miércoles, 6 de agosto de 2014

PAPÁ, MAMÁ ¡TENEMOS QUE HABLAR!





En específico dos o tres lectoras me hablaban de su suerte profesional… que si debían intentar lo que amaban o darle gusto al papá o la mamá. - Saludos #tusabesquieneres - Que si debían dejarlo todo por un sueño o seguir las reglas de una sociedad mimetizada. Que si esto, que si el otro… al leerlas fui conciente de dos cosas y agradecí la oportunidad:

1.- De poder estudiar.
2.- De tener un papá que me pagó mis estudios y que además me dijo "estudia lo que a ti te guste".

Dios, recuerdo esa edad y cuando leía a estas hermosas adolescentes, me vi reflejada en ellas… y ¡PUM! Viajé en el tiempo…

-       Lucía ¿Qué vas a estudiar? – Me preguntó mi papá.
-       No sé papá, es que como que esas carreras que veo ninguna me llama la atención, a mí me gusta el arte, pero me gustan todos los artes ¿Qué puedo hacer?
-       Hay una carrera de artes, ahí por el centro, te enseñan danza, teatro, pintura, escultura… tal vez eso te guste.

Ojo, yo creo que a un padre no le gustaría que su hija estudiara algo fuera de lo “normal” es decir, no en algo que no te convierta en licenciada o eso. Pero como que yo le vi en los ojos a mi papá que le agradaba la idea de que su hija se saliera de lo convencional… no sé, tal vez quería irme a ver bailar.

Sí papá, creo que eso estudiaré…. Fin de la plática.

Pasaron los meses y mi papá me volvió a preguntar. ¿Entonces? ¿Ya te decidiste? A decir verdad no tenía idea, me imaginaba como mis hermanos en el TEC sólo porque me gustaba la idea de tener una lap top. Así que pensé que sería como ellos. Ya sabes, te gusta estar donde están tus hermanos o lo que ves es lo único que conoces entonces repites la operación.

No sé, papá. Pero me gustaría tener una laptop. ¡Imagínense si hubiera basado mi educación en algo tan efímero! Pasaron más meses y el tiempo encima me obligó a decidirme.

Íbamos por Alberta en el alto con Montevideo yo estaba atrás en el bocho blanco, a David le había tocado delante de seguro y de regreso me tocaría a mí y en el volante puedo jurar que era Ana o Flor y no sé a dónde íbamos. Yo pensaba viendo por la ventana como buen videoclip de música romántica… pero no pensaba en nadie, pensaba en mi futuro.

Y ahí lancé una pregunta que no sé por qué se me ocurrió:

-       ¿Existe una carrera que se llama comunicación? – Pregunté a mi hermana.
-       Sí, existe.

¡PUM! No tenía la más mínima idea de qué se trataba pero eso iba a estudiar. Yo sé, iba en tercero prepa, no era como para que no estuviera informada, además el último año de prepa había escogido humanidades y obviamente había visto materias de comunicación, pero es que vivía tan en mi mundo que de pronto tienes idea nada más de la fiesta a la que vas a ir el fin de semana.

             Después de eso ya tenía decidido que entraría al TEC – para obtener mi lap top y caminar por esos jardines tan ordenados y ser como mis hermanos – y estudiaría comunicación. Y aquí es cuando Gina, mi amiga de prepa, intervino.

-       ¿Qué te pasa Lucía? ¿Te volviste loca?

Esa fue su introducción a una larga plática que me hizo volver a ser yo. Es que les soy sincera, es realmente difícil ser uno mismo a esta edad y a esa donde era adolescente todavía más:

            Tienes la carga de lo que tus papás esperan de ti, el ejemplo de tus hermanos que de algún modo debes imitar, y como no has conocido el mundo y todo te parece tan pequeñito, sólo analizas tus opciones de acuerdo a tu corta vista de esa edad, sumado a las pocas experiencias.

Pero ojo, el corazón dicta... tengas la edad que tengas...

