lunes, 15 de diciembre de 2014

CÓMO AMANECÍ: Introspectiva




De cuando en cuando en diferentes momentos de mi vida me aíslo y esas cosas. No es que una luz en mí se apague es que como lo dije solamente, me aíslo y me vuelvo introvertida y observadora… escucho frases de películas o en cafés con mis amigas llega mi punto de concentración en el que veo solamente una boca moviéndose en cámara lenta diciendo lo que muchas niñas tienen en el corazón y me doy cuenta de que de algún modo estamos conectados con el mismo dolor y los mismos miedos así como los mismos deseos. Entonces escucho y entiendo que no sólo yo me siento una extraña que quiero preguntarme si no vivo en Melmac también y tenga que buscar mi nave y regresar a casa.

A final de cuentas creo que dentro de toda esta atmósfera donde me veo envuelta que parece extraña, todo comienza a cobrar sentido cuando te limitas a observar y no querer desesperada querer encontrar respuestas a todas las preguntas del universo.

Y es que a veces es conveniente alimentarnos de todo lo que hay alrededor y observar el mundo de un ángulo que no sea siempre el único que conocemos y entender que la vida puede verse de tantas formas y que al cambiar de panorama también los problemas cambian de tamaño y las soluciones se esparcen y no tan lejos.

Es por es que entiendo que en momentos de “incomprensión” a la vida, probablemente lo que falta es sólo observarla. Pero no sólo con nuestro ángulo. No es lo mimo estar parada en el tráfico sudando con la cuenta del taxi corriendo que estar en un avión y ver como tiernamente se mueven los carritos.

A veces creo que no vemos los problemas de varios ángulos porque nos asusta el hecho de tenerlos enfrente y los sustos paralizan. Por ejemplo, hoy amanecí sabiéndome en una etapa introvertida y que estas etapas me sumergen en mi mundo y me hacen reflexionar más que salir de fiesta y contar chistes – y escribir mucho y eso me está encantando - . Pero eso no me hace – como ya lo dije al principio – apagar mi luz o salirme de las canchas sino que simplemente me doy la libertad de poder “angulizar” mi vida y volver a acordarme de las coordenadas que tengo en el mundo, con lo que cuento, con lo que no, lo que me duele, lo que ya no…

Y eso amigos míos… aunque no grite de emoción y más bien esté calladita, me está en-can-tan-do. En este mood la inspiración llega como si nunca se hubiera ido y descubro tantas cosas por segundo… en silencio muchas veces todo comienza a cobrar sentido.

Y aquí estoy, entendiendo que no tengo que entenderlo todo pero disfrutando de al menos abrir bien los ojos por si algo se me revela para confirmar si mi camino es el correcto o debo reposicionar mi lugar en el mundo. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

viernes, 12 de diciembre de 2014

CÓMO AMANECÍ - Si los días fueran personas




Hoy amanecí contenta entendiendo la gracia que tiene que los días sean tan variados, en humor, noticias… personas con las que convives. Incluso, en una hora, nuestro mundo cambia… es una cosa extraña. He tenido una temporada introspectiva, rara, no diría que triste, más bien creo que estoy depurando el alma y reseteando mi corazón de muchas cosas y es un proceso que tal vez me lleve más al silencio que a la acción pero eso no significa que no estoy haciendo nada… al contrario muchachos. Pero ese no es el punto. Lo que hoy amanecí pensando es que incluso dentro de una etapa más gris que soleada, los días tienen sus matices y son y reclaman ser individuales y exclusivamente sorprendentes.

Imagino que si los días fueran personas que están a tu servicio para darte amor y un toque cool a tu vida creo que lo mínimo que debo hacer es saludarlos y ponerme una ropa que me guste e intentar tener un poquito de disposición para ver su espectáculo, no sé, he entendido que a veces es mejor manejar las cosas por particular.

Por ejemplo, lo único que tiene Lucía Orozco hoy son 24 horas. Si esto es así lo primero que quiero es hacerme amiga del día completo… Tratar a un día mal sería como ser grosera con el chef de un restaurante. Probablemente no reciba el sazón de siempre... shame on me.

Y es que a veces mi cabeza se preocupa por todo y por nada y se me van los días como dice la gente: volando. Así que dentro de mi etapa de descubrimiento personal encontré que los días son muy chistosos, diferentes entre sí, me encuentre o no en una etapa de duelo.

El día de hoy por ejemplo, si fuera persona, tiene muchas expectativas y amaneció tan contento que aunque traigo dolor de cabeza, cuello y panza, este día tan de doce años que quiere salir a jugar me convenció de hacerlo.

