A veces amar es cuestión de tiempo... este es un cuento que hice para mi clase de literatura y me pareció muy malo entonces lo guardé entre mis floders de cuentos que tengo por ahí... hoy que me lo encontré y lo leí... pensé en que a veces pasa igual con el amor... la primera vez lo ves pero no lo ves... la segunda luego luego te enamoras... les dejo la historia del amor de pueblo de Marcos y Camila...
En memoria de Marcos.
Por Lucía la de Flor
Te quise Marcos,
con todo y la penitencia…
y en este amor,
no por no encontrarle lógica,
deja de serlo…
Que bonita esa tarde ¿Verdad? No la pasamos más que bien,
¿Verdad? ¿Te acuerdas del arbolote que buena sombra hacía? ¿Verdad que sí? No
sé que me pasa que no puedo olvidarme de aquella tardecita.
¿Me
querías verdad? Sí creo que me querías, bueno no sé, aquel día podía haberlo
jurado. ¿Qué nos pasó? ¿A dónde emigran los sentimientos? Seguro al mundo subalterno
de los calcetines impares.
Si
pudiera volver el tiempo sería a aquel día, sin hacer nada, descansando en el
pasto al lado del lago con el sauce llorón. (Si así se le llama por despedir
unas cuantas chispitas de las ramas, y yo fuera árbol, sería el sauce chillón).
Sí,
lloré por ti, obvio, ¿Cómo no iba a
costarme trabajo arrancar de golpe lo que teníamos a manos llenas? Que
lindo me besabas, me acuerdo que me besabas lentecito, como si el tiempo se
extendiera, nunca fuiste avorazado, te gustaba sentir esa conexión por más
tiempo y yo abría los ojos y de pronto sentía que lo que tenía frente a mí era
para siempre… ¿Cómo es que es uno tan tonta?
No te culpo a ti, me culpo a mí por pensar
que en la vida al menos algo sí era para siempre… pero nada lo es ¿Verdad?
¿Tú que piensas? ¿Piensas en mí? ¿Alguna vez pensarás en mí? Hay que tonta otra
vez, claro que no has de estar pensando en mí y yo y mi estúpida memoria que me
permite capturar hasta las lucecitas que se hacían cuando las pequeñas olas del
lago se mecían y se chocaban con los rayos del sol.
¿Qué voy a hacer con mi memoria? Mi cruz y
mi placer.
¿Qué a caso el amor y
el sufrimiento van de la mano como la noche y el día o se puede sólo tener la
parte buena de las cosas? Tal parece que hay que aceptar los paquetes
completos y yo, y yo Marcos, te juro que te amé enterito.
Amé
ese día más sin duda que muchos otros que tú y yo sabemos pero de que te ame
todo, te amé todo. ¿Se puede querer los
tacos de la fonda con esa salsita diabla que castigaba después y amarlos a la
mañana cuando el estómago vive la penitencia? Dirán que no pero yo sabía,
cuando los pedía con doble salsa, lo que conllevaría y me valía dos cominos y
medio, porque los quería, así te quise a ti Marquitos, así, con todas mis
fuerzas, enchilada, ardida, necesitada de más… te quise con todo y la penitencia.
¿Qué está mal querer de más? ¿Dónde fue
que mi mamá leyó eso que nunca dejó de repetírmelo? “Hay Camila” Me decía “Ahí
vas otra vez…” Dios, no sé
dónde tengo la cabeza pero en este amor,
no por no encontrarle lógica deja de serlo ¿O tu qué piensas Marcos?
¿Verdad que sí?
¿Qué
habrá sido de tus ojos todos estos años? Las cosas que no habrán visto… yo los
tuve tan cerquita cuando te los veía cerraditos mientras me besabas en cámara
lenta. ¿Cuántas mujeres no habrán
sentido el placer de un beso como ese?
Parecía
que lo disfrutabas tanto pero nunca creo que más de lo que alguien podría
disfrutar acercar los labios junto a los tuyos y sentir esa magia, también,
tuya. ¿Qué pasó contigo?
Terminamos tan de pronto que no tuve tiempo
de comprar ni el resistol para pegar el corazón de nuevo, pero de nada hubiera
servido, se hizo morusasMarco.
Polvo que se lo llevó el viento tan rápido como la vida te llevó a ti.
¿Honduras? ¿Será que sí te fuiste a Honduras? Es triste perderte la pista tan
trágicamente… ¿Será que lo lograste? ¿Pudiste
ser todo lo que querías?
Marcos, sólo sé de todo esto que en mi
educación escasa y mis ojos programados para sólo verte a ti me perdí de las
cosas buenas de la vida como decía mi mamá. Pero si hay algo más bueno que
estar sentada contigo bajo el sauce, mi corazón hubiera explotado y habría
muerto de inmediato.
¿Qué
sabía mi mamá de ese profundo amor si nunca se besaron mi padres así de lentito
como tú y yo?
Hay
Marco tan sólo de tocarme la boca puedo revivir tantas cosas… Que tristeza que en la vida uno pueda
viajar a todos lados menos a través del tiempo. Si hubiera podido por
rompimiento a las reglas del cosmos, habría decidido viajar a aquel campo al
lado del lago… eso a vivir un presente en qué se yo, Honduras o donde
estuvieras… porque para mí el pasado fue tan perfecto que ningún presente lo
hubiera podido superar.