En fin, eso me pasaba a mí pero agradezco que Gina concluyó diciéndome prácticamente que si yo fuera persona sería el ITESO. Y sí, esa universidad y yo nos identificamos como se encuentran dos personas jugando a los animales… esas que te tapan los ojos y gritas “oink, oink” o “pio, pio” buscando a tu pareja… los árboles, la gente, los profes…

            Y así entré y el primer día llevaba mi mochila que me salió carísima (no sé cómo me gasté tanto en ella) y una blusa rosa, media cola y me senté hasta adelante porque llegué tarde. Ahí estaba nuestra coordinadora de carrera y maestra – que en paz descanse hoy en día – y comenzó a hablar de tanta cosa y todos levantaban la mano contestando otra que llegué a dudar de mi nivel académico… prácticamente sentía que hablaban otro idioma.

            Le recé a la Virgen y a todos los santos que por favor no me preguntara nada y lo único que quise fue sobrevivir a esa clase llena de gente tan diferente que no logré identificarme con nadie: unas muuuuy fresas para mí y otros muy hippies como para que aceptaran a una “Pink girl” ¡Dios! ¿Qué voy a hacer? Pensé el primer día.

            Así sobreviví el mes entero, poco a poco entendiendo el idioma y hasta opinando… entendiendo que no entendía pero que sabía de algún modo secreto que este lugar y esta carrera eran para mí. Y que incluso aunque notara que las personas hacían esta carrera por distintos motivos, a todos nos servía la misma clase.

            Y es que en la vida cada quien le da su toque personal a su destino, incluso aunque vivamos bajo el mismo techo y tengamos la misma educación, basta con ver a mis hermanos para darnos cuenta de que somos tan diferentes… diferentes a modo “cada quién le da su toque a la vida”.

            Igual pasó con mis compañeros… llegó el momento en el que me di cuenta que no necesito asimilarme a nadie para pertenecer, que nacimos e íbamos a morir totalmente diferentes y eso estaba bien, que todos éramos de carácter fuerte y que íbamos a gritar cada uno nuestra bandera y eso estaba bien. Y entonces entendí de tolerancia y entendí que nadie es igual a nadie y que eso es magnífico.

            Poco a poco hice mi grupo pero de todas formas me gustaba juntarme con todos y todos se abrieron a la opción de encontrar que las diferencias no separan, muchas veces unen.

            En resumen, los mejores años de mi vida incluso aceptando que dentro de ellos pasé los peores días de mi vida. Es algo extraño.

            ¿Qué es lo que quiero decirles? Que cuando nacemos no decidimos ni qué vamos a comer, o la escuela en preescolar… que nos encaminan pero que dentro de donde nos metan, nuestra personalidad empieza a “florecer” y nuestros papás a descifrarnos y se vuelve algo increíble. Darte cuenta y hacer consciente que a ti no te gustan ciertas cosas y prefieres otras y te aferras a no hacer drama por ello…

            Es algo así como el tema de los chocolates… no me disgustan pero digamos que yo era más una niña de Pulparindos y Pelón pelo rico combinado con Ruffles y lo que tuviera chile. Peeeerooo… mi papá, cuando te portabas bien te llevaba a las Benavides por un chocolate. Era como “el nivel de estatus más alto que podía tener un Orozco Barba”.

            Cuando David ganaba y yo los acompañaba veía cómo mi papá le compraba el chocolate, era todo una experiencia que yo asimilaba en cámara lenta con música victoriosa de fondo y me preguntaba ¿Cuándo me tocará ir por mi chocolate?

Pues aunque no lo crean ciudadanos hermosos de donde quiera que me estén leyendo… un día lo logré.

            Lucía, vamos a las Benavides. ¡Estoy soñando! Pensé. Y sí llegando ahí vi a toda la familia Picapiedra hecha chocolate y yo, Lucía Orozco, siempre he amado a Pebbles. Imagínense la calidad de día que estaba viviendo.