El clima, las personas que me saludaron en el camino, el que me ofreció pan, la de la limpieza que me dice “hola hija” en la oficina y me encanta porque son contadas las veces en que se usa la palabra “hija” en mí... Y no sé, el mundo me convenció de que yo estuviera de buenas porque yo no he andado tanto últimamente y eso me dio risa. Mucha risa. Mucha.

Entender que los días tienen “lo suyo”, “su ondita”, su chispa y que no importa la carga negativa que exista en el alma, se desvanece cuando un día decide actuar en ti y dejas que lo haga. Y por un día parece que los problemas no son más grandes que nosotros. (Nunca lo son pero para saber esto es todo un rollo).

El caso es que descubrir que muchas veces siento que tengo el mundo encima y no es cierto me dio risa, alegría de saber que los días se entretejen y amarran y enseñan y no son más que un conjunto de oportunidades para darnos cuenta que la vida es más fácil de lo que creemos, que incluso sin actitud a veces los días hacen ese no sé qué que nos devuelve la actitud y muchas otras cosas mágicas que tenemos dentro… es algo así como dejar un poco que el universo confabule y dejar de querer controlarlo todo y observar el espectáculo…

Al menos, si yo supiera que voy a morir hoy, en vez de querer arreglarlo todo para cuando no esté, pensaría en observar lo bonita que es la vida… ser espectadora y no tomar acción porque lo que está pasando me paraliza toda. Es algo bonito de ver… una comida familiar y estar sentada y nomás ver todo lo que pasa… estar sentada en un parque y ver a tus sobrinos jugar, no sé… tal vez, habrá días en los que escriba que todo depende de uno y que si uno no construye su felicidad todo vale mom, pero hoy, hoy no sé si mañana pero hoy sí, se me antoja pensar que los días son personas que viven sólo 24 horas y que no los había tomado en cuenta…

Hoy me siento más ligera, tal vez mañana sea diferente, pero hoy voy a disfrutar la particularidad que tiene este día. Y ser feliz con la filosofía que este día ofrece: Sit and watch.

Y tú ¿Cómo amaneciste? Yo, en resumen, la vida me calló la boca hoy y me dijo: ve todo lo que hay y deja de escupir quejas o preocupaciones, sólo mira, miraaaaa...

jueves, 11 de diciembre de 2014

CÓMO AMANECÍ - El libreto de la vida.



El otro día leí una frase que me dio mucha risa “Me choca cuando empiezo mi día al pie de la letra y la gente o la vida no siguen el libreto”. Algo así iba. Y es que de pronto, al menos yo, hice un guión espectacular en mi cabeza y al ver que ciertas cosas no suceden me siento… no sé cómo me siento.

¿En qué momento a la vida no la dejé ser? Recuerdo que en mi infancia los juegos más aburridos era cuando me juntaba con niñas controladoras. “Y que yo era la mamá y tú la bebé” ¡Me chocaba ser las bebés! ¡Las bebés no hacen nada! “Y luego que tú te dormías” O sea prácticamente mi amiga de preescolar me estaba dictando todo lo que teníamos que hacer las bebés.

Obvy un día hicimos rebelión de niñas con biberón y las pusimos en su lugar pero ese no es el punto, la cosa es que no sé si a veces a la vida no la dejamos ser. O por más que nos creamos tan importantes como para pensar que podemos cambiar el rumbo de la vida, ella pueda vernos como unas hormiguitas rebelándose contra el mundo. No lo sé.

El caso es que tal vez entiendo que a la vida hay que dejarla ser aunque no sepa todavía como… y que dentro de nuestra libertad existe también la libertad de las coincidencias del día, de las personas que se acercan y lo más bonito sería que las dejáramos jugar antes de ponerles cualquier título o esperar de ellas cualquier cosa. Porque cuando alguien llega a nuestra vida muchas veces buscamos colocarle un personaje dentro de nuestra obra de teatro antes de preguntar ¿Qué quieres? ¿Quién eres? ¿Cuál es tu libreto?

Tal vez los días también quieran ejercer su propio papel… tal vez la historia aunque no se esté escribiendo como la imaginamos no quiere decir que no sea perfecta… tal vez lo único que tenemos que pensar hoy es que por más que de pronto nos sintamos perdidos, de algún modo extraño, TODO, TODO llega a cobrar sentido en nuestra vida en algún momento de ella.

Un encuentro, alguien que amaste, una desilusión, una traba, un bache, un problema horripilante, una despedida, otra… todo llega a cobrar su misterioso sentido…

Así que tranquila me tomé mi té de la mañana y pensé en que aunque hubiera amanecido sin saber qué onda conmigo… entendí que no puedo ser esa amiga de preescolar que está dictándole a la vida un libreto. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

miércoles, 10 de diciembre de 2014

CÓMO AMANECÍ: Los auto encierros.



