Siempre estoy agradecida con mis lectores; de repente nos
hacemos espejos y nos reflejamos ustedes en mí yo en ustedes y esto de estar
juntos se convierte en una “reflexión” literal. Yo, por ejemplo, me reflejé hace
poco con una pregunta de una lectora que me hizo crear este texto. Gracias
bonita.
¿Cómo fue que te
enamoraste de la vida?
Es cierto, pensé, vivo
proclamando que estoy enamorada de la vida pero no les he contado cómo fue mi cuento
de amor… esa que tengo guardadita adentro…
La historia comienza con una
típica frase que todo mundo dice “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo
pierde…” Pues bueno, no he perdido la vida en sí, pero creo firmemente
que no se necesita que el cuerpo se separe del alma para sentirnos carentes de
ella.
Hace algunos años… me dejé caer,
caída libre metafóricamente, como si mi actitud se tirara de la punta de un
edificio y melancólicamente me llené de indiferencia. Perdí la pasión que desde
niña le tenía al mundo en general y se acabaron mis chistes o sonrisas, era más
bien un ente y sí, ese ha sido hasta ahora el momento más difícil de mi
historia personal.
Pero ¿Saben algo? Aunque
ocurrieron circunstancias tristes que me hacían desprenderme del amor a la
vida, no justifico ninguna situación con el hecho de desanimarme tanto, y por
el contrario, tampoco me culpo de que sucedió… fue un capítulo que titularía
como “lo que tuve que pasar para entender
el valor de las cosas” lo tomo como mi tiempo de purificación o algo así…
donde mi dolor me llevó a los túneles más profundos de la sensibilidad, el
laberinto donde se encuentran muchas respuestas.
Me sucedió, así lo tomo, sin
culpables. En ese momento mi visión no fue la misma y tenía encima de mí un
cúmulo de situaciones que mi inmadurez no supo abrazar sin salir arañada un
poco y en ese momento hice lo que pude, con lo que tenía, en donde estaba.
¿Pero aún así por qué voy a culparme o culpar a alguien de lo que viví? Sería
no haber aprendido nada.
¿Saben algo? Aún en ese escenario puedo decirles que no dejé
de amar la vida, es extraño, sé que actué como así fuera pero diría que más
bien se me apagó la ilusión que llevo dentro aunque mi diario siempre estuvo
lleno de esperanza…
Escribí:
Dios mío, no me sirve
de nada estar así, ya quiero volver a ser alegre ¿para qué me quieres en este
estado? Devuélveme la alegría, quiero volver a ver la vida como lo hacía antes…
Dios ya van muchos días ¿cuánto falta?
¿Por qué quieres que viva esto? ¡QUIERO QUE TODO VUELVA A SER COMO ANTES!
Lo cierto es que Dios no me hizo
el más mínimo caso, jamás volví a ver la vida como antes, más bien me regaló
algo mejor: La vi con nuevos ojos.
¿Cómo fue que logramos mi reamor
por la vida? (Digo que “logramos” en vez de “logré” porque no estuve sola en
esto). Resumo mi batalla en tres puntos clave que me mantuvieron con fuerza,
esperanza y apoyo. Los tres que siempre le digo a alguien cuando está tristito.
Pero antes de contarles esos tres
puntos que quiero compartirles, necesito decirles que hoy el amor que le tengo
a la vida es del tamaño de la idea de haber sentido lo que es perderla… y que
ahí, en esos momentos de mayor tristeza es cuando se activó el chip de lo que
valen verdaderamente las cosas… y que al final, este duro golpe y acomodo de las capas tectónicas no fue más que el
inicio de un romance con la vida que tiene que sentirse día con día, no es como
que una tarde nos llega la “iluminación” y ya no necesitamos hacer nada más, al
contrario, la luz llega para que sepamos por dónde caminar y ese es sólo el
inicio. Para reaprender y reamar la vida siempre y tomarla completa como es y
no a pedacitos. Como tomarías también a un esposo o esposa… entero y en lo
próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarlo y respetarlo
todos los días de la vida...
Así fue como me permití entender que lo que pasa no necesita
entenderse, a veces sólo necesita vivirse y el entendimiento a veces viene
después pero en todo hay enseñanza y todo tiene una razón de ser…
Pues bien, los dejo con mi
humilde aprendizaje obtenido en esta caída libre donde encontré el amor por la
vida que pensé que no tenía pero siempre estuvo ahí… como se dice en inglés “fall
in love” tal vez en todo amor siempre hay una caída inicial donde nos
desprendemos de todo lo que no es esencial al amor… los quiero.
1.- Siempre tener la
esperanza en los días mejores.
Hace mucho escuché una frase que se me quedó grabada para
siempre “Felicidad es no querer estar en
otra parte” es decir, creer en el poder del ahora, estar plenos y
conscientes de que el ahora es lo único que poseemos y que quien logre manifestar
en su ser esta filosofía como estilo de vida será feliz y amará su historia
personal siempre.
Yo la entiendo hoy en día que
todo va bien, pero en esa ocasión me estaba haciendo pedacitos y si alguien me hablaba de la teoría del
ahora lo más probable es que me quitara mi zapato y lo lanzara directo a su
boca.
Así que entendiendo que no
siempre se toma el ahora como un buen momento pero aquí recurrí a mi siguiente
consuelo: “Nunca perder la esperanza de
los días mejores” yo sabía que vendrían y por ellos apostaba mi dolor y
paciencia y de algún modo ya amaba esos días aunque no los pudiera ver todavía.