            “Entónseseses” – Así dice un amigo – quise correr a agarrar a Pebbles y estrujarla en mis brazos. Pero no, mi ambición fue más grande. Al ver a la familia entendí que obviamente y a simple vista Pedro Picapiedra es más gordo y más alto… “Si escojo a Pedro me tocará más chocolate” dijo la razón… “Agarra a Pedro” contestó el orgullo y ya no sé quién más habló pero el caso es que tomé a Pedro y me fui a la caja.

            Si hubiera sido un poco más inteligente habría sabido que el Pedro viene con una capa de chocolate más delgada y que Pebbles es más gruesa y que al final eran los mismos gramos pero bueno, iba en primaria y era una niña.

            Llegué a mi casa y puse a Pedro en la puertita con llave después de presumirlo con mis hermanos a quienes se les salía la baba por tanto chocolate. Y claro, como no era tan fanática pues me duró meses… primero me comí los pies y luego me parece que la cabeza ya hasta tenía polvo. Dios, las cosas que hace uno.

            Obvio no le convidé a nadie nunca, mi hermano David (que es el único hermano menor que tengo entonces tenía que ser tierna con él) obviamente me pidió muchas veces y oooooobviamente jamás le di o si acaso un como pedacito del tamaño suficiente para que nomás le salivara la boca y recordara que yo era la del premio. Perdón pero esta era una guerra de status.

            Voy a llegar al punto lo prometo… de hecho ya estoy aquí, y aquí quería traerte conmigo para que analizáramos junt@s la realidad de las cosas:

1.- Yo hubiera sido más feliz con un Pulparindo o un pellizco en vez del graaan chocolatee de Peeedro Picaaapiedraaaa ¡Bah!

2.- Yo decidí por los sueños de los demás… los demás amaban el chocolate entonces si yo lo escogía los demás me envidiarían. O también como el caso de la lap top, quería una porque mis hermanos tenían una.

3.- No tuve el valor de decir lo que quería… ni siquiera decírmelo a mí misma.

4.- El chocolate murió afuera de mi boca.

5.- Y todavía no conforme con hacer lo que los demás querían, ni siquiera me quedé con Pebbles por ambiciosa pensando que la barriga de Pedro tenía más chocolate. ¿Se fijan como no tuve nada de lo que quería? ¡NADA!

En fin, al final me di cuenta que estuve buscando el concepto de felicidad ajeno. Y que cuando buscamos ser felices a través del concepto de felicidad de otra persona, jamás lograremos el objetivo, tal vez le hagamos pensar a las personas que lo logramos, pero nuestro corazón estará intranquilo.

También pude ver que mi papá lo único que quería era hacerme feliz por eso me compró el chocolate, porque el asumió que yo como niña amaría el chocolate, no se puso a pensar que yo deseaba otra cosa y yo no tuve el valor de decírselo, por cuestión de status. Dios mío, qué lejos llegué con esto. Y es que, cuando no abres la boca y le dices al mundo lo que deseas, no deberías esperar a que el mundo le atinara… el mundo escogerá lo que “todos quieren” como si la felicidad fuera tan general… y todavía para no romperle el corazón a mi papá diciéndole que no era feliz en Benavides, tuve que fingir una alegría eterna. O sea, cuando no eres feliz y tienes algo que supuestamente hace feliz al mundo, pareciera que deberías de sonreír a la fuerza.

             Y les soy sincera, me acuerdo de los detalles pero más me acuerdo de mi sentimiento, en la caja yo tenía un hueco en el estómago pero miraba a mi papá y sonreía. Que horrible tener que ponerte máscaras para agradar y más cuando estás triste. Entonces me quedé pensando y estoy segura de que mi papá hubiera preferido que yo terqueara con el pellizco o hasta unos Sabritones con total de verme feliz, tal vez no lo hubiera entendido pero lo habría logrado.

            ¿De quién es la responsabilidad en todo esto? De mi voz. De abrir las alas y decir ¿Saben qué? Soy esta persona, tan única como todos y esto es lo que a mí me da felicidad y como me quieren tanto y desean verme feliz pues fíjense que hasta les salí más barata. Soy una chica de chile… ¡Ja! Recuerdo ese día. Era de noche me parece y decidí “salir del clóset” y decirle a mis papás que no es que me disgustara el chocolate pero que prefería el chile.

