No puedes correr de ti, más te vale hacerte tu mejor amigo.
Eso he aprendido en estos días. Mi historia personal, mis horas, mi sentimiento
de abandono, todo está conmigo. ¿Cómo
puedo no darle la espalda a la única persona que me acompaña en este viaje?
¿Cómo puedo hacerme amiga de mi misma?
Acercarme a ella me molestó un poco hace días. Mientras mi
terapeuta me lo aconsejaba yo le decía ¿Cómo es que voy a estar en silencio
sola? Me voy a aburrir. Y es que este tema de interiorizar no a todo mundo se
le da.
Es algo así como que me odiara y me amara al mismo tiempo,
es chistoso lo que siento por mí. ¿Qué
sientes tú por ti? ¿Te caes bien?
Yo tenía un poco de risa mientras me planteaban esta teoría
de buscar ambientes propicios para que me hiciera mi amiga, es algo así como si
una psicóloga le recomendara a unas personas en terapia de pareja que
recuperaran la chispa. Es sólo que soy
“yo con yo” intentando hacer eso y créanme, estoy sorprendida de saber que tal vez ni siquiera me conozco.
Y es que… esta semana
he pensado en que evadir está de moda y es bien visto. Por ejemplo, cuando
dices que estás triste una persona luego, luego te contesta “sonríe, ánimo,
bla, bla”. Sé que quiere que estemos bien pero ¿Acaso estar triste es estar mal? ¿Estar triste no es bueno para el
alma? Todo en exceso es malo y creo que incluso la felicidad no es completa sin todos los colores que tiene la vida,
incluyendo los días de nostalgia.
No hablo de sufrir
para completar las cartitas del álbum o de buscar el dolor para sentirlo, hablo
de dejarlo sentir cuando este llega. Sentirlo hasta que quiera irse, es
algo así como un invitado que quiere decirnos algo. No pasa nada estar triste
algunos días…
En fin es que esta semana me pasaron varias cosas que me
hacían sentirme de la alegría al llanto en menos de diez minutos y no sé si fue
cuestión hormonal pero ¡Qué bárbaro soy una ruleta de emociones! ¡Arriba las
mujeres!
Y cuando las lágrimas me salieron y lo compartí con alguien
pareciera que esa persona se siente con la tarea de quitármelas de la cara en
el segundo que las descubre, como si llorar
fuera algo que no deberíamos de vivir. Sé las buenas intenciones de las
personas pero yo al contrario, amo llorar, es cuando me conecto conmigo, de
otra forma no me salen las lágrimas y a veces soy como Cameron Díaz en la peli
de The Holiday que nomás no le salen así que cuando me salen no quiero que se
detengan…
Quiero conocerme, quiero saber quién soy, no quién he sido
para sobrevivir. Quiero saber qué quiero no qué he necesitado para poder
existir. Quiero echarme un clavado y encontrarme en las tinieblas de donde me
he abandonado. Quiero correr a mis brazos como escena de película cursi de los
cincuenta y en cámara lenta por favor. Quiero disfrutar mi encuentro. Dios, que
poco sé de esta persona que hiciste…
Y es que nos
envolvemos para que nos compren, nos ponemos bajo un reflector para que nos
vean, brincamos para que nos abracen y nos convertimos en todo lo que la
sociedad quiere que seamos para tener qué comer. Somos los sobrevivientes de un
terremoto donde muy pocos se salvan y son auténticos.
¿Qué es mío y qué de mí no me pertenece? No lo sé. No lo sé…
lo único que sé es que en la distancia en la que me encuentre de mí, no quiero
alejarme más y aunque no sepa todavía como acercarme al menos le prometo no
alejarme porque eso sí sé cómo se hace y me sale de maravilla. Si me acerco más…
les platico que pasó.
Estos nueve kilómetros me he sentido algo así como un
vendedor de enciclopedias… ya te conté lo maravillosas que son, para qué te sirven,
las páginas tan padres que puedes leer… es hora de decirte cuánto cuestan.
Romper con falsos esquemas, desestabilizarte al quitarte lo
que te sobra y sentir que te desequilibras, adquirir nuevos hábitos, mucha
fuerza de voluntad, grandes riesgos, apostarle a todo, tener fe en ti, dejarte
de dramas, quitarte la venda del pasado, ponerte los lentes del optimismo e
invitar a los demás al tren de la felicidad después de haberte subido.... ¿Ah verdad?
Cuando un vendedor de enciclopedias ya está por decirte el
precio después de explicarte que lo que te va a vender cambiará tu vida,
siempre damos un paso hacia atrás…
Viví hace algunos años en Playa del Carmen (Si lo hacen
pónganse una fecha de regreso o se quedan para siempre en la isla de Peter
Pan). Fíjense algunos objetivos y cúmplanlos o la fiesta y la belleza del lugar
y la simpleza de la vida se los lleva de corbata… mejor dicho de traje de baño
porque allá no necesitas una.
Volviendo al tema, cuando me fui a Playa no tenía trabajo,
sólo un poco de dinero para pagar la renta… ¡Que renta! Vivíamos mis amigas y
yo en un paraíso de tres pisos del cual nos sentíamos orgullosas y disfrutamos
al máximo aunque no tuviéramos para comer…
Ese fin de semana llovía, tenía que encontrar trabajo y
mojada caminaba por los restaurantes preguntando si querían una mesera o
alguien que lavara los platos. “Se dan clases de español” y entré para ver si
les hacía falta una maestra. Mis currículums mojados, no había comido y mi pelo
era un desastre.... pero estaba donde quería estar y cuando estás haciendo lo que tanto deseas, es lo único que te importa. En mi casa estaría seca y sin frío, comida y viendo tele en un cómodo sofá... pero estaría más lejos de mis sueños que nunca.
Desesperada y un poco desanimada llegué a la punta de la quinta avenida y me encontré con
quién sería mi próximo jefe. Vaya, ojalá algun día pudiera hacerle saber lo
mucho que aprendí de él. El caso es que me convertí en la vendedora de un
puesto de maquillaje orgánico que costaba tres mil pesos el paquete. ¡Por Dios!
En Playa del Carmen mis amigas y yo hubiéramos vivido un año con ese dinero.
Él era un güero de ojos azules de unos 35 años quien pronto
me tomó cariño. No de ese que ustedes piensan, un cariño tierno y un poco
paternal. Sabía que yo tenía potencial y yo sabía también que él podía enseñarme
el poder de las ventas.
“Tienes que creer en el producto o no te contrato así que
úsalo” “tienes que venir bonita y maquillada con este producto o si no la gente
no verá lo bueno que es…” “tienes que verlos a los ojos cuando les hablas del
producto” “Tienes que vivir lo que vendes…”
Eran una serie de tácticas… yo tenía cinco minutos para
contar las maravillas del producto y sólo hasta que el cliente lo tuviera en
sus manos es que podía mencionar el precio… eran muchas tácticas que no sabía
que funcionaban y funcionaban muy bien. (¡JA!)
Al final del día mi jefe gringo me contaba qué había hecho
bien y qué había hecho mal. “Lucía, para creer en el producto primero necesitas
creer en ti, si no vives lo que esa palabra significa en ti, no se reflejará en lo que vendes..."
-¿Crees en ti? Me preguntó. No, no creía, porque ahora que sí creo sé que
no hubiera dado un paso atrás y mirado al suelo. Le hubiera dicho “Sé
exactamente de lo que hablas” pero la verdad es que no lo sabía.
Mi fuerza interior no era tan buena como la de él o al menos
no estaba desarrollada. Era impactante cómo vendía un paquete en cinco minutos
y le agregaba todavía las sombras de la temporada.