A veces si somos poquitito observadores, la vida nos regala súper poderes cuando nos sentimos “medio, medio” y en eso amanecí pensando. Cuando más he hecho esas cosas que de pronto parecen que me llevarán a un lugar catastrófico, no sé por qué, la compasión de las personas, de la vida o de mí misma sale a flote y aprendo lo que no habría entendido entre la rutina. El universo nos quiere enseñar pero a veces no paramos oreja y esos momentos nos hacen hacerlo...

Esta vez que fui a la FIL aprendí – entre millones de cosas – a saber respetar nuestro tiempo y energías. Los escritores me contaban de sus rutinas y la gran disciplina y planeación con la que se realiza algo y comprendí que si vas a ser líder de un sueño, tu voz tiene que ser más alta que todas las demás.

-       ¿Y a qué hora escribías? - les preguntaba.
-       Me levantaba muy temprano por la mañana, apagaba el celular y no me metía a nada de redes sociales o se me iba la mañana…

Pum. Decisión. Y es que muchas veces yo me quejo de que no tengo tiempo o que la vida tiene bastantes distracciones como para aislarme a estar conmigo y mi sueño y de pronto les digo a mis amigas que me encantaría estar en un hotel encerrada en un lugar desconocido para concentrarme a escribir porque en casa ya me habló alguien para ir al cine o contarme algo.

Pero después descubrí que si mi voz estuviera más alta y practicara un poquito más el arte de defraudar a todo lo que me rodea para poder escucharme, entonces tal vez conseguiría un poco de esa inspiración que a veces no sé a dónde va.

Entonces entendí que las redes sociales y los teléfonos de hoy en día son una gran manera de distraernos, de “estar en contacto” pero también una herramienta que puede alzar una voz más grande que la nuestra.

No estoy en contra de ello, creo que se han creado muchas cosas que a mí me han facilitado la vida pero el problema está en tener la disciplina necesaria para encontrarnos con nosotros mismos no importando si mañana inventan la tele transportación y podemos estar en casa de todos nuestros amigos en dos segundos y medio. Dominar las cosas y no que las cosas nos dominen. (Como a la maestra de inglés que nadie le hacía caso).

No nos gusta aislarnos es una realidad. Al menos es lo que veo en mi entorno, nos es difícil estar solos, ya queremos ver en qué fiesta anda el “grdupo” de “guazap” o qué sé yo. Pero es una realidad que la vida nos revela secretos esperanzadores y súper poderes cuando estamos un tiempo a solas…

Recuerdo las pocas veces que me castigaban y mi mamá se quedaba conmigo o mi papá se aventaba una larga plática. Al final de cuentas encontraba en ese destierro de mis hermanos y esa infinita tarde de lo que parecería iba a ser de "azotes emocionales", un encuentro con mi lazo materno o paterno y un crecimiento y complicidad entre mis papás y yo y un encuentro con lo que yo soy. Terminaba siendo, la verdad, un momento muy especial para mí.

Cuando lloraba por haber hecho algo malo y mi mamá me abrazaba y ella y yo cumplíamos el castigo que nos había puesto mi papá jaja, bueno a mí, llegaba luego en las noches mi papá y me encerraba en su cuarto – a mi papá nunca le gustaba regañar a alguien enfrente de alguien más, le encantaba hacerlo en privado y lo hacía despacito, nunca desesperado, te veía a los ojos y te hablaba bonito aunque hubieras hecho algo malo, eso amo de mi papá  -  entonces me veía a los ojos y me preguntaba si había entendido la razón de mi castigo, que si estaba arrepentida ya no pasaba nada, que no podía andar mordiendo a mis hermanos… que bla, bla, bla.

O cuando era por el tema de siempre – sacar seis en matemáticas – mi papá me veía a los ojos como si no importara ese estúpido seis, me decía, ¿Y si le dices a Juan Pablo que te explique y si la próxima vez le echas más ganas a ver qué pasa? Y luego agregaba un: mientras no repruebes está bien, todas tus demás calificaciones están bien.

Era un amor tan grande el que terminaba sintiendo cuando uno pasaba “recesos”, “destierros”, “castigos” de la vida. Como cuando me expulsaron un día del colegio por contestarle a un maestro y al final acabé llevándome con ese maestro mejor que nunca por esa intimidad que tuvimos cuando tuve que pedirle disculpas.