Y así, amando a mi memoria por ello en vez
de odiarla, te beso en mi recorrido por la mente donde algún día me quisiste y
el amor obligó a nuestras almas a estar juntitas. Lo que pasó después será mi
razón por la que odie a lo que amo: a mi memoria. Pero como ya te dije, en lo
que respecto a ti, te quise como lo hace quien quiere bien: completito.
Me acuerdo de mi infancia y mis diferentes facetas de
berrinches:
1.- Egoísta cuando estaba comiéndome los dulces del bolo de
la fiesta pasada a la que David no fue… y obvio no le daba.
2.- Berrinchuda con mi mamá cuando nomás porque me daba la
gana no quería que se saliera con la suya y le gritaba feo aunque al mismo
tiempo que lo hacía me estaba doliendo…
3.- Contestona con mi papá cuando me regañaba…
4.- Terca en no quitarme del piano porque sabía que Juan
Pablo lo quería pero “yo lo estaba usando” y la verdad era que ya quería irme
porque ya estaban las Tortugas Ninja pero tenía que molestar otro ratito.
Y así, montándome en un burro en el que ahora me tenía que
pasear se me fueron varias horas de mi vida y se escaparon distintos momentos
que no me culpo pero sí soy conscientes de ellos… y hace poco, en específico,
se me vino uno muy especial a la mente:
Una mañana mi mamá había ido al súper sólo conmigo (cuando
no iban ni David ni Efraín ni Juan Pablo, te consentía más) y me compró el
paquete de los cinco Yakults… yo no quería darle a nadie, obvy, era lo último
que estaba en mi lista…
Mientras, David me veía con una cara tierna que a esta edad
me la hubiera hecho y le daba todos mis Yakults, pero en ese momento éramos
rivales en busca de la atención maternal y yo había ganado, así que: sorry not
sorry.
Entonces Flor mi hermana, que en ese tiempo estaba creo que
gravemente enferma (nunca supe el nivel pero le daban quimioterapias al mismo
tiempo que mi mamá) me pidió un Yakult. Dios, que difícil situación, pero para
una niña inteligente como yo tomó la decisión correcta y le contestó: No, son
míos.
Subí a mi cuarto orgullosa de defender mi patrimonio y en
eso escuché el grito de mi mamá… bajé y Flor se estaba desvanenciendo…
Teníamos unas sillas de plástico blancas que usábamos para
la terraza - o ese fue el fin
primordial por el que las compramos -
pero la verdad éramos tantas personas siempre en la casa que acabaron
intercaladas con las de madera en el comedor.
Ella estaba sentada en una de las famosas sillas de plástico
y los ojos se le fueron para arriba… y comenzó a desvanecerse… le pesaba su
cara y aflojó el cuello y abrió la mandíbula y la silla comenzó a abrirse de
las patas y mi mamá, que también estaba enferma y no tenía casi fuerzas, trató
de sostenerla y le agarró la mandíbula y la cacheteaba: ¡Hija! ¡Hija! ¡Flor!
¡Despierta!
Mi shock emocional me impidió continuar viendo la escena y
subí inmediatamente las literas…
Estando en mi cama (la de abajo porque iba al baño en las
noches como 5 veces y Rocío había escogido la de arriba), comencé a
desesperarme, como un ataque de pánico… me sentí culpable porque tuve la
creencia de que un Yakult le habría subido el azúcar o algo… entonces quería
por todos los medios tener el poder de solucionar el mundo pero no podía y le
grité a Dios muy fuerte, regañándolo porque siempre he sido altanera con quien
menos debo…
Entonces sin pensarlo arrojé mi cabeza contra el borde de
arriba de la litera golpeándome, fue hasta la segunda vez que funcionó. La cosa
es que no podía con la situación - y de hecho, ahora que la escribo se me hace
nudo en la garganta -porque pasa que cuando escribo viajo al pasado tan exacto
que vuelvo a sentir lo mismo para poder describirlo tal cual lo percibo en este
viaje. Y sí, quería tener el poder de comprar toda la fábrica de Yakults para
Flor y al estar frustrada me pegué en la cabeza con la litera para llamar la
atención.
Dios, a veces no te das
cuenta el amor tan infinito que le tienes a las personas hasta que las ves
desvanecerse… y pasa más con los hermanos, a los que les hablas frío por
teléfono a diferencia de un desconocido que habla de un banco. Pero parece que
la ley de la vida es ser un poco más gañanes con los hermanos porque son eso:
hermanos… y aguantamos como “broders” porque nunca dejamos de serlo. Es hermoso
tener testigos de nuestros años de juego, nos peleemos las veces que sean.
Volviendo a la escena que me estaba carcomiendo… me remonté en mi
dolor de cabeza al estrellarme contra la litera - aunque soy sincera no fue tan
fuerte que el dolor del pecho - y mi mamá al oir mi grito, me gritó ¿Lucía qué
pasó?
Lo que había pasado
es que había descubierto el verdadero significado de las cosas. Los ojos se me
habían abierto a las proporciones correctas de lo que debo darle a lo que
verdaderamente importa.
