Gueros días chulos, ya volví. No voy a hablarles todavía de nuestro viaje asiático porque
todavía no lo proceso pero sí voy a decirles cómo amanecí.
Me desperté a las
cuatro de la mañana, me había quedado dormida creo que como a las nueve, no sé,
llegué a mi casa después de un domingo familiar donde les conté cómo me la pasé
mientras mis casi diez hermanos estaban en la grandota mesa de la casa.
Fue un
buen domingo, pero estaba cansada, llegué a mi casa y caí, ni siquiera pude ver
quién ganó en miss universo. Así que me desperté a las cuatro de la mañana,
supongo que todavía no me acoplo al horario de aquí o no sé...
¿Han visto la
escena de comer, amar, rezar donde ella se levanta a media noche a rezarle a
Dios? Así empecé: Dios… fíjate que. Duré unos quince minutos, otros quince me
quedé sin hacer nada y luego pensé que si quería tener un buen inicio de semana
necesitaba volver a dormir y así lo hice. Me levanté preparé todo para el gym y
me subí a mi Chevy. Otra vez volví a hablar en voz alta, insistiendo y haciendo
muchas preguntas al universo. Y es que, les soy sincera, últimamente mi cerebro
piensa tantas cosas a veces tan extrañas que estoy cansada de mi mente. Creo
que me hace falta confiar un poco en el universo y relajarme otro poco más.
Un poco angustiada llegué al gimnasio y puse la lista de
“feeling good” de spotify y corrí lo más que pude, sintiendo el sudor caer como
si fueran mis angustias. Pensé entonces que tal vez con actitud llegamos a
lograr las cosas aunque a veces no creamos, no sé cómo explicar, y es que
mientras iba en el carro para acá sentí que tal vez muchas veces no sabemos ni
qué onda con nuestras vidas y casi siempre creemos que por la edad que tenemos
deberíamos de tener todo mega estudiado y listo y la verdad es que no es así. La
vida no es tan predecible y los caminos no tan específicos y debo de repetirme
una y otra vez que eso está bien.
Corrí más. Entendí que independientemente de todo lo que
piense mi mente, de la mucha o poca fe que cargue sobre mis hombros, no iba a
soltarme de algo: Actitud. Creo que la actitud me ha salvado muchas veces.
Siempre hay la opción de tirarse al suelo o la de levantarse temprano a correr
y mientras lo haces darte cuenta que “Here comes the sun”.
Entonces amanecí pensando en que me gustaría compartir un
poco de actitud. No es que ustedes carezcan de ella, créanme, yo creo que hoy
el mundo entero se levantó con más actitud que yo, pero cuando me refiero a
compartir es que la verdad sí me puso de buenas entender que cuando no entiendas debes de sostenerte de tu actitud. Y es que cuando iba en el
Chevy en voz alta dije: Dios, no sé de qué sostenerme. (Ni crean que se me puso
aguita en los ojos mientras escribí esto).
Todo va bien, no es que esté pasando una tormenta ni nada,
pero mi mente a veces no se para y no sé porqué llega a atormentarme. (Y aunque
se oiga triste escribí esto riéndome porque sí, mi mente aunque sea un
torbellino sé, que al final “here comes the sun”).
Es loco. Pero bueno, mi vida nunca ha sido normal así que no
es anormal lo que digo. Lo único que puedo terminar diciendo es que es extraño
que a veces he analizado mi vida y cuando no creo y estoy decaída, actúo como
si sí creyera. Haz de cuenta,
cuando creo que no voy a lograr algo, actúo como si sí lo fuera a lograr y a
veces funciona. Entonces creo que la respuesta a la pregunta “¿De dónde me sostengo” es: De mi actitud. Y que venga a decirme cualquier persona si no
nació con ella porque lo regaño diciéndole que existe en cada uno de nosotros.
Ese “mood” de vestirte más guapa cuando estás dolida, ese
suspiro que te echas en las canciones tristes pero que te empujan a creer que
algo bueno va a pasarte, amo ese echarle el doble de ganas cuando no sabes ni que
onda para que al final siempre la incertidumbre se disperse en medio de tanta
actitud.
Así que comienzo esta semana diciéndoles que dentro de cada
uno existe ese fabuloso espectáculo de optimismo que a veces nos olvidamos
porque dejamos que las cosas externas nos definan. No señor, nosotros definimos
y decidimos con qué actitud tomar todo.
Fin del comunicado. Amanecí dos veces, una a las cuatro de
la mañana enredada en mis pensamientos y otra corriendo sudando mis
preocupaciones. Una buena manera de llegar a la oficina. ¿Y tú cómo amaneciste?
¿Quieres amanecer otra vez? Se vale. Porque no es lo mismo despertar que
amanecer. Los quiero.
Hermosa¡¡ :') llore (solo poquito)... me encanta lo que escribes, nunca me había puesto a comentarte, pero ahora que me siento mucho mas identificada dije.. vamos a comentar, y quiero platicarte una historia, pero no por aquí, quiero hacerte parte de mi sueño... Si accedes te invito un café para echarnos una platicada ;) mi correo es lenoking@hotmail.com o en facebook soy alecita del futuro sin maquillaje, ojala pronto respondas y por mi actitud se que lo harás¡¡ :)
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