Es de papás no entender cuando uno habla en serio, por el tamaño de nuestra vida y nuestra estaturita... es de papás no tomarnos en serio pero ese día creo, que no era cuestión de que ellos supieran de la seriedad del asunto, sino de tener el valor de decir lo que yo quiero, así que aunque todavía tuviera la voz de pito traté de hacer las cosas lo más profesionales posibles así que esperé después de la cena:

Mamá, papá, tengo que hablar con ustedes… a mí no me gusta el chocolate tanto como el chile. Mi declaración tan fuerte resonó hasta en el cuarto de los niños, creo que a ellos les pudo más la noticia, mis papás sólo lo tomaron como un “ah ok la próxima vez te compramos papitas” pero Efraín, David y Juan Pablo, descubrieron que yo no sólo era diferente por ser niña, sino que estaba loca por despreciar el nuevo "Jerchis" Cookies and Cream que acababa de salir al mercado en ese entonces.

David se acercó a mí y me dijo ¿Entonces todo este tiempo estuviste escogiendo los Kinder sorpresa sólo por el jugente? Tuve que ser sincera con él y sí, tomó fuerte la noticia. Después me imagino que empezó a llover y todas esas cosas dramáticas y yo miré por la ventana las gotas de lluvia sintiéndome por primera vez desenmascarada. Ahora todos en la casa lo sabían y no había nada que nadie pudiera hacer al respecto.
           
En fin, lo que quiero decir con todo esto es que la felicidad es una cuestión personal y necesitamos ayudar a nuestros papás a que nos entiendan en este aspecto porque si no ellos comprarán chocolate rápidamente porque es algo así como “la fórmula”. Pero si queremos ser individuos tenemos que comportarnos como tales, autónomos e independientes de acuerdo a nuestra edad y sobre todo responsables.

Ser lógicos dentro de nuestra capacidad de soñar y ser honestos con lo que realmente buscamos y estar bien informados. “Me largo a ser artista de rock” no cuenta si no te tomas las horas necesarias practicando la guitarra o si decides sólo porque crees que ese "chocolate de rock" sabe rico porque la televisión lo muestra así. Hay que ver todas las caras de la moneda… no se vale aplicar el YOLO sin ser responsables.

¿Qué nos queda?
En cuanto a mí, yo no analicé mi carrera respecto a los temas que hay en ella, yo busqué cuáles eran mis 5 habilidades que me gustaban en mí, y qué quería yo hacer en la vida…

A mis 18 años llegué a la conclusión de que quería expresarme. Era lo único que sabía. El cómo lo resolví al observar los temas de comunicación… de hecho el hecho de ver tantas materias de escritura combinado con fotografía y expresión oral me hizo saber que sacaría un diez y no por nerd sino porque era lo que me apasionaba y hacía en mis tiempos libres así que hacer la tarea sería como jugar.

          Otro tip que descartó muchas cosas que también tenía de opciones como ser pianista es que dentro de cada profesión existe una “talacha” que no nos gusta, como por decir: me encanta tocar el piano y como se deslizan mis dedos por las teclas formando melodías que retumban en el estudio de mi casa y me hacen llorar, pero no me gusta leer al piano porque es muy revoltoso y me enfada y prefiero sólo tocar siempre las 5 canciones que me sé. Si no era capaz de aventarme la talacha de leer entonces no quería tanto el piano. Eso pensé. (Claro que voy a un concierto y casi lloro por no haberle echado ganas pero sé que estoy a un ir a mi casa a practicar de distancia y no lo hago).