Es más, un día pasó una señora con sus productos de MAC
recién comprados – Sí, estábamos ubicados en un puestito afuera de MAC – Yo le
decía a mi jefe que eso era una ironía puesto que obviamente nos quitaban
clientes y él me dijo, mira:
Le habló a la mujer de la bolsa de MAC con todos sus
productos, en diez minutos discutieron de los ingredientes de cada uno y ella
alegaba “acabo de gastarme tres mil pesos en productos, no voy a comprar otros
tres mil”. Para no hacerles el cuento largo, los compró.
¿Cuál es mi punto?
Mi punto es que yo te digo a ti ¿Crees en ti o no? Si no
crees no va a suceder la magia que te quise vender en los 9 kilómetros pasado
más el video extra explicativo.
Es en serio....
... Es muy en serio.
Hablo extremadamente en serio y me tomó días escribir esto porque
necesitaba estar segura de mis palabras y lo estoy.
Te hablo de un mundo donde no estás atado a nada y puedes
volar pero claro, volar da miedo, ser feliz da miedo también aunque no lo
aceptemos. Tenerlo todo nos hace pensar que vamos a perderlo al día siguiente y
no tendremos la capacidad de superarlo… y mejor me quedo sin nada, piensan
unos... o simplemente en nuestro cerebro no estamos capacitados para creer en el éxito.
Te hablo de una vida mejor, pero cuesta, claro que cuesta… y
es por eso que de pronto la gente se hace un paso para atrás… pero la vida de la que yo te hablo no necesita maratones del desamor... porque la vida de la que yo te hablo te pone a ti en primer lugar y con una relación contigo inigualable, ya después con alguien más.
Recuerdo el día que le renuncié a Guy (Así se llamaba) había
pasado un tiempo pesado pero de mucho aprendizaje y la verdad es que necesitaba
ver más el mar y no podía porque trabajaba de 12pm a 12am y terminaba cansada
pero me iba a La Santanera con mis amigas, regresábamos a las nueve de la
mañana y dormía dos horas. (YOLO).
El caso es que me armé de valor (después de hablarle a
Marissa y decirle que quería renunciar y me decía, hazlo ahorita… ya). Y regresando de "comprar un Gatorade" le dije:
- Guy, quiero ver la playa, quiero tener tiempo libre y he
decidido esperar a que tengas un remplazo para mí e irme.
Ese día me vio a los ojos y me dijo “Sababa” (no sé cómo se
escribe, él era judío y hablaba en hebreo como si yo entendiera pero esta vez
si me explico):
Sababa, (está bien) pero si vas a irte vete ahora. Hoy, en
este momento. Ve al mar. Una persona que no quiere estar en un lugar no va a
vender. Así que vete. Todo bien.
Entendí perfectamente lo que quería decirme, mi actitud ya
no era de estar “al tiro” y él no quería a alguien así en su puesto. Y de
pronto pensé que en la vida es igual. “¿Estás o no estás?” No hay medias
tintas, en el amor tampoco.
Ese día caminé por todo Playa del Carmen y lloré un poco.
Sentía miedo de mi decisión y cuando me senté frente al mar me pregunté ¿Estás
segura que esta vista vale la pena para vivir una situación económica
inestable?
-Sí. – Me respondí.
Aquella vista valía la pena. Valió la pena armarme de valor,
renunciar y no tenerlo nada pero sabía que algo conseguiría, valió la pena no
poner en “Jeopardy” mi posibilidad de ver el mar por las tardes y leer un poco.
(Esa época en esa playa leí otro libro de Elizabeth Kübbler Ross que recomiendo
más que la Rueda de la Vida y se llama “Lecciones de Vida” si pueden léanlo…
bueno el de Lucía la de Flor también).
¿Qué es lo que más anhelas? ¿Qué es lo que más quieres en tu
vida por lo que no estás dispuesto a negociar? Y es aquí cuando te pregunto
¿Realmente quieres una relación sana en tu vida? Porque eso implica lavar tus
heridas personales, no codepender y esforzarse mucho por permitir que la pareja
tenga su espacio y libertad. Eso implica también tener un gran amor propio que
te sirva como radar ante los malos tratos y tenerlo cuesta la cartera de huevos
entera perdón la expresión.
Es por eso que hoy, después de tocar a tu puerta en estos
nueve kilómetros del maratón del desamor te pregunto ¿Quieres subirte al tren
de la felicidad? ¿Quieres pagar el precio?
Ya leíste en cada kilómetro los esfuerzos que se requieren
para ser una persona empatada consigo misma. Íntegra, honesta, llena de
valentía y pasión. Esa que a veces se opaca ante el primer obstáculo. Pero no,
aquí no se vale rajarse.
Aquí no se vale bajar la guardia, aquí no se vale no hacerte
responsable de ti y eso implica dejar de ser víctima, salirte de tu zona de
confort y vivir como Dios manda.
Sí, este kilómetro te reta a que pongas en práctica todo.
Que comiences una vida donde te pongas atención, te abraces como nunca, te
hagas caso y vivas una relación en pareja contigo mismo.
-Yo me digo a mi misma: Mi misma ¿Quiéres ir al gimnasio? ¿Quieres
reconciliarte con tu papá? ¿Quieres perdonarte? ¿Quieres “encontentarte” con la
vida? ¿Quieres levantar la mano cuando el destino te pregunta que si estás
lista? Y como un día me dijo Guy en Playa del Carmen: ¿CREES EN TI?
Cuando la vida nos pregunta si creemos en nosotros mismos, la respuesta es “mega sí” o “no”.
No hay medias tintas en el amor por la vida. O estas
dispuesto a todo o no estás dispuesto a nada o peor aún, te es indiferente.
Hay varios futuros trazados para ti, de acuerdo al precio
que quieras pagar por cada uno de ellos, yo quiero que lo apuestes todo y te
vayas por la “catafixia” más grande, más padre, más brillante, más de acuerdo a
tu misión de vida.
Generalmente esas son las que cuestan más y les diré algo
que le dije a una lectora que me escribió “Es que te leo Lucía y parece que
todo fuera tan fácil a través de tus ojos…” no, yo no vengo a decir que esto es
fácil, yo vengo a decir que vale la pena.
Todos tenemos un Playa del Carmen que nos hace sentarnos en
la arena y decir: Quiero esto cuésteme lo que me cueste. Y yo quiero que te
subas al tren de los que pagan el precio de lo que más les apasiona o al menos
que lo intentes hasta el final de tus días. (No creo que la vida defraude a alguien
así, así que garantizo tu Playa del Carmen de vuelta).
Se puede vivir de dos maneras… arriba del tren de la
felicidad o sentado en una estación. Esa que es cómoda, esa que no requiere
tanta fuerza de voluntad, esa que “no está mal”. Pero si lo haces no te preguntes por qué a la persona de enfrente le pasan los milagros. No quieras ver la magia que no provocas.
Pero no, no, eso no quiero para ti. ¿Tú?
Así que “sababa” lo que decidas “Sababa” porque es tu vida y
al final de cuentas tú eres el capitán de tu barco. Sólo quiero que sepas algo
y que nunca se te olvide: Todos están invitados al tren de la felicidad, todos
tienen la capacidad para pagar el precio en su interior. He aquí la diferencia, todos pueden, pero no todos quieren.
Gracias por estar conmigo en estos diez kilómetros que no
son otra cosa que unas palabras diseñadas con amor para que te animes a amar la
vida hasta el infinito, y con ella a quienes la integren…
Uno de mis libros favoritos lo leí porque una persona que
quería mucho lo había leído y me gusta saber por qué les gusta un libro así que
lo compruebo. Se llama La Rueda de la Vida, de Elizabeth Kübler Ross. Sus
letras me acompañaron mientras mi mamá tenía largas rondas en el hospital… ¿O
fue mi abuela? No me acuerdo, pero lo leí en un hospital (me acuerdo estar
acostada en el piso y mis tías “que asco, está sucio el piso” yo nomás le daba
vuelta a la página).