Entonces hoy amanecí pensando en que de pronto si es una realidad que cuando nos aislamos aprendemos miles de cosas y regresamos a la fuente de amor que sentimos dentro y nos volvemos a conectar con quiénes somos y de quién venimos, creo que de pronto los “recesos”, “destierros”, “aislamientos”, "regaños" no son tan malos como a veces pensamos.

Muchas veces sólo vivimos los destierros que nos vemos obligados a vivir como los castigos de los papás o estar en cama enfermos, pero, pocas veces nos obligamos a vivir un destierro por voluntad propia como lo hacían los escritores. “Me fui a vivir a una casa a Valle de Bravo”. Dijo un escritor. ¡Claro! ¡Yo también me iba! Pensé. Pero la realidad es que nos da “mello” y a la hora de la hora, al menos a mí, me pica saber dónde están mis amigos.

Pero la realidad es una: cuando se toman decisiones dejas algo por tomar algo más, si no no tendrías que decidirte por nada y tenerlo todo, y hoy que me sentía como “rara” como con la nostalgia que siento cuando me aislaba, descubrí que me entró miedo inmediato. “¿Tendré una de esas épocas en las que leo más y platico menos? ¿Una de esas épocas en las que no soy tan divertida y ando más introspectiva?” Pensé. Entonces relacioné este sentimiento con lo que observé con los escritores y creí que se avecinaba una buena noticia en vez de un desastre.

Son esos días de nostalgia los que nos hacen reconectarnos y recobrar esa fuerza que siempre tenemos pero luego pensamos que está en los bolsillos de todos los que nos rodean. Y andamos mendigando un poco de ella con nuestros amigos o pareja como si ellos fueran dueños de nuestras cualidades, talentos, voluntad.

Regresar a casa para darte cuenta que lo tienes todo pero no lo usas es una de las épocas en las que podemos renacer y volver a las andadas con pasos más firmes. Así que probablemente aprenda a “auto-aislarme” como los escritores y descubrir qué magia tengo dentro y disfrutarlo y tener más tiempo de calidad cuando vuelva a aparecer. Una tarde, un fin de semana o una semana entera… por lapsos, de jalón, como sea que sea.

Sé que encontraré en ella los secretos que me hacen falta ser revelados o la paz que de pronto creí que sólo existía cuando estaba en compañía. Y ahí, quietecita, tal vez escriba más con el alma y menos con la necesidad inmediata de alguien que quiere decirlo todo y a veces le hace falta aprenderlo para explicarlo mejor. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?










Un texto relacionado: Hoy me quedo en casa, aquí puedes leerlo.

martes, 9 de diciembre de 2014

CÓMO AMANECÍ: los post-its de la vida




Amanecí pensando cómo a veces los días son la suma de algo, un mensaje o qué se yo. Y afirmando esto siento que hay días en los que cuando pasan pienso ¿Y estas 24 horas qué me quisieron decir? Y soy dura sí, porque todos los días pretendo descubrir un mensaje y a veces tal vez es con cuestión de la suma de los mismos que se descifra el milagro grande (bueno creo que todos los milagros son grandes). Y es que… a veces creo que a la vida le hacen falta unas señales de tránsito de “siga derecho” “no se detenga” “a la derecha” “¡ALTO!”

Y es que a veces les confieso que me siento todavía una niña de doce años que necesita que le digan por dónde irse para no irse de boca, porque de grande duelen más las caídas. Uff, de chiquita te das en la mom las veces que sean y con rodillas con costras sigues jugando…

Y bueno, entre no me quiero caer pero quiero saber por dónde ir se me han ido unos días en los que no les encontré tanto sentido pero tal vez es eso, estoy en alto o no sé…

Lo que sí afirmo es que, dentro de días desesperanzadores o momentos de crisis o de frustración, he encontrado siempre pequeñas post-its de la vida que me hacen sonreír y seguir creyendo y seguir teniendo fe en lo que vendrá y confianza en el presente. Y en eso amanecí pensando… en las post-its de la vida y en que la suma de los días nos hacen descifrar el mensaje.

Amanecí pensando en que la vida como un “novio” nos deja una rosa en el carro, nos pone una canción bonita en la radio cuando andamos nostálgicos o nos apapacha con un momento que nos sorprende. Así que probablemente habrá veces que no sé a dónde voy, pero sí sé que vale la pena donde estoy. Así que hoy agradezco mi presente, con todo lo que contiene, con todo lo que no contiene, con todo lo que es aunque no sepa definirlo bien. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

¡Ah! Otra cosa, aquí te va un ramito de flores "invisible" diciéndote que hoy será un buen día, todo va a salir bien, sonríe... luego vemos qué.