Bajé y le dije a mi mamá que me había pegado… Flor ya había
abierto los ojillos. Ya tenía un poco más chapeteados los cachetes y ya se
reía… se reía de haberse desmayado y mi mamá decía “¡Qué buen susto nos
sacaste!” Riendo un poco también, y el drama había pasado a risa, para ellas,
yo, Lucía o Garrapata como me decía mi papá: estaba trau, ma, da.
Nunca había visto a una persona desmayarse…
Sin embargo, me sentía una tonta si admitía que había
sentido que la vida se me escapaba de las manos con ese suceso así que no me di
permiso de admitir que lloraba por ella y seguí con mi teoría de que me había
golpeado en la cabeza… me pregunto si mi mamá la creyó.
“Flor, te doy todos los Yakults que quieras…” Dije llorando
mientras los saqué del refri, “Pero por favor no vuelvas a desmayarte.” Y me
solté llorando aún más y de puritito sentimiento y mi mamá se rió con respeto
pero ya todo daba risa… a ellas, repito, yo seguía trau, ma, da.
Hoy en día, Flor está mejor que nadie de salud y como ya no
estoy en mood de “se está desvaneciendo” pues vuelvo al rol de hermana y de ser
menos comunicativa y esas cosas que hacen las hermanas que se creen eternas
adolescentes como yo.
Y cuando uno ya no tiene ese momento clímax donde un
flashazo de la vida te apunta hacia lo que verdaderamente importa uno, o al
menos yo, vuelvo a un poquito de superficialidad, a no convidarle dulces a
David y a ser de repente grosera con la vida para empezar… o como mi mamá y
Flor cuando ya pasó el susto: “pos” me río.
Pero en esos momentos es necesario llorar hasta que duela la
cabeza, llorar de coraje más que de tristeza, llorar por un problema que tal
vez no existe pero te afecta, sacar una furia aunque sea al viento… porque
quedarse con un dolor duele el doble…
Y así era mi vida de berrinches cuando Lucía explotaba de
egoísmo pero luego la vida le enseñaba lo que verdaderamente importa.
De hecho, me acuerdo tantas veces bajándome del coche cuando
mi mamá ya no me aguantaba y me dejaba ahí una vuelta a la manzana y se me iba
la vida, me entraba ese “lo que verdaderamente importa” y regresaba implorando
su perdón… me acuerdo de David una vez que creció mucho en pocos meses (ahora
mide dos metros, él corrige “1.98”) y se pegó en la parte de arriba de la
puerta porque no calculó su propia estatura y se cayó al piso… ¡Uff! En ese
momento podía haberle regalado todos los dulces de todas las piñatas…
Y cuando me peleaba con mi mamá porque me ponía a arreglar
mi cuarto (injusticia total…) y después caía una tormenta y al primer rayo
estaba al lado de ella pidiéndole a la naturaleza que por favor el mundo no se
acabara ese día…
Las tormentas me recordaban al diluvio de Noé y pensaba que
tal vez yo había sido mala y que merecía todo esto e iba a morir y un rayo
aniquilaría a toda mi casa… entonces abrazaba a mi mamá sin importarme tres
cominos si me había peleado y la estaba privando de la exquisitez de mi
presencia, castigándola con el látigo de mi desprecio durante dos largos
minutos y medio.
Es entonces cuando también me entraba otra dosis de “lo que
verdaderamente importa” y abrazadas veíamos la lluvia y llegaba David y le
compartía un brazo de mi mamá, no importaba… lo que importaba era lo que
verdaderamente importa.
Es por eso que a veces que me siento un poco triste o nostálgica
o un miedo invade mi corazón, descubro que esa situación me devuelve la visión
a lo que verdaderamente me hace feliz, me hace priorizar y darme cuenta que tal
vez el sueño que persigo no tiene nada que ver con lo que verdaderamente
importa… que tal vez el niño que me roba el sueño me está robando también
tiempo con mi familia, con quienes verdaderamente quieren compartir su tiempo
conmigo y así sucesivamente…
No es tan malo no sentirse tan bien. Lo importante es
entender que los sentimientos son visitas que entran a nuestra casa, nos
enseñan algo y luego se van, lo importante es aprender a apreciar lo que
tenemos sin la necesidad de que se alejen de nuestro lado para valorarlo. La
salud, la damos por sentado, si el clima es cálido queremos frío y si hace frío
queremos calor, el caso es que nos hace falta descubrir que no nos hace falta
nada, sólo bajarle tres rayitas a nuestra visión difusa que no nos enfoca a lo
que verdaderamente importa…
Ojalá que este
escrito te haya movido algún tipo de sentimiento que te lleve a algún tipo de acción
que te haga más feliz. La verdad es que en el mundo de la escritura grandes
personajes literatos basaron sus letras en la tristeza, el
dolor, la nostalgia… y he estado intentando escribir desde la plenitud también,
retar a la inspiración a que llegue también cuando estoy de buenas… y en ese
contentismo repetirte: ojalá que te haya movido algún tipo de sentimiento que
te lleve a algún tipo de acción…
Eso sería para mí una gran noticia, de que vale la pena
siempre esconderme en este rincón para decirte esta y un mil cosas más. De que tú sí puedes apreciar lo que
verdaderamente importa sin tener que perderlo.