Otra parte la
leí en la terraza de mi casa después de comer con la panza llena echándome las
historias de una mujer que nació gemela, que su papá cocinó a su conejo negro y
se lo comieron y ella se traumó al tener que masticar a su mascota, (ese lo leí
en la cochera, lloré, amo a los conejos). Creció y se hizo ruda y tierna, dura y sensible, definida y apasionada… una
mujer curiosa que comenzó por ayudar a los moribundos.
Le causaba una atención especial una persona que estaba a
punto de morir. ¿Cómo le gustaría a esa persona que fuera tratada en los
últimos días de su vida? Se preguntaba y así terminó por tener en su
casa un hospital para cuidados a enfermos terminales de VIH. En este lugar ella
tenía una oficina con sus escritos y estudios sobre lo que aprendía en el camino de
convivir con personas que sólo tienen últimos deseos…
Tenía también en ese lugar sus fotos de niña, en pocas
palabras toda su alma adentro de ese cuarto y otro pedacito entre los pasillos y los cuartos de los
enfermos pero todo su ser estaba en esa casa y es por eso que no me olvido el capítulo en el que los vecinos – que tenían miedo de
que personas con VIH vivieran cerca de la colonia - quemaron todas sus cosas. Cuando ella regresó a casa, su
casa estaba hecha trizas.
“Todo era humo” – algo así me acuerdo que decía – Mis
documentos, mis estudios, mi diario, mis escritos, mis fotos de niña, no
quedaba de mí nada, ya nada existía para validar mi existencia, podría morir y
nadie sabría quién soy. Entonces, vi una roca todavía caliente por el fuego, me
senté, me senté a decidir qué hacer…
No me acuerdo que pasa exactamente en ese diálogo interno
pero después de ver todo lo que había perdido recuerdo que se pone de pie y
páginas más adelante reconstruye su vida… y es así que no se
me olvida el día en el que Elizabeth lo perdió todo y lo recuperó después.
Era una adolescente cuando leí La Rueda de la Vida y nunca en la vida
había sentido lo que sintió Elizabeth. Sentí compasión por ella, había leído
la forma en la que había construido su misión de vida y la generosidad con la
que cuidaba a sus enfermos. Recuerdo bien cuando leí ese incendio y lo
describió tan bien que me senté junto con ella en esa piedra… y en mi madurez
menor, sentí su dolor.
Fue cuando cumpli 21 años que entendí de mejor manera lo que
Elizabeth sintió. A esa edad era una niña sociable, buena onda y vanidosa del
ITESO, lo tenía todo, una beca que me permitía terminar mis estudios, una
carrera que amaba (Comunicación, iba a las clases extasiada, queriendo ser
fotógrafa, luego reportera, luego escritora, luego dar las noticias… luego
fotógrafa otra vez…), tenía un bocho blanco al que llamaba Herby y no tenía
estéreo pero me había robado una grabadora de mi papá de pilas y ¡PUM!
Cantábamos todas mi bocho y yo. Tenía licencia y me creía mil y obvy tenía sobre todo un novio
de envidiar.
No quiero ni me siento todavía preparada para platicar lo
que sucedió esa vez pero como Elizabeth un buen día desperté y lo perdí todo.
Mi cabello largo amaneció chiquitito, no vivía en mi casa sino en un hospital y
mi novio ya no estaba, y mi popularidad en el ITESO tampoco y mucho menos mi
último semestre… no me graduaría. Había perdido el bocho en un accidente y desperté en el hospital, donde viví cerca de un mes que a mí me pareció
un año, me rehusé a aceptar que era mi cumpleaños y tirada en la desgracia me
quedé completamente sola, ni siquiera conmigo. Dios, pensé que nunca lo
platicaría. (está todo revuelto pero la verdad es que no quiero que entiendas
nada, sólo que lo perdí todo).
No me olvido de esa escena, mi papá me había ido a visitar,
pensé que de rutina, pero no, venía a decirme que se había muerto mi abuelita
Flor. Pobre de mi papá, no sabía como decirme eso porque era agregarle otra
mala noticia a mi entera mala noticia que era mi ser y todo lo que me rodeaba.
“Lo entiendo” le dije, horas después mi novio terminó conmigo – no entiendan nada, en este capítulo teníamos que separarnos y lo hizo de la mejor manera - y ya era como que las cosas sumadas me
hacían no saber dónde estaba ubicado mi dolor, lo sentía en todo el cuerpo y
también en el alma... Tal vez ese día el sol no salió o al menos no lo vi.
Ese día hasta yo me daba pena y adolorida de los huesos
caminé hacia el pasillo verde pistache como todos los hospitales y salí a la
terraza escuchando quejidos de gente de otros cuartos y los míos, caminaba
lento, estaba mareada, no sabía quién era ¿Les ha pasado que no saben quiénes
son o dónde están? Me senté en donde pude y comenzó a llover. (No les dije pero en la escena
de Elizabeth en la piedra, comienza a llover y ella enciende un cigarro
pensando en que tiene que volver a empezar). Ahí, con una mano para que no se
mojara mi cigarro, me convertí en ella y pensé “ahora sé un poquito mejor lo
que se siente, en mi pequeña versión dramática, pero Dios sabe que me sentí
como ella, tanto que reviví la escena: lluvia, mi cigarro y yo con nada…” Sentí cómo me había muerto y cómo era una
opción, de ella y mía, volver a nacer.
Ahí en la lluvia descubrí que tenía dos opciones, dos
caminos se abrieron entre las gotas que caían y sentí que eso debió haber
pensado Elizabeth. “Puedes convertirte en la mujer más amargada del mundo, al cabo tienes razones suficientes, o puedes volver
a escribir tu historia y recuperar lo recuperable y despedirte de lo que no
va a volver a ser…” Después de todo, ella tan capaz y tan apasionada…
¿No podría volver a hacer nuevas todas las cosas? ¿No es así la naturaleza? ¿No
son los cambios la única constante en la vida? ¿No podría yo parecerme un
poquito a ella y ponerme de pie?
Me tomó muchos años reconstruirme, podría decir que después
de tres estuve entera, pero ese día, esos minutos, ese tiempo que pasé en el
hospital, son mi causa entera por la que escribo contigo esta historia de una
niña con un blog y un libro y esas cosas… En ese momento que la lluvia me mojó como a
ella, me convertí en Lucía la de Flor y aunque pasé mucho tiempo de
desesperación y aunque me gradué un año después con gente desconocida, y aunque
perdí a mi novio y también mi bocho, y aunque mi pelo creció lento y me
desesperaba también, volví a ser yo, la misma pero diferente.
Te preguntarás por qué te tuviste que chutar una historia
como esta en el noveno kilómetro del maratón del desamor que por cierto no pude
escribir el viernes porque mi coche se quedó debajo del túnel de Las Rosas de
López Mateos porque se le cayó el clutch. Pero qué bueno que fue así porque
tuve tiempo de pensar muy bien lo que quería decir aquí y resumo todo lo que
has leído en estas palabras: Todos
nacemos más de una vez.
Volvemos a nacer cuando terminamos con una pareja, volvemos
a nacer después de un divorcio o quedar viudos, volvemos a nacer después de
perder un trabajo, volvemos a nacer después de una muerte cercana y volvemos a
nacer como Elizabeth, cuando nos quedamos sin nada pero recordamos que si un
día pudimos hacerlo podemos hacerlo de nuevo.
Las personas que hemos nacido más de una vez sabemos la
riqueza que hay en las muertes de la vida. Entendemos que lo que perdimos
probablemente ya ni lo necesitamos o que si lo necesitamos podemos crear alguna
forma de suplirlo, entendemos que a veces somos más felices en el segundo
nacimiento que en el primero, comprendemos que probablemente si no hubiéramos
muerto aquella vez no seríamos quienes somos y lo más padre: Nos hacemos más
fuertes y las personas más fuertes adquieren una vista diferente de las cosas.