Hoy, aunque no sé si sea un poco idealizar el proceso, puedo decirles que
incluso cuando estaba en esa etapa, la pasé bien, hasta cierto punto, porque no
he encontrado otra inspiración más grande que esos días y otra conexión más
grande con otro ser humano que las veces que llegaban de visita mis amigas a
darme alegría o incluso con el amor de Dios y por eso es que dentro de todo
este misterio, sé que vivir el ahora es muy especial, sin importar las
circunstancias.
2.- Devuélvele a tu
persona su tamaño original.
¿No les ha pasado que se sienten fuertes e invencibles
cuando todo va bien y seguros de sí mismos y llenos de vitalidad y en cuanto
hay un problema parece que toda esa fuerza interior desaparece y entra la
confusión y la angustia?
Cuando pasa eso nos hacemos
chiquitos porque vemos el problema grande y se nos olvidan todas las
herramientas con las que contamos… Nos quedamos como mosqueteros sin espada y
de pronto cualquier cosa que se nos presente es más colosal que nosotros porque
nos sentimos como pulgarcita… (pero no estamos).
Este paso es un gran ejercicio
personal y consiste en recordarnos lo que somos y valemos y con todas las
herramientas internas que contamos. Al final de cuentas tendremos apoyo de los
que nos aman pero los que tenemos que salvarnos somos nosotros mismos. Al final
somos como el director de orquesta de esta obra y si no le pedimos a nuestro
cuerpo un poco de fuerza de voluntad y a nuestra alma un poco de fe, por más
que todo nuestro entorno nos insista que entremos en acción; ni un psicólogo,
ni un mejor amigo ni un novio ni un hijo ni nadie nos puede auxiliar si no
queremos ayudarnos a nosotros mismos y comenzar el camino del que no podemos
huir porque nos toca vivir por alguna razón que en ese momento podemos
desconocer.
Replantear nuestro ser es bonito
porque descubres que no eres tan débil como creías y te enteras de toda la
fuerza interna que habita en tu ser por el simple hecho de ser tú. Te enteras
de que dentro de ti hay una lonchera de instrumentos y que sólo es cuestión de
creer un poco dentro de toda esta confusión, que por más grande que sea el
problema, como dicen por ahí: un
problema no puede llamársele problema si no tiene solución… entonces sólo
es cuestión de ponernos en marcha y buscar la salida… pero todo eso lo debemos
de hacer sabiéndonos capaces de lograrlo. Ponte de pie hermoso o hermosa, y vas
a ver qué bonito caminas.
3.- Apóyate en la
gente que te quiere.
Muchas veces en la angustia y desesperación perdemos un poco
el eje de nuestra vida y con ello hasta la visión y versión correcta de las
cosas, es por eso que hacer las orejas más grandes para escuchar a quienes nos
quieren o ver a través de sus ojos y de lo que nos dicen, es una manera de
tomar prestado su optimismo y aprender a través de ellos y del mensaje que
quieren darnos. Eso y obviamente hacer un poco menos pesado el trayecto con la
compañía que nos brindan y por qué no, llenar el difícil camino con risas de
nuestros mejores amigos y maestros de vida. Pero recuerda: serán nuestros porristas pero al final el jugador somos nosotros.
Dentro de aquellos momentos donde
mi actitud y ánimo estaban de vacaciones, recuerdo haber sido inyectada por
ánimos de personas de mi entorno… me repetían una y otra vez que todo iba a
mejorar e incluso dentro de esa “pena” tuvimos alegrías. Al final, dentro de todo este complejo
período de reajuste también existen buenas anécdotas, descubres a tus
verdaderos amigos y ¿Por qué no? Al estar en esta situación, tu nueva visión te
ayuda a conectarte con otras personas para que en un futuro la empatía
adquirida te sirva para ayudar a los demás, entenderlos y comprender que todos
necesitamos de todos y que una bonita misión después de haber cruzado el puente
del dolor es ser porrista de los demás… al menos yo, ahí, encontré no sólo mi
misión, sino el sentido y la razón por lo que pasé y hoy le agradezco a la vida
por haberme llevado por ese bosque oscuro. Si eso tuve que pasar para estar
aquí contigo y para entender contigo la vida de distintas maneras… agradecida
volvería a vivirlo.
que bonito, eres inspiración para los demás, sabes? muchas veces nos enfocamos en todo lo "malo" que nos pasa, pero no nos damos cuenta de que todo lo malo siempre trae algo bueno :) y es ahí cuando empezamos a valorar lo que de verdad vale la pena en esta vida! Gracias, lucia! att: mary ;) soy tu fanss! jaja
ResponderEliminareres la mejor! <3 inspiración para los demás y tus palabras créeme que tienen un efecto en quienes te leemos! gracias lucia! ;D
ResponderEliminargracias por compartir ...eres mi porrista cada que te leo..me encanto!!
ResponderEliminarMe hiciste llorar, y espero algún día enamorarme así de la vida!!
ResponderEliminaralgo realmente maravilloso, lo que necesitaba ahora en mi situación, me hiciste sentir bien conmigo mismo, me diste esperanza y fe en mi mismo, gracias a la vida y dios por las personas que como tu hacen sentir a uno bien y le brindan felicidad y alegría con sus palabras y pensamientos, GRACIAS
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