Los quiero… y si creen que compartir estas palabras con
alguien más le pueda servir, lo agradecería mucho… hasta pronto… ¡Saludos Flor! ¡Cheno pillo!
Sí me ha pasado, me ha costado olvidar a una persona que
amé. Luego viene la idealización y sale un perdiendo el doble… existenrecuerdos que
brillan más que el presente y que oscurecen la posibilidad de creer en algo
mejor y toda una sopa de nostalgia que sabe a amargura.
Lo sé lo he vivido y en ese departamento a veces no existe
consejo aparente… pero hoy me siento valiente y quiero decirte un par de cosas…
1.- Si tienes un pasado hermoso, felicidades, eres escritor de una historia inolvidable. Y si los personajes del pasado no están en el presente, más que a
qué se debe, quédate con un “ahí quisieron quedarse”.
2.- Créeme, puedo levantar la cejita malosa y decirte que si
tuvieras la más mínima idea de todo lo que tu madurez y tus ganas de vivir
pueden hacer por ti, pero tú debes de darte cuenta solito. La vida es más mágica de lo que a veces crees y si acaso
vas a idealizar algo, creo que deberías de hacerlo más con tu futuro que con tu
pasado…
3.- ¡Lo mejor de tu novela siempre es lo que está pasando! La realidad es más mágica que la fantasía porque tiene el valor de suceder. ¡Punto!
Con estos tres factores te dejo para que sigas teniendo un
día inolvidable, no sin antes decirte que no te olvides de ser el protagonista
de tu historia… no tu amor fallido es el protagonista, no el pasado es el
protagonista, ni el futuro. Eres tú.
¡Me largo de la casa! Tenía ocho años y si algo no me latía
pues adiós nos vemos chao bye. Así que más o menos cada quince días amenazaba
con irme de la casa. Y cuando me refiero a irme para siempre y que nunca me
volverán a ver, me refería a subirme al árbol dos horas para que me extrañaran,
hablaran a la policía, ofrecieran rescate y darme cuenta de lo mucho que me
necesitaban.
Así que hacía mi maleta con dulces, una latita de Lechera,
papitas… y subía al árbol para estar ahí y hacerlos escarmentar… ¡No podrán
vivir sin mí!
Y la verdad era que lo único que notaba era que mi mamá
lavaba los trastes y me miraba por la venta y se reía. Y se hacía la que no me
veía y lo lograba muy bien porque en esa edad yo notaba que no me veía.
Lucas me delataba volteándome a ver desde abajo ladrándome. “¡Chuscales!”
Le gritaba para que se fuera o le aventaba una papita y eso hacía más difícil el
asunto puesto que no me lo quitaba de encima…
Cuando bajaba me daba cuenta que no era indispensable. Que el
mundo no giraba alrededor cosa que a veces a esa edad uno cree imposible y sí,
con mi dosis de humildad regresaba para hacerles ver que yo los necesitaba más
que lo que ellos a mí…
¿Quién acaba ganando y quién perdiendo en el período en el
que se vive un berrinche?
“No le voy a hablar para que vea que no lo necesito” “No le
voy a contestar tan rápido para que sepa que tengo otras cosas en mi mente” Cada
que me encuentro en una situación como esta o escucho a mis amigas contármelo
pienso en aquella niña del árbol…
Pero al final de cuentas ¿Qué ganas? ¿Qué ganas realmente “castigando”
a la otra persona? ¿Qué ganas de privar al mundo de tu presencia?
Eso pensaba hace poco que entré en una etapa de berrinche. Y
todavía me cuesta aceptarlo la verdad. Cosas como “no voy a ir al psicólogo
para que no crea que él manda” o “si no me invitan pues no voy total que ni me
moría de ganas de ir…” Ja, parece ser que después de todo este tiempo no he
cambiado nada… y me da mucha, mucha risa, como la que a mi mamá le ha de haber dado viéndome comer papitas arriba del árbol para castigar a todos.
Creo que a veces tenemos de pronto ese freno de la felicidad,
ese orgullo que nos detiene, ese “oooo” que le gritamos al caballo de la
libertad… esa cárcel en la que solitos nos metimos y estamos esperando a que
alguien nos rescate cuando tenemos las llaves en nuestros jeans.
Así es el ciclo de los berrinches y el problema es que nadie
más que tú o yo o el que lo hizo tiene el poder de salir de él. Pero lo que lo
detiene, o en este caso lo que me detenía a mí es que sentía que salía
perdiendo… y un berrinchudo odia perder... créanme soy presidenta del club.
El problema de terminar con un berrinche es que aceptamos
algo que no queríamos aceptar. Deseábamos ser rescatados en vez de salir solos
de la jaula y todo eso nos convierte en “perdedores”.
Y claro, yo sí me considero una perdedora cuando termino un
berrinche… la verdad es que pierdo orgullo. Pierdo ego, pierdo grandeza… y
pequeñita me bajo del árbol sabiendo que hay cosas mejores de las que eso sí, no
voy a perderme.
Ese era el árbol.
¿Quieres bajarte del árbol conmigo?