No se hunden en la primera tormenta y saben apreciar un rayo de sol aunque sea
de esos leves que salen en Londres (es que ya fui a Londres J).
Y la verdad es que, así como Elizabeth, encontré mi misión
de vida nuevamente en esos días que pasé deprimida y sin ganas de nada…
recuerdo muy bien esos días, tengo unos diarios que explican esos tres años
donde “ay jijos” tuve que buscar dónde dejé los pedacitos de mí.
No se me
olvida una vez que alguien que ya sabe quién es me vino a visitar… es una mujer
hermosa que me regaló una vez un conejo color miel al que cuidé el tiempo que
estuve triste. “Es que un psicólogo dijo que era bueno tener una mascota cuando
estás triste…” Y fuimos juntas a comprarlo.
Además de ese gesto bonito me acuerdo que de los cien mil
consejos que recibí para salir adelante, el único que no se me olvida es el de
ella: Lucía, un día esto va a pasar y hasta te vas a reír. Un día vas a sentir
cómo todo eso pasó hace mucho tiempo, cómo estás diferente… y alegre. Cuando me
lo dijo le contesté que los segundos se me hacían horas y que para que me sintiera
como ella dice faltaban doscientos mil ochocientos años luz multiplicados por
el infinito… y ella me tomó de los dos brazos y con los ojos grandes me volvió
a repetir todo:
Algún día, lejano si quieres, pero de seguro pasará, verás
esto y lo sentirás lejos, pasará, y estarás feliz. Sólo aférrate a eso.
Pasaron como cinco años cuando me la topé en un antro y le
dije “¿Te acuerdas de tu consejo?” Ya estoy viviendo en esos días que me
prometiste… sentí tan bonito saberme fuera de ese vacío y vuelta a nacer que
aunque fuera con humo y luz y sonido y sin podernos escuchar bien, tenía que
decirle…
Y también tengo que decirte a ti lo mismo que ella me dijo
si es que te encuentras en esa situación. La vida no está diseñada para los
finales infelices…lo sé, lo sé no sé por qué pero lo sé. Y me siento ahora tan bien de
volver a nacer que de algún modo si dedico mi vida a convencer a la gente que
“todo estará bien” habré gastado mi vida en algo que para mí vale la alegría y
no la pena…
Y no sé, me cuesta trabajo cómo plantear las cosas para que
alguien en esa situación pueda escuchar estas palabras y sé de algún modo que
el maestro no llega hasta que el alumno quiere aprender… (No estoy diciendo que
yo soy maestra, sino la vida: me refiero a que hasta que tienes las orejas
paradas para escuchar algo es que lo escuchas, hasta que estás listo para tomar
acción es que llega una tormenta de ideas, hasta que te decides a terminar con
esa rutina que te vuelve loco o loca es que llega ese viaje que querías… hasta que dejas de andar tan terco o terca es que la vida te dice "Es por aquí").
De algún modo me gusta ser una vocecita que nada más te dice
“ándale ya empieza a escuchar a la vida” y ya, la vida se encarga de todo. Así
me pasó con ese consejo de ella, siempre el cosmos se vale de los medios más
originales para hacernos despertar, para volver a nacer de una mejor manera.
Así que, en este penúltimo paso del maratón del desamor sólo
quiero decirte que escuches a la vida, que tiene todo que decirte. Y que si te
sirve de ejemplo el ver que existen personas que se hunden y se levantan,
obsérvalas, yo en mi mundo me siento una de ellas y no es por subirme a ningún
pedestal, al contrario, es sólo que me gusta hacerle saber a la gente que sí se puede y encontrarle un sentido a esos días que a veces me es difícil recordar. Recuperar
mi poder no significa otra cosa que ponerlo al servicio de los demás… soy del
Ciencias, ese es el lema de nuestra escuela.
Ojalá que de algún modo te hayan servido estas letras y le
paso el micrófono a tu vida, que quiere decirte muchas otras…
Nos vemos mañana en la meta del #MaratonDelDesamor que no es otra cosa que un capítulo de tu vida que tiene que encontrársele un sentido.
A veces me pongo nerviosa cuando voy a contar algo muy
personal y es que lo traigo así como tan a flor de piel que todavía ni lo digo
y me siento ¿Cómo se dirá? ¿Nostálgica? A veces cuando escribo hago una
catársis y descubrimientos mientras lo plasmo y no sé que vaya a salir de esto
que hay adentrito pero no por mucho tiempo: Exteriorizando en cinco, cuatro,
tres…
Les había dicho que mi viaje a Europa había sido muy
revelador, en varias ocasiones les contaba que tenía escritos atorados en la
garganta (misma que ya me quitaron ¡ja!) y no sabía como traducir los sentimientos así que tenía que
procesarlos. La vida me estaba llenando de inspiración y sentía que se me
escapaba de las manos pero no fue así, todo lo que viví es mío y ahora tuyo…
Al estar entre las callecitas de Edimburgo, caminando por el
palacio de Versalles, entendí que el mundo estaba ahí para mí, descubrí que sólo era cuestión de que le
abriera las puertas a la abundancia (y no niego agregar el montón de suerte
que he tenido en el camino). En fin, veía como todo estaba de algún modo a mis pies y
caminaba por lugares que tanta gente importante del pasado y del presente había
recorrido. Y me comencé a sentir como cuando vivía en Nueva York: pequeñita e
inmensa.
-–¡Margaret! – Estaba con ella en el Palacio de
Versalles y le dije - ¿No estás emocionada sintiendo todo lo que María
Antonieta sintió? Seguro venía aquí con las cortesanas a platicar, seguro por
aquí veía llegar a su esposo, seguro que todo… ¿No te das cuenta? ¡Esto es como
un viaje en el tiempo! ¡Oigan! – Le hablé a los demás – Les quiero contar… - Y
entonces el grupo se integró con Jacqueline y Jorge y volví a repetirlo
emocionada, con todo el contentismo que no sentí nunca jamás. – Pobres, siempre
tenían que oírme diez veces mientras yo platicaba como cuando una niña chiquita
describe sus regalos de navidad. Y así fue que les conté la historia del huevo.
(léela aquí).
Y mientras llegaron doscientos escritos a mi cabeza que no
supe procesar… todavía. Recuerdo la vez que cenamos en la calle que subía en
Edimburgo y paramos en un café a platicar, cada uno de los del viaje contó una
situación, problema o traba en la vida y después algo que había aprendido en el
viaje. Cuando tocó mi turno les dije que en mi cabeza no estaba imaginado estar
aquí, que de algún modo sentía que no lo merecía, que este tipo de vivencias no
estaban hechas para mí y que como ladrona estaba siendo testigo de algo
indescriptible a mis ojos que me había acaparado de alguien o algo así. Que la
vida para mí era diferente, era batallarle, era sufrir, era todo más difícil y
no incluía estar al otro lado del mundo.
Que las niñas como yo estábamos diseñadas para aguantar
mucho y convertirse en escritoras para narrar sobre lo que no podía tener y así
poseerlo. Lloré, les dije que estaba agradecida que estos días veía la hora en
Europa y eran las 11:11 y regalaba mis deseos porque no quería nada más. Que
estaba disfrutando esto como señal de aprendizaje de que las cosas sí pueden
pasarme (sí pueden pasarte), que estaba con este viaje haciendo lo que quiero
que hagas: Abrirle las puertas a la abundancia.