         En cambio cuando se trata de escritura y aprender palabras y formas de escribir, esa talacha ni siquiera la veo como talacha, no me hace decir “ya me harté” me gusta y me gusta cada día más y sé que a veces estoy embolada en el mundo y no me tomo el tiempo de volar en mis letras porque hay que pagar la renta y esas cosas pero sé que no porque lo deje de hacer un “ratito” quiere decir que cuando llegue a mi teclado él y yo seremos unos desconocidos, no señor, a mí me encanta…

          Y así fue como me gradué… conociendo personas tan valiosas en el camino, aprendiendo que todos cabemos si nos respetamos y ampliando mi visión al escuchar las vidas tan diferentes que tenía enfrente. Amo esta carrera porque tiene de todo y la diferencia nos unió.

           ¿Y cual es el final feliz? Este. Estar aquí contigo haciendo lo que más me gusta y lo sé desde siempre: Expresándome. 

         Como lo hice en el Instituto de Ciencias tantas veces en el Festival de la Expresión, diseñando el logotipo del mismo, declamando una poesía, tocando piano, dibujando a lápiz o saliendo de mimo. Y también en el ITESO, entendiendo que no sólo se trata de expresarte sino de escuchar cómo se expresan los demás también y así ampliar mi mundo a través de las vidas de los demás… y si me permiten terminar con esto, les puedo decir que mi vida no pudo haber sido de otra manera… y que ese sentimiento es invaluable. No quiero que terminen su carrera con el pensamiento “mi vida pudo ser de otra mejor manera” quiero que de verdad hagan lo que su corazón les dice así no defraudarán a nadie porque ser fiel a ti mismo es tu primera obligación.

Mi papá, de haber sabido que me hacía feliz con Pulparindos, me habría comprado una piñata entera de ellos, pero yo no se lo dije. Los quiero, nos vemos en el próximo episodio… Yabadabadoo!










Amo a este hombre... lo amo... ¡Te amo Eliuth!
















2 comentarios:

  1. lucia!!! me encanta leerte siempre encuentro algo en ti muy parecido a mi, estoy estudiando comunicación :D y me encanta mi carrera, también me gusta el arte y me costo muchísimo decirle a mis papas que tenían una hija no tan normal pues quería ser actora!!! así me dicen algunos total que no les quedo de otra por que mi mama me dijo que mejor estudiara un oficio y mi papa quería medicina, pero en mi vida me veía así!!! y dije no soy muy buena en eso de las matemáticas así que papa creoo que ahí si te quedo mal y mama ps el arte no es un oficio es una pasión que quiero conocer así que definitivamente supieron que tenían una hija no tan normal, por que siempre veía las cosas tan diferente que los demás y me preguntaba si era malo.
    Me dieron mi carrera y al mismo tiempo mi carrera de actuación así y lo agradezco por que aprendí muchísimo realmente me gusta ser tan distinta a los demás , pero ahora estoy en una situación muy difícil, es increíble por que antes lo tuve todo y ahora no tengo para pagar la universidad debo dejarla para ayudar a mis papas, realmente duele por que aun me falta aun siento que no es tiempo... pero así es la vida no? creo que debo tomar un camino distinto para poder lograr mis sueños tal ves se tardaran un poco pero no bajare la guardia, estar en quiebra no significa darse por vencido cierto?
    Me encuentro en la universidad en el salón de computo esperado mi ultima clase, me gustaría pensar que hoy es el ultimo día que vendré, me gustaría pensar que no es el ultimo día que la recepcionista me saluda al llegar o al irme.... ME GUSTARÍA NO ESTAR PASANDO POR ALGO ASÍ

    SALUDOS ! LUCI SEGUIRE LEYENDOTE :D

    PD: tambien soy una niña de pulparindos y papas con chile el chocolate me causa acné jajajajaja tu eres feliz!!! yo quieroo ser tan feliz como tu algun dia!!

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  2. cada que pido una señal para saber la respuesta de algo que no tengo idea de que es lo que quiero leo algo tuyo y eso me da la respuesta a mis dudas, neta netaaaaa!! MIL GRACIAS esto me acaba de abrir los ojos y estoy decidida a regresar a terminar mi carrera que he dejado por darle gusto a mi papa


    Que Dios te bendigaa siempreee escribes increíble.

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