Escribí esta carta mucho, mucho tiempo atrás, hoy es el futuro, entonces...
- Te la regalo, ya no me pertenece.
No puedo escribir sobre lo enamorada que estoy de alguien que no se
quien es. Pero en el fondo como si conociera el futuro siento por dentro
mariposas por ese alguien que sé que voy a conocer y al que sin miedo escribo.
Guardo mis chistes y experiencias esperando un día me cuentes las tuyas y me
veo al espejo pensando que un día me verás y me pregunto qué parte de mi cara
te gustará más.
Vivo historias de amor a mi al rededor pensando cuándo será la nuestra y
entre días felices me siento nostálgica en segundos porque no llegas. O no
llego. Ya no lo sé.
Es extraño para mí apostarle a algo que tal vez ni existe aún así
insistir y esperar a tenerte la confianza suficiente para enseñarte esta carta
tonta que hice antes de conocerte y platicarte en ella las muchas veces que con
alguien más te confundí y después rectifiqué y me dije "no es él".
Pero me gustaría tener una pista y no tengo ni idea y entre tantas confusiones
prefiero estar sola.
¿Qué hay de mí? Muchas ganas de compartirme contigo. De escribir una
historia donde no sólo caminen dos pies sino cuatro y que un día sean más.
Pasan los años y mis éxitos se me caen de mis manos ¿Qué ha sido de ti? ¿De qué
me perdí?
Parece de una manera extraña que mi corazón ya estuviera codificado para
reconocerte y descarto en mi mente a tantos niños con los que ceno, sonrío y
platico mientras por dentro mi cerebro me dice "vive el presente"
aunque mi corazón sepa que no eres tú. Y vivo, y conozco, comparto mi tiempo,
pero por dentro no, no me entrego.
¿A caso es que te dejé pasar entre uno de ellos? ¿Tú me dejaste pasar a
mí? Pienso y me dan ganas de llorar de tan sólo creerlo y es por eso que reviso
nuevamente mi lista y vuelvo a hablarle a quien dejé de hablarle, vuelvo a
salir, rectifico, y luego dejo.
Vuelvo a estar sin nadie, gano una batalla y me abrazo sola, río hacia
el cielo buscando con quién compartir tantas alegrías que me pasan a cada
segundo y me hacen infinitamente feliz hasta el punto de pensar que no necesito
nada más y que tal vez tú no aparecerás y está bien. Pero dentro de mis capas
donde me cubro ahí está sin deteriorarse ese pensamiento intacto de que un día
tú apareceras, o yo, o los dos al mismo tiempo.
Y aunque me duerma tratando de llorar me levanto otra vez con esa
sonrisa que va a explotar olvidándome del asunto y volviendo a ser feliz con
esa fila de regalos que cada día aparecen ante mí, haciéndome sentir llena de
gratitud y con ganas de hacer más, construir grandes castillos de letras y
hacer más planes donde no te cuento porque no estás.
Y decoro mi departamento que todavía no tengo en sueños, y viajo sola a
París, y escribo libros y gano premios y entre sueños trato de dibujarte ahí
pero no se cómo eres entonces te difuminas porque eres irreal por más que
quiera retenerte ahí.
"Estas sola" me digo. Y me acuerdo y mi fortaleza y mi orgullo
me cubren para no dejarme sentir triste. Mi amor propio me consuela y me dice
que no te necesito y que deje de pensar en ti y luego cuando me duermo ellos
tres hablan entre sí, el orgullo dice que estoy bien y que ya quisiera alguien
ser merecedor de lo que siento por ti mientras que la fortaleza se para como
monumento a los días vividos que he sido feliz y no has estado ahí, pero después
aparece esa niña que llena de esperanza nunca ha dejado de pensar que de todas
las historias de amor que he visto la nuestra será la mejor y que el amor será
tan natural y libre que cuando aparezca se derrumbará mi orgullo y mi fortaleza
hará lo más grande que jamás ha hecho: Bajar el telón y abrir las puertas a lo
más tierno y frágil que sólo he visto yo, mi corazón.
Como buen guerrero habrás conquistado un lugar que también desconocías y
aunque pienses "qué extraña es esta mujer" como fruta de temporada
que nunca probaste en la nevería me preferirás porque estoy loca, porque lo que
te escribo es cierto y porque en el fondo también me esperaste y desde entonces
no imagino día en que no agradezca de no haber perdido esa certeza que aunque
fuera incierta, era suficiente para luchar por algo que no conozco pero
conoceré.
Y así es como hoy le escribo sin miedo al futuro, a lo que un día será
leído, ya sea nuevamente por mí porque me equivoqué o por ti a quien le aposté.
Veamos quién se equivoca, si las estadísticas o el corazón.