Es impresionante pero ahora que entendí esto pude observar a
mi alrededor y ver como cerramos las puertas a lo bueno y dejamos abiertas a
las desgracias porque esas las conocemos mejor. Como una vez le dije por
teléfono a una amiga cuando estaba conociendo a un niño que me gustaba y tenía
“mello”:
-Cherry es que me choca que cuando estoy en una
zona de desgracia o pasando por una tristeza soy la mujer más productiva y saco
los mejores escritos y hago rendir mis alegrías para que todo esté en orden y
funciono bien, es triste pero funciono mejor en el mundo del dolor. Y cuando
tengo todo lo que quiero, cuando todo lo bueno me está pasando, para empezar no
me la creo, trato de justificármelo como si no lo mereciera y estuviera
diciendo cosas buenas que he hecho para tratar de igualar el partido, y después
entro en pánico porque no sé cómo comportarme dentro del mundo de la plenitud,
del todo lo bueno me pasa, de todo puedo tener… espero la salida al final del
camino porque hasta siento que no se puede ser tan feliz todo el tiempo y busco
la posible zancadilla que me meterá la vida para prepararme. ¿No es esto una
burla de vida? Sí, a veces tengo los
pensamientos más negros y no todo lo veo bonito como a veces creen, a veces
pienso que la zona de plenitud me aterra porque se siente un piso inseguro, es
como si la felicidad fuera una montaña y al estar arriba tienes miedo de caer,
y el dolor fuera un pozo y al menos sabes que no puedes estar más en el fondo…
Y esa es la historia de mi vida, una mujer que a penas le
está perdiendo el miedo a la abundancia y del cual quiero que pruebes en este
kilómetro. ¿Cómo es posible que no
podamos sentirnos merecedores de lo más bonito que podamos imaginar? ¿Cómo
es posible que hasta restrinjamos nuestra mente de pensar cosas tan increíbles
para no emocionarnos de más? ¿Cómo es posible que la puerta de la abundancia
esté cerrada? (Hablo por mí pero generalizo para no sentirme tan sola en esto).
No señor, no quiero eso para ti y no quiero eso para mí,
abrámosla juntos. La abundancia también quiere entrar, la abundancia quiere que
pienses que podrás tener lo que tanto quieres, que podrás hacer y deshacer con
tu vida lo que te plazca y que saldrás triunfante o es que ¿Nos es más fácil pensar en fracasos para así estar preparados pero
nunca pensamos que también para el éxito se requiere estar preparado y atento?
Así que como dijo Proyecto Uno te digo: Ponte atento. Es hora de tener el valor de estar
preparados para triunfar. Claro, triunfar requiere mucha responsabilidad,
mucha disciplina, mucho autocontrol, mucha demanda de nosotros para con la
vida: ¿Qué voy a hacer con la abundancia? Ser abundantes reclama también ver
por los demás, ser generoso para que volvamos a recibir más, la abundancia es
una responsabilidad y a veces es más fácil estar en la zona del fracaso.
“Yo creo que esa niña no me va a hacer caso” y no luchas,
“yo creo que a ese niño ni le gusto” y te comportas como si no te importara
para rechazarlo primero. No señor, nosotros
somos seres que tomamos una estrella cuando la vemos en el cielo. No tenemos
miedo de ser custodios de nuestros bienes porque sabemos que después de todo sí
los merecemos y que sí se puede tener un
cielo en la Tierra.
Si tan sólo al leer esto intentas creerlo, o se te graba en
tu mente la posibilidad, ya con esto me doy por satisfecha en este octavo
kilómetro… pero como le abro la puerta a la abundancia creo más cosas, creo que
no sólo lo tomarás en cuenta sino que tomarás cartas en el asunto de tu vida y
harás algo porque así suceda, cierro mis ojos y me imagino en mi mente personas
abriéndole la puerta a la abundancia, no es coincidencia que estés leyendo
esto, yo creo que la abundancia toca la
puerta de diferentes maneras diciéndote: Mira el lado bueno de la vida.
¿A qué le llamo abundancia? A tener consciencia de lo que sí
tienes, a creer que sí puedes, a no tener miedo de hacer locuras porque los resultados de alguien que hace las
cosas con pasión no pueden ser negativos, porque para crear maravillas hay que tomarnos de la mano de la posibilidad de
sabernos capaces.
Ábrele la puerta, ya
verás como se cuela la abundancia en tu vida, como las cosas no tienen que ser
tan difíciles, sólo lo necesario, deja de aumentar el tamaño de los
problemas y reduce tus miedos, la vida es más simple pero nuestra mente juega con nosotros porque venimos del dolor y el dolor
cuando se recuerda nos paraliza.
Al contrario, la vida se trata de todo lo contrario, de
caminar con cicatrices, de volver amar cada vez de una mejor manera, de abrir los brazos ante lo que venga porque
somos capaces de hacer maravillas con la materia prima que tengamos enfrente.
Cuando esto pase sabrás el secreto de mi situación de vida: Yo hice del dolor una maravillosa historia
y esa es la que comparto todos los días y abrazo esos días tirada en cama
preguntándome de qué me servía la vida porque son esos días los que ahora me
hacen saber que puedo conectarme contigo e invitarte a hacerte la vida más
abundante. No sé, siento esa necesidad y si a caso logro mover algo en tu vida,
o más bien lo haces tú a través de escucharme o leerme, yo ya gané y honramos
juntos nuestros días tristes.
Deja que cada cosa
tome su orden, el pasado está atrás, el futuro está muy adelante, camina en el
ahora y descubrirás que ese ahora lo es todo.
No tengas miedo de volver a intentarlo, ten miedo de
convertirte en un aragán que ya no cree en los finales felices. ¡Pero no te
concentres en el final! El presente ya es feliz.
Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, pero también es cierto que nadie sabe de lo que se estaba perdiendo hasta que lo encuentra...
NOTA:
Quiero confesarles por qué empecé el #MaratonDelDesamor todo empezó porque hice un escrito que se llamó "Mi primer grito de paz" y no lo leyeron mucho, cuando vi las estadísticas me entregaron puros escritos de sufrimiento a la cabeza y este que habla de abrirle la puerta a la plenitud y hacer todo diferente y mejor no hizo tanto "click" y me pregunté ¿Por qué? Y le dije a mi terapeuta ¿Qué hago? y me dijo: Crea algo para llevarlos a que ese escrito haga más sentido... y creo que con este maratón, si lo han leído desde el principio, se me figura que este escrito que les paso abajo hará un poco de más sentido, creo, no sé, no sé, yo sólo sé que no se nada pero se me figura.
Atención, cuidados,
seguridad, compañía y amor. Desde que gateamos deseamos y necesitamos de estos
ingredientes para poder vivir. Y tal vez esos atributos se los adherimos a
un príncipe azul porque nos enseñó
Disney que nuestras necesidades básicas se cubrían con un hombre con espada y
corcel.
Y es que también de pronto nuestros papás cooperan con la
causa de pensar eso porque nos aman tanto que en vez de enseñarnos a que nos
cuesten las cosas se convierten en nuestros proveedores para que al estar
llenos de todo salgamos a la nada a ser felices. No sé qué dije pero estoy
sensible y prometo a llegar al punto, pero no quiero editar.
Cuando yo sea mamá entenderé de lo que digo pero es una
verdad que los papás no quieren vernos sufrir; a veces nos levantan castigos
por compasión, nos compran el coche aunque no sacamos las notas que querían y
salimos a la universidad sin saber lo que cuestan las cosas. (No en todos los
casos estoy ubicando una caricaturesca realidad) La cosa aquí está en que ¿Quién de nosotros sabe ser auto proveedor
de atención, cuidados, seguridad, compañía y amor? Si hay alguno que esté
leyendo esto quiero decirle que lo admiro.
Para los que no, incluyéndome pero intentando que sea
diferente, les digo que somos unos coches sin gasolina. ¿Hacia dónde ir cuando no tienes ni con qué arrancar? Y la cosa
aquí es que la vida pareciera que nos entrega unas monedas y luego nos pide que
las reproduzcamos y que seamos un negocio que siempre de frutos. Que
reproduzcamos el mucho o poco amor que nos dieron, que creamos en nosotros
mismos con lo poco o mucho que creyó mi papá o el tuyo en ti o en mí y que
ofrezcamos a la vida un ejemplo de la misma.
