trabajar más en equipo, delegarle a la vida lo que quiera darme porque todos necesitamos confiar en ella.

Seguir buscando lo que añoramos, seguir soñando lo que deseamos, seguir trabajando por ello, pero, de la mano de una fuerza mayor, en eso amanecí pensando.