1.- Perderás fuerza de esa que es falsa; Cuando el mundo
dice: Mira que hombre tan fuerte (refiriéndose a un orgulloso, eso es fuerza
falsa)… yo prefiero ser debilita en el punto de no poderme resistir ante una reconciliación,
abrazo o volver a empezar.
2.- Perderás menos tiempo que el que pensabas… si te decides
bajar del árbol dejarás de estar en el limbo de los berrinchudos y comenzarás a
darte cuenta de que:
A VECES CUANDO PIERDES GANAS.
No había nada más placentero en este mundo que abrazar a mi
mamá por atrás y rodearle con mis brazos sus pompis porque estaba de esa
altura, verla voltearse, secarse las manos de los trastes que estaba lavando y
darme un abrazo del tamaño de mi orgullo que había dejado atrás.
La vida no es para vivirla en el limbo de los berrinchudos…
no importa si tuviste o no la culpa, te subiste al árbol y sólo tú puedes
bajarte. Pierde, se siente padrísimo. Gana perdiendo, se siente aún mejor.
Pero ojo, tienes que entender que no es tarea de la vida recompensarte
cuando decides bajarte. No va a haber fanfarrias y trompetas… no recibirás ningún
trofeo. Pero si miras bien, te darás cuenta de lo que ganaste sin tener que
tener una medalla de por medio… tal vez la otra persona no reaccione como tú
quisieras en el período de reconciliación… Tal vez ella siga arriba del árbol y
tengas que respetarlo…
Pero vive feliz de saber que tú bastas para reconocerte tu
esfuerzo y que vivir abajo del árbol es estar con la actitud dispuesta para
amar más… porque no hay ningún tipo de dolor que sea más fuerte que el amor que
podemos tenerle al amor ¿”Verbá” que no?
La inconformidad del estado amoroso es algo meramente
natural. Si no tienes a nadie añoras un cuchareo de domingo y si tienes a
alguien envidias a tu amiga que está en la gozadera, libre, a la expectativa de
cualquier cosa.
¿Qué es eso que nos hace que el presente no nos guste? Todo
depende de la actitud con la que veas las cosas… cada postura tiene sus pros y contras. Y a veces somos tan “flojos” en
el amor que sólo con ver las cosas negativas deseamos otra cosa.
Hoy es día de fijarnos en las cosas buenas. En que pagas el
precio de lo que tienes ahora porque de algún modo lo generaste.
Hoy estoy soltera y, aunque un vals en una boda me enchine
la piel, me recuerde mi edad y me haga voltear a mi alrededor sin esperanza
alguna de prospectos… confieso que de un
modo secreto he deseado lo que he tenido y confieso que puedo cambiarlo si de
pronto me decido… confieso que aunque pueda hablar una hora del tema, la
conclusión es que existen muchos miedos
que evitan que el amor te encuentre puro… y si voy a decidirme por amar, más vale que me conozcan como soy.
Contenido neto: 100%
Lucía.
¿Alguien me habrá
conocido así?
El miedo oculta… al menos a mí me regala agresividad y a veces nos hace sentirnos
menos… y en el tema del amor el miedo juega un tema muy principal. ¿Por qué
pagar el precio de vencer el miedo por algo que deseo si tal vez ni siquiera se me cumpla?
El pesimismo sale a flote con preguntas que de pronto
parecen inteligentes…
Pero yo creo que
deberíamos hacernos más amigos del universo y sus enredos de escritor de
novelas de comedia romántica.
Yo digo que deberíamos decirle “sí” a la coincidencia y
voltear a ver el mundo de posibilidades que existen a nuestro alrededor…
disfruta lo que sea que tienes y si no estás disfrutando tu situación, no
tengas miedo de dejarla porque no hay algo mejor…
Todo en esta vida con
una dosis de actitud se recupera, se regenera, resplandece y brilla.
Y en el amor: Si no tienes lo que quieres pregúntate si en
realidad es que no lo quieres tanto o en realidad es que lo quieres pero no
estás dispuesto a pagar el precio y entonces esperas que suceda solo.
Y si realmente estás gozando tu situación… toma fotos y
siéntete en el mejor viaje de tu vida y disfrútalo porque después que las cosas
cambien, te reirás de saber que en cualquier etapa de tu vida, siempre te has
salido con la tuya.
La satisfacción de
vivir al cien una etapa nos hace felices y plenos.
Bueno, eso digo yo. No importa cuándo lo que importa es cómo.
Haz que las cosas sucedan bajo la premisa de que fuiste 100% tú. Para que así,
el amor siempre te encuentre puro… sin conservadores, sin los miedos que opacan
tu brillo… brinca… date el mundo a tu manera y deja las voces de la sociedad
que hablen solas… juega tu juego, comparte tus ideas… y sólo o en compañía, haz que tu pureza exista.