Está difícil lo sé… no podemos ni ponernos de pie en la
mañana y la vida ya nos demanda todos estos requisitos. “Yo te di las monedas”
Nos dice. ¿Cómo es que se echa a andar
nuestra máquina de amor? Sigo sin saberlo del todo si lo sé les digo qué
botón es… el punto es que,
necesitamos dejar nuestra actitud de levantar la mano pidiendo algo y
comenzar a preocuparnos por nuestra fábrica de amor y ser nuestros propios
proveedores. (Y ponernos el letrero de “somos fabricantes”).
Un día – hace más de cinco años - estaba en Plaza Pabellón (cuando era cool) afuera del cine
con una amiga que adoro: Chani. Nuestras pláticas son siempre intensas y yo
estaba sensible como cualquiera en un domingo donde los vacíos te carcomen. Me quejaba de la vida, le decía que yo no
había tenido tantas monedas y que estaba enojada de tener que reproducir a
manos llenas algo tan pequeño, que odiaba algunos episodios de mi vida y que no
merecía algunos otros…
Le dije que la vida había sido algo injusta, que me había
jugado chueco, que yo daba amor y era buena y no merecía ciertas circunstancias
a cambio… ella me escuchaba sin opinar, me dejó desahogarme, sabía tal vez que
no todo lo decía en serio, sus ojos negros se me quedaban viendo… asentía y me
dejaba continuar y en eso, cuando todo se calmó, intervino, intervino de una
manera que no he olvidado después de tantos años y me ha servido como
herramienta para recordar lo que verdaderamente importa:
Lucía, llega un momento en la vida en que ya recibiste los
“te quiero” de tu papá, muchos o pocos pero ya los tienes, ya te tocó que
cuidaran de ti, mal o bien pero que cuidaran, ya te tocó ser niña, ahora te
toca ser mujer. ¿Qué vas a hacer con lo
que sí tienes? No te estoy preguntando por lo que te faltó, eso ya no lo
tuviste y el tiempo no volverá. ¿Qué vas a hacer con los “te quiero” que tienes
de tu papá? ¿Qué vas a hacer con los recuerdos de tu mamá? Con los días que sí
la tuviste. ¿Qué vas a hacer con el amor que se te dio?
Esa era la pregunta ¿Qué vas a hacer? Me lo dijo tan
consciente de que eso necesitaba escuchar… no
necesitaba que me compadecieran sino que me ayudaran a echarme a andar… los
engranes de mi fábrica de amor, sin usar, le aplaudieron a Chani en ese
momento… (y en este le aplaudo yo, gracias amiga).
Me tocaba actuar. Me
tocaba ponerme de pie, me tocaba vivir mi misión de vida. La mía, la tuya, cada
quién tiene una.
Nos concentramos
tanto en tener un proveedor de amor, seguridad, comprensión, compañía, que se
nos olvida que somos una fábrica de todo eso. Nuestros padres a veces no
nos enseñan a usarla, es muy delicada, cada una funciona diferente y los
resultados son distintos. A veces puede pasar que los papás nos enseñan como
usaron la suya pero cada una es diferente, cada
quién tiene su sagrada historia de vida y su sagrada misión de la misma… yo me
olvidé de la mía buscando un príncipe con capa y espada y de rodillas al suelo
les digo arrepentida que nunca pensé que yo tenía todo lo que estaba buscando
adentro, en mi alma, esa que creo que se esconde entre los pulmones.
Y al escuchar a Chani, y al vivir lo que he vivido y al
saber que ahí estaba lo que he buscado tanto tiempo es que me inspiré a hacer
este #MaratónDelDesamor como parte de mi misión de vida. Porque una vez echada a andar la fábrica del amor y experimentar todo
lo que hay dentro de ti para dar, no puedes detenerte, nada es más fuerte y
nunca se detiene. El amor es lo más infinito que conozco y alguien que yo
conozco y probablemente está leyendo esto sabe de lo que hablo… (ojalá sepas
que eres tú).
Una vez que echas a
andar tu fábrica del amor, todo es coherente, no buscas a nadie que la hiera,
te limitas a dar sin esperar nada, pero no permites que nadie te robe tus
piezas principales, solo compartes el producto de lo que sale de ti, no a tus
engranes.
No te desangras de amor porque no entregas el corazón, antes
bien lo abrazas y le dices… “Mira lo que sale de aquí, eso sí es para ti.”
Permites que los demás te toquen pero no te arrebaten tu ser, que te respiren
pero no te quiten el aire, que te sientan pero no te violenten, que vean que
bonita estás, pero no que se crean dueños de tu belleza y presidentes y
directores de tu fábrica de amor, que es tu empresa.
De eso quiero hablarte hoy ¿Cuál es tu misión de vida?
¿Quieres ser bailarina? ¿Te gusta diseñar? ¿Estás llena de cualidades y no
sabes cómo explotar? ¿Tienes ganas de hacer grandes cosas pero no sabes cómo
empezar? Bien, si tienes todas esas preguntas ya estás aquí empezando conmigo, escuchándome
como yo escuché a Chani un día y me volví dueña de mi fábrica… o más bien y ojo
con esto: ME DÍ CUENTA QUE SIEMPRE FUE
MÍA.
Cuando estés en este punto y sientas esto que te digo sé la
sensación que te provocará intentar poner manos a la obra y voltear a ver a
esos hermosos engranes que son tan tuyos, que se construyeron con dolor, con
lágrimas, con risas, con historias, tuyas, de nadie más. ¡Sé la inspiración y
la urgencia por empezar te invadirá! ¡Siéntela! Se llama contentismo.
Cuando hagas consciencia de que en esta vida venimos a
realizar una misión súper sagrada (con permiso James Bond) y comiences a sentir
lo que te hace vibrar y eso hacer, vas a entender que una pareja no es más que tu más grande fan. Ese hombre o esa mujer
que llegará a ver tu fábrica y dirá “Wow” y no se atreverá jamás a tocarla de
mala manera, o mejor aún, no lo permitirás nunca. ¿Te fijas que sagrado eres?
Verá cómo custodias tus pertenencias y cómo te desvelas por
tus objetivos y se le caerá la baba y querrá estar contigo y cooperar con la
causa. Y de pronto te enseñará que él o ella también tiene una misión y si te
gusta su fábrica, se asociarán y harán grandes cosas.
Soy de las que pienso
que las personas no se enamoran unas de otras, se enamoran de la misión de vida
de unas o de otras… esa misión que se descuida cuando tenemos pareja porque
como nuestra fábrica “no sirve” o eso pensamos, entonces vemos en el otro una
fábrica para asaltarle amor. No, no
vuelvas a caer en eso, tú eres mucho más fuerte, tu fábrica quiere echarse a
andar y dejarte ver lo poderosa o poderoso que eres. Llamando el poder no como
algo que puede usarse en contra de nadie sino a favor de todos.
Mi poder son las palabras, me gusta compartirlas, si a
alguien se le ilumina su fábrica con ellas y la ve y la puede usar, puedo morir
en paz. Moriré feliz, no porque tuve uno o dos novios, sino porque mi misión de
vida fue mi verdadero amor…
Si yo muero escribiendo, moriría sonriendo. Si yo desgasto
mis calorías en crear más cosas que contagien mi amor por la vida, estaré
satisfecha. Si yo no encuentro el amor de pareja nuevamente, no pasó y ya está,
y si pasa que padre porque tengo muchas cosas que compartir en pareja, pero de todas formas mi misión de vida puede
incluir estar sola y de todas formas se cumplirá.
Si mi corazón se acaba haciendo lo que ahora hago… ¡QUÉ
IMPORTA SI EL PRINCE ERICK SE CASA CON OTRA! Dios, es liberador saber que nada
interrumpe tu misión de vida cuando estás segura de lo que quieres. ¿Qué deseo
estar sola? No, no lo deseo, quiero encontrar esos amores que ya saben cómo se
siente… que estallas, que te impulsan, que te decoran la vida, que te hacen
hacerle todos los detalles que te imagines y explotes en ocurrencias, sí, sí lo
deseo, pero antes que eso deseo que mi fábrica estalle aquí contigo… más allá
de la vida… deseo ser una escritora que se conecte con sus lectores, si eso
logro, estallaré de igual manera.
Estoy viviendo por lo que estaría dispuesta a morir… así
que… estando así y sintiéndome así, si el amor en pareja llega o no llega es cuestión
de averiguarlo… Los quiero.
----- Dios, que una actriz que admiras te diga que te leyó y que le cayó como anillo al dedo... motivo para regresarme de la oficina a mi casa bailando... pero traigo coche. ¿Cómo bailo en el coche? #contentismo#amoaXimena#maratondeldesamor
Arranca el kilómetro seis de el
#MaratonDelDesamor y con él viene mucha risa y diversión… OK ya cortaste ya
sentiste las desventajas ¿Y ahora? Ahora hay que conocer las ventajas de
nuestra situación ¡Cómo no! Listo, nos
encontramos solteros, sin nadie que nos hable y peor aún, con el corazón hecho
polvo (y no se diga del autoestima).
Y sumándole a nuestra desgracia, la decepción del
fracaso que nos hunde más y no nos permite ver la luz en el camino, nos
bloqueamos y no logramos apreciar el maravilloso momento en el que podemos ser
lo más egoístas posible y descubrir el mundo con nuestros propios ojos… y lo
más importante, a nuestro ritmo. (Que en pareja debería ser igual pero luego nos confundimos).
A ese estado yo llamo con gran orgullo: la
soltería. La oportunidad para descubrir que, a pesar del nombre –solteros del
verbo nadie me pela- jamás estaremos solos si nos consideramos nuestros mejores
amigos.
Y lean bien esto: Esta es la etapa a la que muchos sólo ven como un período de transición
de pareja en vez de tener la capacidad de darse cuenta que poseen el poder de
hacer y deshacer cuanto les venga en gana. En pocas palabras, la magia de
gritar como lo hizo un día el buen Mel Gibson: “¡Freeeedom!”
Pero no cualquiera puede con
esta profesión, ¡No señor! Ser soltero
significa hacerte responsable de ti mismo y de tu felicidad y decidir que sólo
cambiarás ese estilo de vida si es que encuentras una vida en pareja que supere
la gran alegría y felicidad que ahonda en la capacidad de poder estar
completo cuando se está solo. (Que media naranja ni que ocho cuartos yo soy
un apio salvaje).
Y todo esto no lo estoy diciendo “por decir”… ¡No señor! El kilómetro seis es
sagrado y si mi mente pone estas palabras en mi cerebro para que pasen directo
al teclado es porque mi experiencia como soltera me avala de tal manera en la que
sin modestia alguna me llamo una soltera profesional.
Y es por eso que este maratón del desamor está
avalado por la experimentación personal: Todo comenzó cuando corté.
(Obviamente). Mi mundo se desmoronaba y el amor de mi vida era el único celular
al que ahora tenía prohibido marcar. ¿Qué es esto? Me preguntó mi inocente y
tiernito corazón que no tenía ni idea de qué hacer. En esos momentos no tuve
respuesta para ese musculito que sufre tanto. Sólo sabía que el curso de mi
existencia había cambiado drástica y dramáticamente y que no había nada que
pudiera hacer al respecto.
Pero es justo cuando no tienes nada y no
hay salida que tu persona “saca la casta” – como decía mi abuela – y la
vida se pinta del color que tú quieras: negro como los recuerdos, gris como la
amargura o blanco como una hoja donde puedes escribir lo que sea. Yo escogí la
hoja en blanco. (Las otras dos me parecían demasiado patéticas, mi autoestima
definitivamente no estaba tan baja).
¡Un viaje! Pensé y mi corazón latió más rápido; a diferencia de los días
anteriores en los que sólo latía al ritmo de los recuerdos del ser amado. Y es
que verdaderamente es impresionante cómo actuamos con impulsividad y aventura
cuando nos damos cuenta de que estamos solteros. Esa es la primera ventaja: La actitud aventurera comienza a correr por
tus venas. ¡No hay espíritu más dispuesto que el de la comunidad “single”!
Cualquier opción es válida. Pero ojo, también están las decisiones erróneas,
hay que filtrar. (Calmantes montes).
Nueva York fue la cuna donde decidí depositar mis amarguras, pero una ciudad
tan imponente me gritó que no podía vivir del pasado, y su grito fue tan fuerte
que me olvidé del ayer y me concentré en
el regalo más impactante que tiene la vida: el presente.
Porque un soltero no deja de lado eso nunca, vive el día a día y disfruta de
sus 24 horas completitas. La simpleza de dejar que el mundo te sorprenda (ojo,
no dejar que te “lleve la corriente”), porque corrientes nunca fuimos y nunca
seremos.
Comienza la función, nuestros sentidos se agudizan, nos adentramos en nuevas
emociones y aunque no tenemos a quien “darle un codazo” para que vea lo que
estamos presenciando, solos nos reímos del chiste o del hermoso paisaje que no
tenemos con quien disfrutar. Pero nos damos cuenta que de todas formas lo
disfrutamos. ¡No pasa nada!
Aquí viene la sensación de libertad.
Captamos que no necesariamente tenemos que tener un “ente” al lado para admirar
una puesta de sol, una buena canción en la radio o una noticia que queríamos
escuchar. Abrimos los libros que antes nos estorbaban y le hablamos a
aquellos amigos que habíamos desatendido, y aquí otra bella enseñanza: nos
damos cuenta que una llamada basta para que notemos que los amigos nunca
realmente se fueron de nuestro lado, nos fuimos nosotros. Pusimos “todos los huevos en la misma canasta”,
diría mi mamá. Pero con ellos, una disculpa basta y volvemos a “las andadas”.
OK recuperaste tu asombro por la vida, tus
amigos, tu tiempo. ¿Y ahora qué? Yo sé, entra una desesperación por volver a
las canchas. ¡Pero espérate! Todavía queda más por aprender.
Que quede muy claro que esto no implica que estamos listos para conocer a
alguien nuevo. Son a penas los primeros pasos hacia la independencia emocional.
¡Que rico! Ustedes pensarán que es patético pero yo lo disfruto como amo
asolearme en la playa con michelada en mano. ¡Estoy sola y está bien! Uff, no
hay placer más grande que la paz interior. En este paso del proceso ya deberías
de estarla sintiendo, si no, regresa y vuelve a leer los párrafos anteriores.
Los que ya están listos, continúen con el siguiente renglón y permítanme
felicitarlos.
Ready? Somos menos integrantes los que han llegado a leer hasta aquí, pero como
dije antes, la soltería no es para
todos, es una profesión, no una vocación, puesto que aunque nuestro destino es
estar con alguien, tenemos que dominar primero el arte de la soltería si
queremos una sana compaía.
Si queremos reunirnos con alguien para toda la
vida -por los siglos de los siglos-, tenemos que experimentar primero lo que se
siente estar solos o no sabremos lo que queremos, o peor aún, nos reuniremos
con nuestro “peor es nada” con tal de no quedarnos bailando solos. ¡Ewwwww! Qué
fuerte. En fin, continuamos.
Solteros, sin rumbo, viendo como se casan los amigos. Lo sé, es terrible verlos
bailar el vals cuando no estás del todo contento con tu soltería. ¿Cuándo me
tocará pasar al pizarrón? Nos preguntamos una y otra vez. “Diocito ¿qué onda?”
diremos algunas. Pero paciencia mis reinas que esto, como dije, apenas empieza.
¡Focus! Mientras encontramos al prince charming o
a la niña de la mochila azul tenemos que pasarla bien, incluso, cometer algunos
deslices como parte del snack del
soltero moderno, así que ¡Que empiece la diversión!