Amo las transparencias… también las que se están usando en
vestidos y así pero me refiero a las fotografías pequeñitas llamadas
transparencias... en mi casa tenemos muchas, es así como descubrí cómo me veía
de niña porque entre tantos hermanos veía fotos de bautizos y no sabía cuál era
yo…
Esta foto la tomé en la mañana, es de las transparencias de Melaque y Manzanillo
Una vez, ya después de que mi mamá murió; mi papá sacó las cajas
de las transparencias, era domingo por la tarde y todos estábamos en pijama y
cada uno fue tomando las suyas… Rocío con un gorrito blanco, Ana en un traje de
baño negro, flor con un gorro en Xaverianos, Kinita con una flor en la cabeza y
el pelo corto… David de bebé… me acuerdo esa tarde cómo viajamos en el tiempo.
Entonces encontré a una niña con unos cachetes
sobrepoblados, el pelo no güero (Tuve una etapa en el que lo tenía café bien
paiquen) café de hongo con una tusada en la cabeza de tijeretazos de niña que
se quiere cortar el pelo, la boca pegajosa de algún dulce y cachetes rojos.
Jajaja no era pegajoso de dulces, eran mocos...
Supe que era yo sólo porque Efraín estaba al lado mío y
calculé mi edad. Entonces vi todas las fotos… yo en pañales en la playa de
Melaque mi mamá con un vestido de oaxaqueña tirada en la arena con David en
brazos y Efraín y yo jugando con unos globos que nos había inflado mi mamá en
transparencias anteriores que la veíamos inflándolo…
La tarde de cielo naranja de playa… - o así lo sentí - seis de la tarde casi
siete… Hay momentos que se resumen en una sola palabra: Plenitud. Son tantas
las transparencias que si las pasas rápido se vería como un video, cada paso
que dábamos estaba capturado… yo bailando con el globo verde, Efraín conmigo y
David en brazos de mi mamá botado de la risa, parecía un pollo recién salido
del huevo.
Si el cielo fuera así
no me importaría su eternidad.
Ver a mi mamá intentando hacer reír a David me dio ternura…
yo y mi pañal que hacía que se me vieran las pompas de Kim Kardashian me daba
risa y el panorama en general me provocó pensar que soy infinitamente
afortunada. Sólo por unos días que tengo en mi memoria vale la pena cualquier
cosa o esfuerzo que he tenido que pasar en la vida.
A veces así me pasa, cuando estoy de viaje y tengo un día
muy bueno pienso: Ya valió la pena todo.
A veces que estoy en una fiesta y tengo dos canciones que me hacen
brincar pienso: si a partir de ahora me la paso mal ya está saldada mi cuenta
de felicidad… y de todas formas termino pasándola bien pero a lo que me refiero
es que cada uno tiene esos días de oro por los que puedes decir “mi infancia
estuvo increíble” sin importar que dentro de ella pudieras haber vivido una
tragedia que una niña como yo prefirió no darle peso.
Atesoré esos días, guardé todas las transparencias en mi
colección y no sentí pena por tener a Efraín y a David en ellas y
agandallármelas ya que como soy la décima, de todas formas no salgo sola en
ninguna foto, siempre hay un hermano acompañándome ya que cuando nací yo, - si cuento a joselino y siempre lo hago - nueve
me llevaban la delantera. ¡Nunca salgo sola! Me quejaba pero ahora que lo
pienso: que bendición.
El punto está en que mi tesoro permaneció guardado hasta la
universidad cuando entré a clases de ¿Cómo se llamaba? Audiovisual. Eran
transparencias con música. Dios, yo tenía toda una colección para mostrar. Así
que mi trabajo final lo hice con esas transparencias aumentadas a fotos que le
tomé a una niña que vi en manzanillo y le pregunté si quería representar a la
“Lucía de grande” Es decir:
Chequen el pelo cortado de mi fleco porque yo era mi estilista personal.
En las primeras fotos sale mi mamá inflando el globo y luego
nosotros jugando con ellas, luego salen unas fotos que tomé en manzanillo
simulando que el globo se fue al mar… y luego una niña de doce años lo recoge y
empieza a bailar con él como lo hice de niña, que por cierto después tuve el
placer de conocer (¿Verdad Karla?) La reconocí de grande porque no me olvidé de
ella cuando le tomaba las fotos. Mi
yo de grande fue Ana Laura mi amiga inseparable de esa época así que todo
estaba cubierto…
Además tenía la canción perfecta: I Hope You Dance. Es una
canción donde la letra explica una mamá a su hija que espera que nunca deje de
asombrarse por la vida, que siempre tenga hambre de vivir, le pide que siempre luche
por sus sueños pero sobre todo le pide que cuando esté en una fiesta, en vez de
estar sentada, baile…
Se me pone un nudo en la garganta, a veces juego a que mi
mamá me la dedica y me lo creo:
“Nunca
des por sentado un respiro tuyo… siéntete pequeña al lado del mar… y cuando una
puerta se cierre mira la que se abre… prométeme que siempre vas a luchar en la
vida y cuando tengas la opción de estar sentada o bailar… yo espero verte
bailando…”
Se me enchina la piel… es algo entre ella y yo. Criss mi
prima fue la que me dio la idea de la canción cuando estaba contándole toda mi
idea de mi audiovisual y de pronto al
ver todas las piezas armadas del rompecabezas de mi examen final descubrí cómo
la vida te habla por diferentes voces… y que lo que buscas te está buscando y
todo embona al final.