En fin,
luego de contarles mi historia como Lucía su soltera de cabecera fue que llegó
la inspiración para compartirles en el sexto kilómetro del #MaratonDelDesamor
la corregida y aumentada CONSTITUCIÓN DEL SOLTERO MODERNO. Porque todo soltero
merece conocer sus derechos. Y es que si ya están en esta situación quiero que
la amen, porque a la vida hay que amarla siempre. Y porque estamos acostumbrados a no amar el presente, a querer
estar solteros cuando tenemos novio y a querer tener novio cuando estamos
solteros ¿Por qué no amamos lo que tenemos?
Los dejo
con el sexto kilómetro, tus derechos, las ventajas de tu situación, tu:
MANUAL DEL SOLTERO MODERNO.
NOTA IMPORTANTE:
Está un
poco chistoso lo que van a leer, lo escribí entre mil gente y todos opinamos y
nos botamos de la risa y claro que algunos puntos nos invitan a discutirlos
(incluso yo no estoy de acuerdo, pero es a veces como que el rol general) y por
eso los puse por diversión, en este paso se trata de relajarnos, ya fue mucho
dolor y chaquetas mentales y ya jugamos con nuestra mente demasiado, ahora se
trata de leer y botarte de la risa más que de tomar a pecho los puntos ¿OK?
¡Los amo pues! ¡Ahí les van!
1.- Un soltero siempre será honesto, no tiene que
mentirle a nadie sobre el lugar al que va, por lo que podrá ponerse una
estrellita en la frente todos los días por ser la persona más transparente del
universo.
2.- Un soltero odia y odiará el dicho de “estar a
dieta no impide ver el menú”. ¡Ach! ¡Qué chafa dicho para los que tienen novi@!
La frase de un soltero será: “Yo poseo un buffet infinito. (Abierto 24 horas
los 365 días del año).” Como por ejemplo esa emocioncilla de ver quién te toca
en el asiento del avión. (Yo siempre he jurado que ahí conoceré el amor de mi
vida, pero bueno esa es idea mía).
3.- ¿Explicaciones? Se las daré a Hacienda
pero a nadie más. #CONPER
4.- Un soltero es la persona más auténtica
que puedes encontrarte: No pretende quedar bien con nadie ni tampoco fingir ser
una persona que no es. Si no te caigo bien… sorry my
friend.
5.- ¿Suuuuuuuuuuegros? ¿Qué es eso? (Aunque
yo debo decir en este punto que yo he tenido los mejores pero es sabido que
todo mundo odia a los suegros y esas cosas).
6.- La única prohibición que un soltero
puede tener es la de no estacionarse y no fumar en los restaurantes, de ahí en
más…. the sky is the limit.
7.- ¡Sombra aquí y sombra allá maquíllate
maquíllate! Eso y escotes y chiquifaldas, todo es bienvenido. No hay policías
que vigilen los centímetros de la mini.
8.- ¿Crudas morales? ¡De qué me hablas!
Mientras más mal te portes, mejor amaneces.
9.- Jamás te pondrán el cuerno… libérate de
sospechas. Y mejor aún, tampoco lo pondrás.
10.- ¡Libertad en las redes sociales! Todos
escríbanme en mi muro, twitter y taggeen la mayor cantidad de fotos
posible… im cool with that.
11.- ¿Contraseñas en el iphone? Come on! Lo puedo
dejar en la mesa e ir al baño con singular alegría.
12.- Capacidad para automedicarse salidas de
fiesta de lunes a domingo. El doctor “es uno”, uno sabe lo que necesita el
cuerpo.
13.- A diferencia de alguien con novio, un friday
night tiene MUCHO MÁS EXPECTATIVAS
que un viernes enganchado a la pareja. ¿Si o no? Pues aunque nos haya ido de la
patada, al menos nuestra ilusión duró hasta que de plano ya estábamos en los
tacos y pensamos “ya valió”. Mientras tanto, ¡Todo pudo haber pasado!
14.- Gente con memoria de teflón, no se
preocupen, no hay ninguna fecha que tengan que recordar.
15.- Una persona soltera jamás vive el drama,
sino pura comedia.
16.- El coqueteo es el pan de cada día.
17.- No tienes que inventar “amigos gays” o “ella
es mi prima”. Ultimadamente, es mi ex novio o mi free y la saludé, ¿A los demás
qué?
18.- Disfrutas más que nadie los viajes de
despedida de soltero. “El que se casa se tiene que portar bien y los casados ni
se diga”. Pero “una” ¡A pecar!
19.- ¿Con cilantro y cebolla? ¡Clarooooo! ¡Viva
la cebolla!
20.- Cambiar de planes como deporte del día
cuando se es soltero es delicioso. Siempre sí, siempre no, o tener cinco planes
el mismo día e ir a todos.
21.- No se disfrutan más a las amistades que
cuando estás solter@. He dicho.
22.- Olvídate de tener un alcoholímetro privado
con vigilancia las 24 horas del día. ¡Que tic!
23.- Nunca en tu vida cantarás con más enjundia
las canciones ardidas como cuando se está soltero. Guilty
pleasure del top.
24.- ¡Di NO a los eventos familiares ajenos!
¿Bautizos en sábado a las nueve de la mañana? ¡Jamás!
25.- ¿Que está una niña guapísima en el antro y
curiosamente al lado de tu mesa? ¡Bien por ella! (Si en esos momentos yo tuviera
novio sería una pesadilla pero hasta te cae bien la jovencita cuando se está
soltera).
26.- Se me antojó no bañarme hoy… y simplemente
no me bañé.
27.- ¿Halagos? Bienvenidos y de quien sean, un
soltero siempre los recibirá con gratitud.
28.- Cara lavada como estilo de vida de domingo:
Sí.
29.- Derecho total al sabroseo. (Entiéndase por
saludar a un ex novi@ o galán(@) en turno con mucho afán, moviendo los brazos
de arriba a abajo mientras estrechamos nuestros cuerpos en un saludable abrazo
de encuentro casual).
30.- Las after
partys, el segundo hogar del solter@ moderno. ¡Sí a seguir la fiesta! No
tenemos que llevar a nadie a su casa ni tenemos hora de llegada.
31.- Compensar nuestras llegadas tarde a casa con
un: ¨Papás, no me juzguen estoy en busca del amor”.
32.- Sol, arena y mar sin ser juzgada. Yo me
tiendo en la arena a mis “anchas” LITERAL. ¡Mesero! Otra piña colada por favor.
33.- Estando solter@ no sé que pasa pero ¡Tod@s
están guap@s!
34.- No hay mejor ACTITUD que la de un soltero.
Ésta ni me la discutan.
35.- Las mariposas van y vienen, nos podemos
pseudoenamorar cada fin de semana.
36.- Se vale besar sapos… Es meramente research.
37.- Tú, tú, tú y sólamente tú, eres tu propia
conciencia. Nadie más.
Times
38.- La mejor manera de encontrar a alguien es
cuando estás al 100% y sólo puedes estar enterito y feliz si has podido decir
que eres o fuiste un verdadero soltero moderno.
Que conste que estos puntos o apartados no
salieron de mi cabecita, sino de una ardua recolección de opiniones donde
solteros y no solteros expresaron su sentir. Nos vemos en el kilómetro 7 donde
volveremos a estar un poco más profundos…
Yo, por mi parte, les acepto que sí busco el amor
y que la soltería es una etapa (muy padre pero no el destino de mi velero). Ya
llegará alguien por el que valga la pena romper estos puntos que un día fueron
fascinantes y que recordaré con mucho cariño. En fin, esa es mi conclusión, eso
y que siempre disfruten la etapa en la que están… estamos chiquitos y queremos
crecer, estamos grandotes y queremos ser niños… ¿Por qué no amar lo que viene y
lo que está? Los quiero.