Casi no me arrepiento de nada en la vida pero ese día que lo
presenté me duele no haberlo grabado pero no había celulares con ese
dispositivo… Me acuerdo que estaba Pau Cubero porque creo que comentó algo al
final y me vio con ojos bonitos y bueno, más allá de que a mis compañeros les
hubiera gustado y que por fin hubiéramos encontrado un objetivo a una clase que
ya estaba poquito obsoleta porque casi nadie manejaba ya las transparencias…
encontré que había algo así como cerrado un círculo y encontrado un destino en
él: YO VOY A SER UNA MUJER QUE BAILE…
Mi mamá al dedicarme esa canción a través de Criss y al
regalarme las transparencias la vida, entendí que tenía un mundo lleno de
oportunidades, que no debía fijarme en lo que no tengo sino en lo que sí; y que el ritmo de la vida iba a llevarme a salirme con la mía
independientemente de las circunstancias…
Así que analizo estos diez años que cumplo de haber
presentado esa tarea y se me sale la sonrisa de complicidad de que sí: ¡HE
BAILADO COMO NUNCA! ¡He hecho lo que me da la gana! ¡He sabido escribir mi
historia con lo que tengo y no con lo que perdí! ¡He sabido entender que hay cosas que no tengo pero que probablemente tendré pero no las añoro porque lo que tengo me basta! He ganado perdiendo incluso,
entonces siempre me he salido con la mía y sacado provecho de cada bache o
atajo que me encuentre.
Y aunque el ritmo de la vida a veces no me invita a
bailar, me he reído y bailado a fuera del ritmo y muchas otras veces agradezco
que también he conocido el amor de pareja y he bailado de cachetito… y el más
importante, me he aventado un baile con mi papá. ¡PUM! Lo he tenido todo.
Que maravilla poder estar arriba de una montaña observando
tu vida con satisfacción porque incluso en los errores y faltas a los demás, que
han sido muchas, he obtenido el perdón de la gente.
Y aunque ya me desvié totalmente del tema, me gustó lo que
llevo hasta ahorita, pero la analogía de bailar quería llevarla a mi estilo de
vida hoy en pareja… resulta que es un poco complicado sacar a una niña que ya
está bailando… tal vez sería más fácil invitar a bailar a una niña sentada
mientras ve cómo bailan los demás…
Eso he pensado de mi persona y de la razón por la que a
veces no tengo novio. Ando ocupada bailando que de pronto probablemente no
pongo atención al tema porque pasé mucho tiempo sentada esperando que me
sacaran a bailar y descubrí que podía hacerlo sola.
No, no quiero estar sola… quiero que me saquen a bailar
¿Pero tengo que esperar sentada para que alguien lo haga? Esa línea delgada
entre parecer “Modosita” y “en espera” para darle la seguridad a un hombre que
se me acerque nunca ha sido lo mío y mi mamá lo sabía siempre.
Yo soy una mujer
de acción, de buscar metas, de viajar, de hacer amigo a quien toque a mi puerta
pero no preocuparme por buscar aceptación. Hago, deshago y en este contexto
probablemente se desvanecen las posibilidades.
Y es aquí cuando entiendo a Bibi la de la familia peluche y
a su papá diciéndole ¿Por qué no eres una niña normal? Y es aquí cuando me
siento Mérida la de Valiente y greñuda me salgo a comerme la vida y regreso a
casa y no, no ligué con nadie pero cómo me divertí.
Y de pronto asistes a tantas bodas y haces un recuento como
“actualización de iphone” pero de tu vida y te das cuenta que… según la sociedad
y mi reloj biológico… se me está yendo el tren de la maternidad y la vida en
pareja… Ouch. #posmerio
¿Pero querías salir de fiesta verdad? Ja. Me dice eso mi
mente a veces. Y entre hacerle caso a la sociedad o porque yo realmente sí lo
deseo me viene un bajón al pensar si voy bien en la vida o no.
-¡Mamá
“pos” si estoy bailando! ¿Qué salió mal? – Le digo en secretito en las noches.
La vida es eso, ser tú y hacer lo que te gusta. Claro que me
preocupo por hacerle “canchita” a un hombre en mi vida, claro que lo deseo, mi
meta no es ese típico “no necesitarlos” ¡LOS HOMBRES SON HERMOSOS! ¡Y YO LOS NECESITO COMO NUNCA!
La cosa es que a veces se confunde una
mujer independiente con una mujer que desea estar sola.
Pensamos que una persona que puede mantenerse de pie
psicológica y económicamente, probablemente no tenga espacio en su corazón para
un hombre porque su vida es muy ajetreada… completa… feliz.
¡Claro que es todo eso! Pero una madre sabe perfectamente la
felicidad diferente que sintieron al tener un hijo en sus manos y una mujer
casada con un hombre noble y sencillo también sabe lo feliz que es compartir la
vida con alguien a pesar de los esfuerzos que impliquen.
Y yo quiero todo eso claro, y lo decreto y esas cosas del
mundo mundial, pero creo que jamás me verás sentada. Estoy bailando y si alguien
quiere conocerme tendrá que mover el bote también.
Yo no nací para estar
sentada o en una sala de espera. El presente siempre me va a satisfacer y el
día de mañana quiero voltear a ver mi vida sobre una montaña como lo hago ahora
con los recuerdos de Melaque y me reiré de todos los viajes que he logrado, las
veces que he reído hasta la lágrima con mis amigas por una estupidez y todas
las locuras a las que les di permiso existir.
Hace dos años en la presentación de mi libro.
Lo impulsiva que fui cuando abracé a mi papá y le di un beso
gigantesco, cuando saludé a un extraño porque me dio la gana y en una de esas,
cuando le dije “sí” a ese sexto sentido de desear conocer a aquel hombre que
está enfrente y me causa curiosidad.
Creo que las almas gemelas coinciden, así que no tienes que
estar en el ruedo para ser vista. En el camino que estés, el que sea, verás
vidas paralelas que vienen a coincidir contigo para amar la vida más. Eso creo…
Y en cuanto a la frase de “llega cuando menos te lo esperas”
(que por cierto me choca), mi filosofía más bien es: Casi todo lo que deseas
puede llegar a ti, todo lo que depende de ti puedes lograrlo si te lo propones…
la vida quiere llenarnos de regalos… tal vez el “cuando menos te lo esperas” se
refiere a que estás tan distraída por estar feliz con lo que tienes que no
esperabas algo más padre…
Como cuando estaba jugando con mis barbies y mi papá llegaba
de la oficina con mi guitarrita nueva que ya estaba arreglada (se descomponía
cada semana, se me hace que mis hermanos lo hacían adrede para que no la
tocara) y mi papá llegaba tocándola y bajaba corriendo por ella descubriendo
que se podía ser más feliz de lo que ya era. Eso es lo que espero… sin
esperarlo.
Creo en los milagros y la magia, creo en las sorpresas, pero
en lo que más creo es en que la felicidad sólo existe en lo que tienes ahora,
en este segundo, en este micromomento donde más allá de fijarte en lo que te
“falta” por vivir, la magia ocurre cuando te fijas en lo que “tienes” por
vivir. Bueno, eso digo yo.
He salido de cosas peores… pensé y
enseguida me destapé de mi cobijita rosa deliciosa y puse el pie frío en el
suelo.
¿Quería empezar el día? Fue raro porque de querer… lo que se llama
querer, no.
Pero la esperanza en el futuro me hizo hasta ponerme un vestido.
Justo eso pensaba ayer, en qué percepción tiene la gente del futuro. ¿Qué
pienso yo del futuro? ¿Me da confianza? ¿Me asusta? ¿Me intriga?¿Me da miedo?
No, no puedo temerle al futuro, he luchado
para llegar a él desde toda la vida. Desde que me sentaba en la parte de atrás
de la camioneta café de mi mamá y de cuando en cuando me veía por el retrovisor
con esos ojos azules que jamás olvidaré.
Se reía, cantábamos y yo le daba
chupetazos a mi paleta. En ese entonces ella tenía el volante y yo sólo sentía
los rayos del sol por la ventana y mi futuro estaba asegurado. No supe en qué
momento el volante fue mío y de mi mamá sólo quedaron señales como las de
tránsito: Ahí viene una curva, estás en alto, estás en siga… pero no puedo
adivinar exactamente para dónde quiere ella que yo vaya…
Tal vez esté haciendo
las cosas mal… tal vez no, tal vez quiere que me equivoque, tal vez quiere que
deje de aferrarme a adivinar lo que ella quiere de mí y me ponga a pensar lo
que yo quiero de mí.
Pero lo que sí estoy segura es que no quiere que esté con
las rodillas temblando como cuando sales de la alberca y no te han traído la
toalla.
No, no debemos temblar ante el futuro, debemos ser el temblor. Retumbar
con pasos seguros pero que sean fuertes no porque estén llenos de orgullo,
coraje o ira, sino porque son llenos de amor y el amor grita más que cualquier
otra palabra.
Mi mamá quiere que avance, que me deje sentir, que sea introspectiva
para esculcar y sacar mi basura espiritual de todos los días pero no tan
introvertida como para olvidarme del mundo.
Mi mamá quiere que no olvide lo que
me hizo y deje atrás lo que me causa ansiedad.
Que
tome mi espada y que me lance a los dragones debajo de la cama yo sola.
Que si
tengo miedo me acurruque sola en mi cama con las manos en las piernas y me
repita a mí misma que todo va a estar mejor… sí, mi mamá quiere que exista como
individuo y me salga de sus enaguas y me abrigue bien.
Mi mamá quiere que me
rompan el corazón para que entienda el valor de la fuerza del amor, pero que
después de ese duro golpe tenga una mejor capacidad de amar. Mi mamá quiere que
me ría sola, que me haga de cenar rico y que cuide de mí… mi mamá quiere que el
amor que me tuvo lo tenga para conmigo.
Si es así, con ese amor interno mi perspectiva del
futuro cambia… no se me ha quitado el dolor de estómago de la ansiedad que
producen los cambios y temblores de días pasados pero intento al menos, llenar
todos esos vacíos con amor… propio.
Porque si bien lo dijo Miguel Ruiz, somos
una fuente inagotable interna de amor, y a eso me aferro para que el futuro
tenga el color que… ¡que yo quiera! ¿Tú cómo amaneciste? ¿Parecido a mí? Los
amo lectores.